Los parques eólicos en Oaxaca asfixian a comunidad zapoteca
Corriente Alterna / Javier Hernández Alpízar.
La voraz construcción de parques eólicos amenaza con “cercar” a un municipio oaxaqueño. Además de producir ruido y contaminación, los aerogeneradores de energía eléctrica han arrebatado a Unión Hidalgo la posibilidad de crecer. En este panorama, una demanda interpuesta en Francia busca darle un respiro al “pueblo de las nubes”.
El Istmo de Tehuantepec es la región de México donde los vientos soplan con más fuerza: desde 36 hasta los 72 kilómetros por hora en los días más intensos. El aire es tan fuerte, que los conductores inexpertos pueden volcar en sus autos y camiones. Tal intensidad se ha vuelto una atractiva fuente de negocios para la industria de la energía eólica. Justo en esa franja se encuentra Unión Hidalgo, municipio de Oaxaca.
Los unidalguenses viven a 25 kilómetros de La Ventosa, donde en 1994 comenzó la instalación de aerogeneradores en la región. A pesar de la cercanía, los molinos eran un paisaje ajeno. Todo cambió en junio de 2011. Desarrollos Eólicos Mexicanos (Demex) —filial de la española Renovalia Reserve— llego y plantó los primeros “ventiladores” del proyecto Piedra Larga, a menos de un kilómetro de Unión Hidalgo; lo hizo sin consultar o informar a los pobladores.
—No sabíamos que teníamos derecho a ser consultados. Fue uno de nuestros errores como defensores. Empezaron a construir en medio de la confusión. Estábamos convencidos de que el territorio no era nuestro —explica la profesora jubilada Rosalba Fuentes, de 71 años, quien ha vivido toda su vida en el pueblo.
Además de cambios en la vida cotidiana, como el ruido y la contaminación, hay más problemas en puerta. De materializarse dos proyectos eólicos adicionales a Piedra Larga —uno de ellos desarrollado por la compañía Electricité de France—, la comunidad acabará encerrada.
Los zapotecas del Istmo se denominan a sí mismos Binni Záa, que significa “gente de las nubes”. Así, el pueblo defensor del viento ha iniciado una batalla legal en Francia con el propósito de poner un alto a estos megaproyectos y los dejen respirar.
Los parques eólicos cercan cada vez más a Unión Hidalgo. Si se construyen todos los proyectos planeados, la comunidad quedará encerrada. / Foto: Carlos Salinas Enríquez, Cuartoscuro.com
La vida trastocada por gigantes de varilla y concreto
—Veíamos árboles y, ahora, fierros y ventiladores. En época de lluvias caen truenos horribles; tan fuertes y secos que quisieras vivir en otro lado, porque dan miedo. Y los vientos también son muy fuertes; tememos que arrastren las aspas y nos lastimen —confiesa la maestra Rosalba.
La instalación de los primeros aerogeneradores en junio de 2011 cambió la vida de Unión Hidalgo.
Quienes arrendaron sus terrenos a Demex pensaron en empleos y beneficios, no en las consecuencias negativas. La empresa pagó 200 pesos por hectárea, antes de construir las torres, y luego 250 pesos anuales. Aunque los pagos aumentaron, nunca han pasado de 5 mil pesos por hectárea.
El 30 de octubre de 2012, el entonces presidente Felipe Calderón inauguró el parque eólico Piedra Larga, propiedad de Grupo Bimbo. En esa gira inauguró otros dos parques eólicos en la región (La Venta III y Oaxaca I). Calderón se refirió al huracán Sandy en Estados Unidos y a la sequía que afectó a México en 2011 como consecuencias del cambio climático. Por ello, dijo, “hay que apostar a la energía verde”.
En realidad, los aerogeneradores tampoco fueron la tecnología “verde” que se publicitaba. Se talaron árboles para hacerles espacio a las torres de 82 metros de altura y aspas de 37 metros de largo. Además, el aceite que escurre de las aspas contamina la tierra y los mantos acuíferos, mientras que aves y murciélagos mueren al chocar contra los gigantes de 70 toneladas de varilla y concreto.
Las viviendas ubicadas en la orilla de la comunidad quedaron, apenas, a 800 metros de los aerogeneradores de Piedra Larga. El ingeniero civil Jesús Aquino Toledo, vecino del pueblo, ha medido el ruido que producen: hasta 82 decibeles, casi el límite de lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera “seguro”. Pero estar por debajo de lo recomendado no significa que no sea molesto. Por las noches, el ruido impide dormir a media comunidad y es peor para quienes viven más cerca: ahí, las casas vibran.
En 2012 el entonces presidente Felipe Calderón inauguró tres parques eólicos en el Istmo de Tehuantepec. Los pobladores se manifestaron contra estos proyectos porque no fueron consultados ni informados sobre las repercusiones en su territorio. / Foto: Tecero Díaz, Cuartoscuro.com
Unión Hidalgo, comunidad cercada
En los campos oaxaqueños se extienden hileras e hileras de “ventiladores” de tres aspas separados a 100 o 150 metros entre sí. A sus pies se pavimentaron caminos angostos que llegan a una central de electricidad zumbante. Las tierras, divididas en cuadros, alguna vez fueron sembradíos. Ya no. Aquí lo que se cosecha es la fuerza del aire.
Unión Hidalgo se asienta en una región privilegiada para quienes explotan el aire. Un mapa del Inventario Nacional de Energías Limpias (INEL) de la Secretaría de Energía ilustra cómo en gran parte del país no hay condiciones para obtener energía del viento —de forma rentable—. La gran excepción es el Istmo de Tehuantepec.
