Iztapalapa: el epicentro de la pandemia en México que registra más casos que en Cuba, Uruguay y Belice juntos (Ciudad de México)
Foto : Cortesía de la Alcaldía Itzapalapa
Laura Itzel Domart / Sputnik
La alcaldía Iztapalapa, donde cada año se recrean las famosas escenas del viacrucis, registra la cifra más alta de casos confirmados con COVID-19 a nivel nacional. Es el epicentro de la pandemia en el país, pero por sus calles el tránsito de personas continúa casi a su ritmo habitual.
Es lunes 11 de mayo. Marco Valencia, habitante de la colonia Desarrollo Urbano Quetzalcóatl, ya se ha enterado de más de 10 muertes en la zona. Ninguno confirmado con COVID-19, pero con el mismo patrón: paro respiratorio o enfermedad respiratoria. Casi todos murieron en sus casas.
Las primeras muertes sucedieron justo en la calle que está atrás de su casa. Fueron cuatro de sus vecinos. De esas personas a las que reconocía a la distancia porque llevaban toda una vida compartiendo un mismo espacio. A esas personas, cuenta Marco, se han sumado más en los últimos días.
“Ha habido muchos muertos, muchos muertos. No en la misma calle, pero sí son de la zona; de pronto, los dividen dos o tres calles. Las primeras muertes fueron atrás de mi casa: fueron seguiditas, fueron como cuatro, una tras otra, hace un poco más de un mes y de ahí empezaron a crecer”, relata Marco para Sputnik.
Cuando todo esto termine, habrán quedado huecos: gente que no se volverá a ver bajo ninguna circunstancia. Sin embargo, esa zona es acaso la mínima expresión de la concentración de muertes.
En otra colonia, en Lomas Estancia, también en Iztapalapa, Miguel Domínguez vive confinado en la brevedad de su casa. Vive el duelo a la distancia. En menos de un mes, se ha enterado que tres de sus conocidos han muerto por lo mismo: posible COVID-19.
En la alcaldía, todo es alerta en estos días: las paredes que anuncian la magnitud del riesgo, las muertes intempestivas, los resfriados extraños. “¡Cuidado! Zona de alto contagio”, se lee en las entradas de los mercados. No obstante, las calles continúan abarrotadas de gente.
“Me da coraje, me da mucho coraje porque la gente no cree [que exista el COVID-19]. Salgo a la calle por el mandado con las medidas necesarias y la colonia está llena. ¡Las calles están llenas!”, señala Valencia.
La magnitud de la pandemia en Iztapalapa
La alcaldía Iztapalapa, en la Ciudad de México, es el epicentro de la pandemia a nivel nacional.
Hasta el día de hoy, 18 de mayo, tiene 2.974 pacientes con COVID-19. Tiene más casos que Cuba, Uruguay y Belice juntos, que registran un total de 2.624 casos confirmados, a pesar de que tienen una población casi ocho veces mayor.
De acuerdo con un análisis realizado por los periodistas Eduard Martín-Borregón y Ricardo Balderas, los datos presentados cada día por el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, presentan hasta una semana de retraso.
Según los especialistas en periodismo de datos, este retraso se debe al tiempo en el que los pacientes tardan en acudir a recibir atención médica, la baja asistencia en fin de semana y los casos pendientes por diagnosticar.
En este sentido, explican, los casos pendientes multiplican el contagio en la zona en la que se encuentren. Hasta el 13 de mayo, había 24.856 registros con resultado pendiente, es decir, no confirmados.
Por lo tanto, en una demarcación como Iztapalapa que, hasta el 18 de mayo registraba 970 casos sospechosos, la cifra real de contagios podría ser superior a la reportada.
Bajo este escenario, otro factor que podría ser un referente de que la magnitud de casos en Iztapalapa es mayor a los 2.974 reportados como positivos corresponde al contexto de la demarcación.
