NIÑOS MIGRANTES ATRAVIESAN MÉXICO ENTRE RIESGOS Y PROTOCOLOS DEFICIENTES
Xilonen Méndez y Odarys Guzmán, estudiantes, y Violeta Santiago, reportera / CORRIENTE ALTERNA/ CULTURA UNAM
Un niño de dos años se quedó varado en la carretera, luego de que se descompusiera el camión donde viajaba con decenas de migrantes centroamericanos. Su caso evidenció la falta de protocolos y albergues para menores, a pesar de que cada año miles de niños migrantes cruzan México para llegar a Estados Unidos.
La mañana del lunes 28 de junio de 2021 casi 150 niños y adultos migrantes viajaban hacinados en la caja de un tractocamión. De repente, el sistema de ventilación se descompuso. Los secos golpes metálicos advirtieron a los conductores del camión que algo andaba mal. Cruzaban territorio de Las Choapas, municipio sureño de Veracruz, cuando se desplomó Javier Alexander Rodríguez Silva, nicaragüense de 39 años.
El camión se detuvo y las puertas se abrieron. Decenas de personas saltaron la valla metálica y se escabulleron en el monte. En la carretera quedó el cuerpo inerte de Javier; a su alrededor aguardaron cuatro adultos, tres adolescentes de 16 años y Wilder, de dos años, descalzo, vestido nada más con pantalones y con el vientre hundido por el llanto mientras se aferraba a una valla casi tan grande como él.
Cuando la Guardia Nacional —institución que sustituyó a la Policía Federal en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador— llegó al kilómetro 85 de la carretera Raudales–Las Choapas, se creyó que el niño le lloraba al padre fallecido. Entre la ropa de Javier Rodríguez se halló una cédula de identidad de la República de Nicaragua. Gracias a una identificación también se conoció el nombre del menor; los apellidos eran distintos a los de Javier, además, Wilder resultó ser de Honduras.
Ninguno de los adultos o jóvenes sobrevivientes conocía al niño de dos años. Días más tarde se supo que viajaba con su padre, Noel Ladino, quien se encontraba detenido en otro sitio (posiblemente desde antes del accidente); así que el menor se quedó varado sin acompañamiento en un país ajeno.
Como Wilder cientos de menores de entre 0 y 11 años viajan solos o acompañados por México para llegar a la frontera norte. Tan solo en 2019 el Instituto Nacional de Migración (INM) presentó a 31,685 menores de 11 años, de los cuales 3,805 no iban acompañados, la cantidad más alta en una década.
Aunque la pandemia provocó un descenso en el número de personas migrantes que transitan por México, la cantidad todavía es elevada en 2021. El INM informó que entre enero y marzo detuvo en autopistas, terminales e inmuebles a 28,054 migrantes adultos y 3,438 menores de edad, de los cuales 1,297 viajaban solos.
SIN CUMPLIR EL PROTOCOLO
Wilder no pisó un albergue para menores durante las primeras horas que estuvo bajo resguardo de las autoridades mexicanas. El Procurador de la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes del DIF Municipal de Las Choapas, Plácido Castillo Moctezuma, dijo a Corriente Alterna que enviaron al niño a Xalapa, la capital, porque “en Las Choapas no se cuenta con instalaciones adecuadas para el cuidado de un menor”.
De 15 municipios veracruzanos que concentran la totalidad de las detenciones de personas migrantes, la mayoría, como Las Choapas, carece de albergues para menores. Esto a pesar de la gran cantidad de infantes en tránsito por el estado.
Dos trabajadores del DIF Municipal recogieron a Wilder en el Ministerio Público donde lo había dejado la Guardia Nacional; toda la humanidad del niño —ya con camisa, pero aún sin zapatos— cupo en el brazo izquierdo de un funcionario protegido con cubrebocas.
Rubén Figueroa, integrante de la organización de derechos humanos “Movimiento Migrante Mesoamericano”, menciona que existe un protocolo para situaciones como la de Wilder, pero “casi nunca dejan que las organizaciones de la sociedad civil intervengan”. La primera corporación que suele atender estos casos —a veces antes que el INM— es la Guardia Nacional; desde 2020 la corporacion se ha apostado en la frontera sur de México para contener la migración irregular y ha participado en 80% de las detenciones de migrantes en Veracruz durante este año.
