Tijuana, en la lucha contra la pandemia de COVID-19 en el pico de contagios (Baja California)
Los Angeles Times / EFE.
Paramédicos transportan a un hombre para ser atendida en un hospital el 5 de mayo de 2020 en la ciudad de Tijuana en el estado de Baja California (México). EFE/Joebeth Terriquez, (Joebeth Terriquez/EFE).
La fronteriza ciudad de Tijuana lucha contra la COVID-19 en el pico máximo de contagios, previsto en México para este 8 de mayo, sin evidentes signos de saturación pero con algunos hechos alarmantes que preocupan a las autoridades y la ciudadanía.
Según el reporte más reciente, el noroccidental estado de Baja California, colindante con California, registra cerca de 2227 casos y 340 fallecidos, de los cuales 1136 son de la ciudad de Tijuana con 226 muertos. A nivel nacional, el número de casos se sitúa en 29.616 casos y 2961 fallecidos.
Esta ciudad no se ha detenido en su totalidad en su rama manufacturera pese a la paralización de actividades no esenciales y al distanciamiento social decretado por el Gobierno desde hace semanas.
El estado de Baja California, según cifras oficiales, registra una saturación hospitalaria de 60 %, y de 46 % para camas con ventilador (para enfermos graves). En Tijuana, la cifra de ocupación hospitalaria ascendería hasta cerca de 75 %, según datos oficiales.
Los hospitales aún no se saturan. Sin embargo, temen que ocurra en los próximos días y por ello ya entró en funciones un hospital auxiliar impulsado por organismos civiles como Médicos Sin Fronteras, habilitado en una pista de baloncesto profesional y que es para pacientes no críticos.
Además, a mediados de abril, el gobernador Jaime Bonilla alertó de que los médicos estaban “cayendo como moscas” por falta de protocolos y material.
Aunque también ha sido algo contradictorio en sus mensajes, rechazando por ejemplo los toques de queda y apelando a la “conciencia” de la ciudadanía de Tijuana, una urbe de cerca de 1,8 millones de habitantes.
LAS CARTAS DE LA ESPERANZA
Entre pacientes internados por COVID-19 en distintos hospitales y sus familiares que los esperan afuera, hay cientos de historias contadas a través de cartas, principal medio de comunicación entre un enfermo y una persona sana en esta ciudad.
Por ello la enfermera Margarita “Magui” Hernández decidió desde hace unos días ser la “cartera” entre los familiares e internos del Hospital Regional Número 1 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Silvia Maricela Muñoz tiene a su madre internada desde hace 11 días, y la mantiene enterada de lo que ocurre en el hogar a través de estas cartas. “Es para que se motive, para que no se dé para abajo y pueda salir adelante”, dijo a Efe, y felicitó a la enfermera por su iniciativa.
Sin embargo, medios de Tijuana, dijeron el jueves que Margarita ya era una paciente más de COVID-19 y que se encuentra aislada en su casa.
DE ENFERMERA A PACIENTE
En los últimos cuatro años, Laura Bautista López ejerció como enfermera en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) en la región, pero ahora es paciente de COVID-19.
A sus 29 años de edad, Laura expresó su tristeza por estar lejos de su familia y pacientes, pero a la vez se dijo motivada porque asegura que superará esta enfermedad para de nuevo salir al consultorio y seguir salvando vidas.
Narró que desde el inicio de la contingencia sanitaria fue asignada, junto con otros compañeros, al filtro de sanidad que se instaló en los accesos de un hospital, y fue ahí donde contrajo el virus.
“Lo más difícil es hacer todo tú sola; nadie puede ayudarte con los mareos, el vómito, la diarrea, y no he podido comer en días. Pero pienso en quienes tienen menos posibilidades que yo y me imagino que es peor”, contó.
Aseguró que personal administrativo y su familia, de la cual está aislada en su totalidad, se mantienen al tanto de su salud y hasta hoy no ha sentido la necesidad de acudir a algún hospital y por ello se cuida y mantiene en casa.
CAMBIOS DRÁSTICOS
Graciela Jiménez tiene 28 años de edad y desde hace cinco trabaja para el IMSS en Tijuana, y con la contingencia comenta que sus hábitos, desde su forma de trabajar hasta de llevar su vida cotidiana, han cambiado drásticamente, y lo ha aceptado con el objetivo de salvar vidas.
“Es un desgaste mental, emocional y sobre todo físico. Trabajar con trajes especiales que dificultan la movilidad también afecta en la comunicación con los compañeros y pacientes. Ha sido difícil adaptarse”, comentó.
Sin embargo, destacó que esta situación también le ha ayudado, pues está viviendo experiencias y desarrollando habilidades que jamás pensó en su carrera profesional.
El cambio más drástico fue en su ámbito laboral. Pues la infraestructura cambió de un día para otro y parecía que estaba en un nuevo hospital, y en lo familiar impactó en su hogar, ya que al tener familiares vulnerables decidió salirse de casa y vivir sola por un tiempo.
UN ADIÓS AMARGO
Despedirse de un ser querido pudiera considerarse uno de los momentos más difíciles de la vida. Sin embargo se vuelve complicado cuando se trata de una persona que no se ha podido ver en semanas.
Así son las despedidas en el Panteón Municipal Número 13 de Tijuana, un predio enorme en el que hasta el pasado 6 de mayo se habían sepultado 128 cadáveres de contagiados.
En el panteón los familiares no pueden acercarse al féretro, el cual es trasladado con maquinaria pesada para ser sepultado y solo una vez cubierto de tierra, la familia puede dar el último adiós.
Algunos contratan música norteña, otros “bañan” de alcohol el lugar del entierro, mientras cantan, lloran y lamentan la pérdida de una persona que no logró superar su lucha contra la COVID-19.
Durante la contingencia del coronavirus al menos dos funerarias han tenido que ser clausuradas por autoridades federales y estatales ya que se han detectado una alza en el costo de sus servicios de cremación y otras irregularidades.