El Tren Maya, controvertido megaproyecto en México con ADN canadiense
Paloma Martínez Méndez / Radio Canada
El gobierno mexicano apuesta por los beneficios de este proyecto ferroviario, liderado por el consorcio Bombardier-Alstom. Pero el descontento es grande.
En junio del 2021, el consorcio formado por Alstom-Bombardier en México anunció tener a su cargo la entrega del Tren Maya.
Este proyecto ferroviario de gran envergadura, impulsado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, cubrirá una distancia de más de 1.500 km y pasará por los estados mexicanos de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo.
Se dividirá en siete tramos y dará servicio a unos 7 millones de personas, además de a los turistas, a través de decenas de estaciones a lo largo de su recorrido.
Según el gobierno de México, el denominado Tren Maya, está pensado para “mejorar la calidad de vida de las personas, cuidar el ambiente y detonar el desarrollo sustentable.”
No todos están de acuerdo con esta afirmación.
Pedro Uc Be, miembro de la Asamblea de Defensores del Territorio Maya, Múuch’ Xíinbal, lleva años luchando contra la llegada del tren maya. Este proyecto, según él, ni es un tren, ni es maya.
“No es un tren, porque no es una vía por la que pasen unos cuantos vagones, sino un proyecto de reordenación territorial que pretende convertir la Península de Yucatán en un corredor industrial. […] Y no es maya porque no está pensado para o por los pueblos indígenas, y mucho menos para responder concretamente a las necesidades que tenemos aquí.”
Pedro Uc Be, escritor, filósofo y defensor del territorio maya en Yucatán, oriundo del municipio de Buctzotz.
Foto: RCI / Paloma Martínez Méndez
El activista explica que el “Tren Maya” estará vinculado al otro gran proyecto del actual gobierno mexicano, el corredor interoceánico del Istmo de Tehuantepec.
Este último, según Uc Be, pretende transportar mercancías entre el Océano Pacífico y el Golfo de México.
Además, según Pedro Uc Be, a dos años de iniciada la construcción de la ruta del tren, ninguna de las comunidades de la Península de Yucatán afectadas directa o indirectamente por ella se está beneficiando.
“El tan cacareado empleo que el gobierno anunció con bombo y platillo no se ha cumplido, como tampoco la salud, ni la vivienda, y mucho menos la educación.”
Más bien son las empresas que participan en la construcción del tren las que se benefician, dice. “Algunos de ellos han duplicado, triplicado y cuadruplicado su patrimonio en sólo un año”, dice Uc Be.
Pedro Uc Be y la Múuch’ Xíinbal no están solos en su lucha. Varios grupos de la sociedad civil y científicos están cuestionando todo el proyecto.
El 31 de marzo, científicos y académicos del Instituto de Ecología, el Instituto de Economía y el Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA) alertaron sobre los graves impactos ambientales, sociales y económicos del proyecto ferroviario.
Des militants de Greenpeace Mexique ont déployé une bannière portant le message Protégez la jungle maya, pour protester contre la construction du chemin de fer, le 28 mars 2022.
Foto: Greenpeace Mexico / / Paola Chiomante
Greenpeace también lanzó una petición en la que afirma que si el proyecto sigue adelante sin tener en cuenta los impactos ambientales, “se perderá la riqueza natural que ha hecho de México uno de los países más bellos.
Especies como el jaguar, símbolo del patrimonio cultural maya, se verán privadas de su único hábitat”, escribió el grupo medioambiental.
El ADN canadiense
Foto: Toutes les photos : © Tren Maya / Consortium Alstom-Bombardier
El contrato ganado el 9 de junio de 2021 por el consorcio franco-canadiense y otras pequeñas empresas incluye el diseño, la fabricación y la puesta en marcha de 42 trenes X’trapolis, así como el diseño, la fabricación y la instalación de la tecnología del sistema de señalización, incluyendo la gestión del tráfico y las telecomunicaciones.
También está prevista la construcción de talleres de mantenimiento y la puesta en marcha de un servicio posventa para diversos equipos.
Bombardier y Alstom tienen una larga historia en México. En 1992, la empresa canadiense adquirió la empresa pública mexicana Constructora Nacional de Carros de Ferrocarril.
En ese momento, la empresa era el mayor fabricante de material ferroviario de México.
Deux des principaux modèles de trains construits par Bombardier (en 1982 et 2002) pour le métro de Mexico.
Foto: Sistema de transporte colectivo Metro de la Ville de Mexico.
Bombardier construyó los vagones del metro de Ciudad de México y los trenes ligeros de Guadalajara, Monterrey y el distrito de Xochimilco de Ciudad de México.
La división también suministró vagones para el metro de Santiago en Chile y 200 vagones de carga para Venezuela.
Una oportunidad para hacer bien las cosas
Para el subsecretario de Comunicaciones y Transportes de México, Rogelio Jiménez Pons, el Tren Maya forma parte de una serie de inversiones en infraestructura del actual gobierno que son “muy importantes y tienen características positivas”.
“[El tren] sustituirá a muchos de los camiones que actualmente circulan por la región, lo que tiene un efecto muy importante en el medio ambiente. Tiene un factor social, porque integra a algunas comunidades en diferentes aspectos del proyecto. ”
Gracias a este proyecto, se desarrollarán nuevas poblaciones y servicios en torno a las estaciones y se contribuirá a “estructurar una región que estaba abandonada”, afirma.