En otro punto de la ciudad de Las Choapas aguardaba una camioneta del INM con rejas en los cristales, como una cárcel móvil. El personal municipal acomodó en los asientos un caballito rojo de juguete, un paquete de pañales y al niño que con ambos pies trató de aferrarse a Gabriela Morgado Meza, directora del DIF. Un agente de migración se puso de cuclillas para consolarlo. La puerta de la camioneta se cerró a sus espaldas.
Una consulta hecha a la cancillería de Honduras reveló que Wilder y sus padres provienen de San José Miramar, Cabañas, en la frontera con Guatemala. “Es una comunidad muy pobre y muy apartada”, refirieron.
En entrevista con la agencia Reuters la madre de Wilder, Lorena García, mencionó que la falta de trabajo en Honduras orilló a que el niño y su esposo partieran hacia Estados Unidos. La precariedad que forzó a media familia a migrar es la misma que impide a Lorena recuperar a su hijo menor varado en México.
Según el “Protocolo de actuación para asegurar el respeto a los principios y la protección de los derechos de niñas, niños y adolescentes en procedimientos administrativos migratorios” del INM Lorena no tendría por qué ir hasta México. El documento indica que tras resolver el retorno asistido, en 24 horas se debe concretar fecha y hora del viaje. No mencionan la presencia de familiares, sino de personal de la institución encargada de la protección a la infancia del país de origen.
Pero una semana después de que Wilder quedó varado en la carretera, el niño de dos años permanecía en México sin haberse reunido con su familia.
NIÑOS MIGRANTES
Los padres de Wilder confiaban en el menor haría el ingreso más fácil a Estados Unidos. Con la llegada del demócrata Joe Biden a la presidencia de Estados Unidos se creyó que las políticas migratorias se volverían más flexibles. “Muchos van con la esperanza de cruzar; que niñas, niños centroamericanos están cruzando”, explica Iván Francisco Porraz Gómez, investigador de Migración y Procesos Transfronterizos en El Colegio de la Frontera Sur.
En realidad la seguridad fronteriza es igual de rígida que antes; incluso el investigador Porraz no advierte cambios en esta administración respecto a la anterior porque “no hay una visión clara de una política migratoria [con Biden] que sea diferente de la de Trump”.
De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) México se ha convertido en un país de origen, tránsito y retorno para niños y adolescentes migrantes que provienen, en su mayoría, de países centroamericanos y que tienen como objetivo llegar a suelo norteamericano. La mayoría proviene de Guatemala, El Salvador, Honduras, Cuba, Nicaragua y Ecuador e incluso de lejanos países como Siria, Ucrania, Bangladesh o India
Solos o acompañados, los menores que migran son cada vez más numerosos. El Gobierno de México estima que a partir de 2014 el número de infantes y adolescentes comenzó a aumentar. El promedio de migrantes en tránsito —antes de la pandemia— era de 335 mil personas al año; prácticamente 2 de cada 10 migrantes son menores de edad.
En 2017 en México se detuvo a 10,870 menores de 17 años acompañados y 7,430 que viajaban solos; en muchos casos, los infantes son recluidos casi como en un centro penitenciario. La cantidad es pequeña si se compara con Estados Unidos: ahí se detuvo a 41,546 menores migrantes no acompañados y 41,223 con familia.
Los menores migrantes tienen diversas razones para viajar. Últimamente por la idea de que, ahora con el Presidente Biden, es más fácil ingresar a Estados Unidos con niñas o niños pequeños. Pero el académico Iván Porraz también explica que otros viajan hasta la frontera norte para reunirse con padres o familiares que los apoyen.
Rubén Figueroa, activista de los derechos de los migrantes, llega a una conclusión similar. Observa que se ha vuelto común que los menores viajen, incluso sin un adulto a cargo. “Son niños que los traficantes traen, los meten con los demás migrantes y entre todos los cuidan”, explica.
La situación es que no todos los menores migrantes llegan a Estados Unidos. En diez años, de 2011 a 2019, México ha devuelto u otorgado retorno asistido a 424,172 menores de edad. Y aunque el INM emplea en sus boletines palabras como “rescate” o “apoyo”, casos como el de Wilder ilustran la falta de condiciones para la infancia migrante una vez que son detenidos en territorio mexicano.