Sin embargo, la geografía también es caprichosa: el viento sopla con fuerza en el Istmo, pero la Sierra Madre lo debilita. Así que el área aprovechable se reduce. En donde el aire tiene más fuerza ya se han instalado aerogeneradores, hay centros urbanos o se trata de una zona montañosa. Ya no queda mucho espacio.
Según el INEL, una tercera parte de Unión Hidalgo se encuentra en la segunda zona de “mayor densidad de potencia”; los aerogeneradores instalados ahí producen mucha energía. La parte central del municipio, donde está la comunidad y Piedra Larga, se incluye en la franja de tercera mayor potencia; el resto, en la cuarta franja de potencia. Eso explica por qué cada hectárea de tierra es tan codiciada.
Los pobladores de este municipio, de apenas 113 kilómetros cuadrados, ya perciben el encierro. Cuando necesitan ir por leña, para hacer pan o cocinar en el horno, tienen que caminar cada vez más lejos. Los guardias de seguridad que vigilan el perímetro de las tierras alquiladas a Demex les impiden el paso a terrenos que antes cruzaban con tranquilidad.
La situación puede empeorar si se instalan más plantas eólicas, como lo intenta Électricité de France (EDF) con el proyecto Gunaa Sicarú. Para empezar, las tierras comunales se hicieron pasar, irregularmente, como propiedad privada con el apoyo de notarios. Eso lo denuncia Juan Antonio López, coordinador de Justicia Transnacional del Proyecto Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Prodesc); esta organización no gubernamental defensora de derechos humanos es la que acompaña a los unidalguenses en el proceso legal interpuesto en Francia.
Según el Gobierno de México, este “proyecto verde” de inversión privada le costaría a la empresa francesa más de 271 millones de dólares (6 mil millones de pesos). A cambio, según el permiso E/1922/GEN/2017 que emitió la Comisión Reguladora de Energía, Electricité de France operaría por 30 años una planta con la capacidad de producir 818,264 Megavatios hora al año, algo equivalente a .28% del consumo nacional, que puede venderse a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) o a consumidores privados.
El contrato nunca tomó en cuenta a la comunidad. En 2020 el gobierno municipal de Unión de Hidalgo y la Secretaría de Energía (Sener) planearon una consulta, pero se suspendió por la pandemia. Eso permitió que los unidalguenses se organizaran con otras comunidades oaxaqueñas que resisten contra los parques eólicos: Álvaro Obregón, La Ventosa, San Dionisio del Mar y San Mateo del Mar.
El proyecto del Corredor Eólico en el Istmo de Tehuantepec abarca los municipios de Juchitán de Zaragoza, El Espinal, San Dionisio del Mar, Asunción Ixtaltepec, Unión Hidalgo y Santo Domingo Ingenio. Compañías como Demex o empresas que compraron los parques eólicos, como Bimbo, tienen aerogeneradores en todos estos lugares. Électricité de France proyecta instalar parques eólicos al oeste de Unión Hidalgo, mientras que Demex planea construir al sur, rumbo a la laguna.
Prodesc estima que Gunaa Sicarú ocupará 47 kilómetros cuadrados de territorio, casi una tercera parte de Unión Hidalgo. Aunque parte del proyecto se ubica en Juchitán y La Venta, la mayoría de los molinos estará en Unión Hidalgo.
“Ahí ya se va cerrando una herradura”, comenta con preocupación Nóbel López Arenas, defensor del territorio unidalguense. “Y nosotros quedaríamos, nada más, en el casco urbano de la población”.
Las eólicas encierran a Unión Hidalgo
De construirse los parques eólicos proyectados, la comunidad no tendrá espacio para crecer.
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Litigando en Francia contra los parques eólicos
Una legislación vigente en Francia abrió una ventana de esperanza a los pobladores de Unión Hidalgo. La Ley de Debida Vigilancia “obliga a las empresas francesas a respetar los derechos humanos de aquellos con quienes interactúa en territorio francés o extranjero”, explica Juan Antonio López, de Prodesc.
La demanda del pueblo de Unión Hidalgo en los tribunales franceses se sustenta en las violaciones a los derechos humanos de las comunidades por parte de EDF. Los unidalguenses piden que el proyecto eólico Gunaa Sicarú se cancele “por daños a los derechos de consentimiento libre, previo e informado, los derechos al medio ambiente y a la propiedad social”; así como la “reparación del daño”.
Organizaciones no gubernamentales de derechos humanos y defensoras del medio ambiente como Greenpeace, The European Center for Constitutional Human Rigths y CCFD-TerreSolidair apoyan la demanda. Los grupos ambientalistas están a favor de la energía limpia, siempre y cuando “se respeten los derechos de las comunidades, pues no se puede permitir ni justificar una violación diciendo que se va a lograr un beneficio ambiental”.
Pero en el Istmo de Tehuantepec los parques eólicos se construyen con violaciones a los derechos de las comunidades, destaca Prodesc. Por eso consideran un hito que las comunidades demanden, en sus países de origen, a las compañías que explotan recursos naturales en México.
En esto coincide Rosalba, la profesora de Unión Hidalgo: “Damos a conocer al gobierno de Francia y a los franceses la problemática que estamos viviendo. Creemos que deben estar enterados de lo que provocan sus empresas en nuestras comunidades”.
Antes de que los molinos se erijan, los unidalguenses litigan en Francia por la suspensión definitiva de la obra. Defender el derecho al aire les daría un respiro frente a la pinza que amenaza con asfixiar a esta “gente de las nubes”. De lo contrario, los parques eólicos cerrarán el cerco e impedirán el crecimiento de su pueblo.
Los habitantes de Unión Hidalgo han llevado su demanda hasta Francia. El procedimiento apunta a que hubo una violación a los derechos humanos por la empresa Electricité de France, que planea construir más parques eólicos en la zona. / Foto: Cuartoscuro.com