Desplome en tramo carretero de Tulum no fue socavón, es una cueva acuatica
Adriana Varillas / El Universal
El 13 de junio se abrió una oquedad en la carretera de Playa del Carmen a Tulum, por donde pasará el Tren Maya, que se pensó era un socavón, pero se trata de cueva milenaria
Cancún, Q. Roo.- Lo que se pensó que era un socavón o hundimiento en un tramo carretero federal de Tulum, resultó ser una cueva con aguas cristalinas y vestigios que datan de los periodos del Pleistoceno y Holoceno, hace 2.5 millones de años, conectada con otros ecosistemas que forman parte de la segunda red de ríos subterráneos más grande del mundo que corren bajo la zona, de acuerdo con el Círculo Espeleológico del Mayab.
En entrevista con EL UNIVERSAL, el biólogo, Roberto Rojo, director del grupo de espeleólogos que intervino la zona para su estudio, explicó que bautizaron la caverna como “Me lleva el Tren”, con referencia explícita el megaproyecto Tren Maya que pasará por ahí.
“En espeleología se acostumbra a nombrar cavidades recién exploradas, así como algunas de sus secciones. Estando dentro de esta cueva pudimos escuchar el paso constante de los vehículos por sobre nuestras cabezas, lo que irremediablemente nos llevó a pensar en las afectaciones por los grandes desarrollos de la región.
“Coincidimos en que eventos como este son un recordatorio de la complejidad y fragilidad de los entornos kársticos. Cualquier cosa que se haga en la superficie de la Península de Yucatán, y esto va desde los drenajes, las calles, la basura y las construcciones, entre muchas otras actividades, hasta llegar a los megaproyectos, debe tomarse en cuenta la naturaleza cárstica de la región”, indicó Rojo García.
El también director del Planetario de Playa del Carmen, respondió que, en tono de broma, bautizaron a la cueva como “Me lleva el Tren”, esperando que ello no suceda.
“Los espeleólogos estamos bastante preocupados por el desarrollo de ese megaproyecto. Esto que sucedió nos recuerda que deben hacerse todos los estudios necesarios y considerarse en todo momento las características particulares de la naturaleza, del suelo y de todo el entorno de aquí y de la Península.
“De hecho recomendamos que se refuerce la zona alrededor de la cueva para no afectar el paso natural del agua y que se tenga en cuenta que este evento (colapso) se podría repetir. La cueva no debe ser cubierta”, subrayó.
La cueva tampoco puede ser rellenada porque representaría un “ecocidio”, advirtió, al señalar que esta acción también está prohibida por el Reglamento de Cuevas, Cenotes y Cavernas vigente en el municipio de Solidaridad.
La inspección
El Círculo Espeleológico del Mayab entró al estudio de la oquedad de 20 metros de ancho por 60 metros de largo, a petición de la directora de Medio Ambiente y Cambio Climático del ayuntamiento de Solidaridad, Nancy Martin Tzuc, el 13 de junio, cuando la estructura colapsó, a la altura de la carretera federal 307, frente al hotel Royal Tulum.
En un primer momento la Dirección de Protección Civil del gobierno municipal manejó que se trataba de un hundimiento o socavón; Rojo García comenta que se dieron cuenta que se trataba de una caverna subterránea, cuya génesis data de cientos de miles de años atrás, cuyo techo se desplomó, no por la remoción o deslave de sedimento o suelo.
Los hallazgos
Luego de varios días de estudio, a cargo de la arqueóloga Ximena Chávez; la bióloga, Yuritzi Espino; el Maestro en Ciencias, Fermín Teuctzintli, y de las espeleobuzas, Michel Vázquez y Mónica Torres, la conclusión del grupo de expertos confirmó que aquello era una cueva acuática, cuyo techo se colapsó parcialmente.
“Cartografiamos la cavidad, ese primer día, durante cinco horas, aproximadamente. Al día siguiente continuamos la inspección, ya en la parte acuática de la cueva y regresamos al otro día para proseguir.
“Lo que encontramos fue un ecosistema estable, en donde hay organismos ciegos, crustáceos, como camarones y cochinilla. En el techo de la cueva hay restos fósiles de caracol rosado y, en general te puedo decir que, por el tipo de roca costera, tiene una antigüedad más allá de los 10 mil años, posiblemente 2.5 millones de años, perteneciente a los periodos Pleistoceno-Holoceno”, narró.
Por la cantidad de restos de moluscos sobre el techo de la cueva, le denominaron “Cielo de caracoles”; también se hallaron impresiones de corales Cerebro.
“Pueden estar presentes las dos especies de peces ciegos de la Península de Yucatán, la Dama Blanca (Typhliasina pearsei) y la anguila ciega (Ophisternon infernale)”, se consignó en el reporte.
En varías partes de la cueva se encontraron raíces de más de 16 especies de árboles de la selva, así como de 14 especies de lanas y una de palma, que pueden tomar su agua directamente del manto acuífero.
El dato sobre la antigüedad y tipo de roca proviene del director de la organización “Centinelas del Agua”, Alejandro López Tamayo, quien señaló que corresponde a roca caliza coquinoidal o caliza de moluscos, del Pleistonceo-Holoceno, que descansan sobre la formación de Felipe Carrillo Puerto Mioceno del Superior-Plioceno.
El agua de la cueva es salobre, por lo que se recomendó hacer estudios para evaluar el impacto de la intrusión salina, el bombeo de agua alrededor, así como la calidad de la misma, toda vez que en la zona hay hoteles.
Incluso, se encontraron dentro de la parte subacuática de la caverna, siete pilotes del hotel Catalunya Royal Tulum que, por el momento, “no representan un peligro para la vida y subsistencia de la cueva, aunque habrá que evaluarse el uso del agua”.
¿Por qué se desplomó?
Sobre los motivos del desplome, Rojo García consideró que puede atribuirse a que hace tres meses se desarrollaron ahí una serie de trabajos para un fraccionamiento y dejaron una pila de escombros y asfalto, lo que por el peso pudo debilitar el frágil suelo kárstico.
La zona está alterada de por sí por la construcción de la carretera, sumado a la reciente tormenta “Cristóbal”, que pudo debilitar aun más la estructura por el peso del agua, pero aclaró que se tendrían que hacer estudios de otro tipo para tener mayor certeza.
En su reporte, entregado a la funcionaria municipal, explicó que el suelo de toda la Península de Yucatán es kárstico, es decir, altamente poroso, de rocas carbonatadas que, con el paso del tiempo y la interacción de las condiciones meteorológicas como el contacto con el agua, el aire y la dinámica de las tectónica de placas, ha dado lugar a la formación de cenotes -oquedades semi inundadas- fallas, fracturas, conductos de disolución, cavernas o cuevas.
“En la Península de Yucatán contamos con una plataforma carbonatada cálcica de 1000 metros de profundidad, gracias al cual tenemos la única fuente de agua dulce disponible para la región, menor conocida como el acuífero.
“Esta roca de carbonato de calcio almacena el agua subterránea que permite el desarrollo de las actividades de la región y, a su vez, otorga el caudal ecológico necesario para los ecosistemas dependientes del agua subterránea”, se indica.
Esa agua subterránea, conectada en toda la Península de Yucatán, va de la zona continental -tierra adentro- hacia la costa, conectando las selvas con los arrecifes a través de la descarga de agua subterránea en las zonas costeras y, para el caso de Quintana Roo, en el Mar Caribe.
om/hm