Rogelio Jiménez Pons, sous-secrétaire aux communications et aux transports du Mexique.
Foto: RCI / Paloma Martínez Méndez
Para Jiménez Pons, quien antes de su actual cargo fue director del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), organismo gubernamental responsable del Tren Maya, lo que propone este megaproyecto es un antídoto contra el desorden territorial donde reina el caos urbano y suele infiltrarse el crimen organizado. México no quiere revivir la experiencia de Acapulco, argumenta Rogelio Jiménez Pons, con cuyo “paraíso” se crearon desigualdades sociales y no se atendió a tiempo.
“Allí se invirtió en la industria de la zona costera, pero el interior quedó completamente abandonado. Así se generan contrastes y condiciones de escaso desarrollo social que dan paso a la desigualdad y la delincuencia. Esto es lo que hemos heredado de los últimos veinte años de abandono de los problemas.”
El arquitecto Jiménez Pons dice estar consciente de la magnitud de un megaproyecto de transporte como el Tren Maya y admite que su principal reto es conseguir que las comunidades sepan cómo aprovecharlo y que entiendan lo que se les propone.
Explicar el proyecto y aprovechar el impulso del tren
Durante tres años, Lilia González Moreno trabajó para el Tren Maya, encargándose de explicar sus pormenores a muchas de las comunidades afectadas. Foto: Radio Canadá Internacional (RCI) / Rosa Esther Aguilar Macías
Esta especialista en desarrollo comunitario en la región de la Península de Yucatán estuvo a cargo de la vinculación territorial del Tren Maya en Quintana Roo, particularmente en el tramo seis del tren, que va de Tulum a Bacalar.
González sabe que se trata de un proyecto complejo desde el punto de vista de la diversidad territorial: 1.500 kilómetros, cinco estados mexicanos, zonas urbanas, rurales, arqueológicas y biológicas muy dispares. También es compleja en términos de diversidad social: 7,5 millones de habitantes con la renta per cápita más baja del país, de los cuales casi un millón pertenecen a la nación maya.
Por eso, según Lilia González, explicar el tren y sus beneficios ha supuesto una serie de retos para su equipo. Sin embargo, el proceso tuvo algunos aspectos fascinantes y únicos, dice.
“Si no era un reto medioambiental, era arqueológico. Si no era arqueológico, era de la propiedad del terreno o técnico, y en el peor de los casos eran todos esos retos juntos. Pero formar parte de este mecanismo de articulación del conocimiento comunitario, de la biodiversidad territorial, y poder llevarlo a una mesa en la que se tomaban decisiones importantes sobre el destino del Sureste mexicano, fue lo que me dio la mayor satisfacción.”
En la actualidad, Lilia González dirige Kanché, una asociación civil especializada en el desarrollo sostenible de las comunidades rurales.
La máster y doctora en Estudios sobre Paz, Conflictos y Desarrollo explica que algo que le gustaba decir a las comunidades afectadas por el tren era que había dos posibilidades: una, que el tren les pasara por encima, y otra, que se unieran al equipo para desarrollar herramientas de gobernanza que les permitieran beneficiarse del impulso del tren.
No hay beneficio, sólo despojo
Una vivienda en proceso de ser demolida en el pueblo de Kimbilá, Yucatán para dar paso a la ruta por la que pasará el Tren Maya, que se ve al fondo de la imagen. Foto: RCI / Paloma Martínez Méndez
Para Pedro Uc Be, no es posible aprovechar el impulso del tren.
El activista, cuya vida ha sido amenazada en varias ocasiones por oponerse al monocultivo de soya, por vociferar su apoyo a los apicultores y por combatir a las empresas porcinas que contaminan la tierra y el agua de la región, no ve más que “el círculo de despojo” que se cierra.
“Los que cultivan soja o crían cerdos pueden ahora transportar y vender sus productos en tren. Los propietarios de un parque eólico o solar pueden vender electricidad a los hoteleros. La empresa turística dispondrá de un tren para trasladar a sus turistas. Por eso digo que no se trata de poner vías, sino de un paquete de despojo a través de estos diferentes proyectos que han venido a ocupar nuestra península, una parte del país que aún preservada. ”
Lilia González rescata por su parte que a pesar de todo lo complejo del proyecto y las particularidades humanas que le son intrínsecas, ya era tiempo de que esa región mexicana fuera atendida. Sin embargo, admite que el mayor reto es el tiempo.
“Es difícil pensar que el tren debe ser terminado en un sexenio. Y si a eso le sumas el número de kilómetros y la diversidad del escenario, resulta complejo. Pero México es conocido por ser creativo y por encontrar soluciones. Las instituciones ya están ahí. Con este tren, están forzando a que se completen los procesos inacabados. Y ahí es donde veo que progresa el Sureste mexicano, con independencia. ”
La independencia es precisamente lo que defienden Pedro Uc Be y la organización que representa.
La asamblea Múuch’ Xíinbal, que en lengua maya significa “caminamos juntos”, está luchando en los tribunales contra el gobierno mexicano.
“[Y juntos] defendemos la idea de que la tierra no se vende ni se alquila. Somos independientes y no estamos dispuestos a entrar en ningún tipo de acuerdo o diálogo con los partidos políticos ni a recibir dinero de los donantes que suelen dar a las ONG. Somos las comunidades directamente afectadas y defendemos nuestro territorio.”