Un megaproyecto se puede definir como un desarrollo extraordinario en el que se involucran grandes presupuestos estatales junto con enormes capitales privados para modificar de manera radical un territorio en función de las exigencias de un tipo particular de infraestructura. Las características y dimensiones de los megaproyectos ponen en juego intereses diversos, públicos y privados, y ponen de relieve el contraste entre los proyectos nacionales, tal como se plantean desde arriba y los intereses del abajo que habita las zonas en las que se proyectan estos planes.
Debido a los grandes montos de capital que implican, el Estado tiene un interés marcado en crear las condiciones legales, políticas, económicas y sociales necesarias para ejecutar los megaproyectos. De la misma manera, el Estado promueve nuevas formas de gobierno local y nacional para permitir su entrada.
La mayoría de los megaproyectos se puede clasificar dentro de las siguientes categorías:
• Generación y transporte de energía; hidroeléctricas, termoeléctricas, parques eólicos, gasoductos, oleoductos, etc.
• Ampliación de espacios agroindustriales o turísticos.
• Construcción de grandes infraestructuras de transporte (puertos, aeropuertos, estaciones de ferrocarril, etc.).
• Extracción de minerales; minas a campo abierto.
Por su naturaleza, los megaproyectos enmascaran el despojo de los habitantes de un territorio, en particular de los pueblos originarios, por parte de las autoridades estatales y federales. El tipo de desarrollo propuesto por los megaproyectos a menudo se acompaña con una historia de represión, encarcelamiento y asesinato de quienes se oponen a ellos, además del ataque a los derechos laborales y pauperización de las condiciones de trabajo.