En la zona donde habita Marco Valencia, quien también es periodista, hay por lo menos cuatro casos de personas que fallecieron en sus hogares por enfermedades asociadas a las vías respiratorias. De tal modo que hay defunciones que posiblemente no fueron diagnosticadas como COVID-19 a tiempo; pero que, en el momento en el que se mantuvieron como casos activos, se convirtieron en un foco de contagio para su entorno.
A esto se le suma, según explica Valencia, que muchas personas de la zona no quieren asistir a los hospitales por miedo a que sus familiares mueran sin que los vuelvan a ver.
Por ejemplo, el papá de Marco Valencia comenzó a presentar síntomas a principios de mayo, pero no fue internado en el Hospital Regional de Alta Especialidad de Ixtapaluca si no hasta el día 7. En un principio, cuenta que su mamá se negaba a que su papá ingresara al hospital porque temía que los rumores sobre que en los hospitales les hacen cosas para perjudicar la salud fuesen ciertos.
“Ese miedo de mi mamá siento que está por todos lados aquí [en Iztapalapa]. (…) Ahorita la gente le tiene miedo a los hospitales”, Valencia.
El hacinamiento: un foco de contagio
Iztapalapa es la ruta obligada de miles de personas que trabajan en Ciudad de México, pues limita con dos de los municipios más poblados del estado de México, con Nezahualcóyotl y Los Reyes La Paz. Mientras que en la ciudad comparte frontera con 5 alcaldías: Tláhuac, Xochimilco, Coyoacán, Benito Juárez e Iztacalco.
Esta situación por sí sola la convierte en una vía para el contagio de COVID-19, pero además se suma otro factor: el alto nivel de densidad poblacional. En sus calles habitan cerca de 2 millones de personas en 116,1 kilómetros cuadrados.
os últimos datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) expresan que la mayoría de la población de Iztapalapa vive en condiciones de hacinamiento, con más de 16.000 personas por cada kilómetro cuadrado.
En este sentido, señala Lizet Quintanilla Aguilar, maestra en ciencias antropológicas por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), que sobre Iztapalapa pesa un gran “estigma social” por problemáticas asociadas al alto índice de pobreza.
En entrevista con Sputnik, la también especialista en temas urbanos, explica que el desarrollo de Iztapalapa se define en términos de poblaciones migrantes; es decir, personas que llegaron de otras ciudades de México a asentarse en la capital.
De tal modo que, según apunta Quintanilla, el período de mayor urbanización en Iztapalapa data de 1950 a 1990. Tiempo en el cual comenzaron a generarse asentamientos habitacionales irregulares, producto de poblaciones que autogestionaron la urbanización de la zona.
A este modelo de urbanización irregular se le suma otro factor que puede ser determinante en el disparo de contagios: la autoproducción del espacio. Es decir, la generación de viviendas de forma empírica y con base en las necesidades inmediatas.
“Una familia se hace de un terrero y construye una casita y tiene a su descendencia. Después fragmenta este terreno y da a cada uno de sus hijos un cachito para que haga su propia casa. (…) Entonces comienza a haber una hiperfragmentación de estos terrenos, que se conocen como lotes multifamiliares, en donde hoy en día se aglutina no una familia nuclear, sino familias extensas “, expone Quintanilla Aguilar respecto a las características urbanísticas de Iztapalapa.
Por lo tanto, manifiesta que el mandato gubernamental a quedarse en casa tiene un mayor grado de complejidad en zonas superpobladas como lo son la mayoría de las colonias en Iztapalapa, en las que en un mismo espacio habitacional pueden llegar a vivir varias familias.
Asimismo, otro de los factores que explican la alta movilidad en Iztapalapa son aquellas asociadas con las condiciones socio-económicas de sus habitantes. El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) expone que el 23,8% de los iztapalapenses no tiene ningún tipo de seguridad social.
Con estas características, más el ya conocido desabasto de agua, cada una de las viviendas de Iztapalapa puede convertirse en un potencial foco de contagio entre los integrantes de más de una familia. Las sociedades más vulnerables económica y socialmente son también las más afectadas por el COVID-19.