Sin plan ni reubicación, Tren Maya desplazará 300 hogares en Campeche
Arturo Contreras / Pie de Página /Foto: Cortesía Guadalupe Gutiérrez Cáceres
Guadalupe Gutiérrez Cáceres ha vivido toda su vida en la colonia Camino Real, en la ciudad de Campeche. Así también su abuelo, su mamá, sus hijos y sus nietos. Hace casi 80 años sus antepasados donaron un pedazo de sus terrenos para que por ahí pasara la vía del tren. Hoy, por ese trazo quiere entrar el Tren Maya y desalojar con ello a estas familias
“Nosotros no buscamos impedir el Tren Maya. Nosotros buscamos replantear la vía del tren. Cambiarlo no va a cambiar su finalidad. Se puede hacer afuera de la ciudad”, ataja desde el inicio de la entrevista la señora Guadalupe, una mujer de 63 años que vive en la colonia Camino Real, en la capital de Campeche.
Atrás de su casa pasan las vías férreas. No solo por la de ella, también por la casa de sus hermanos y de 300 vecinos más de tres barrios de esta ciudad. “El tendido férreo, abarca 2 mil 500 metros cuadrados en los que hay estéticas, vulcanizadoras, dentistas, veterinarios, parques y estadios que están a lo largo del tendido férreo”, cuenta por teléfono.
Desde noviembre de 2019, cuando la consulta confirmó todos los temores del Tren Maya en la región, las noticias para estas colonias campechanas comenzaron a tornarse sombrías. En cuestión de meses la palabra reubicación llegó a todas las casas de Camino Real, Santa Lucía y La Ermita.
—¿Ya les dijeron en dónde los podrían reubicar?
“¡No sé!” Contesta la señora con una carcajada atorada en la respuesta. “No sé, esa es una buena pregunta. No sé por dónde, pero a donde sea, yo no me quiero ir. Aquí murieron mis padres, mis abuelos, aquí pasé mi infancia. Antes cuando uno se casaba era en su casa. Yo me casé en casa de mis padres, estamos llenos de recuerdos y de tradiciones. No buscamos impedir nada, sino señalar que el proceso de reubicación de nuestras viviendas, lo están haciendo de manera anticonstitucional. Aquí ONU-Habitat estuvo desde febrero y eso acordamos, que no queríamos irnos”.
Después de esa visita, los vecinos de las tres colonias se reunieron en asamblea para determinar cómo actuarían ante el futuro censo de ONU-Habitat. Desde que el gobierno de López Obrador arrancó el proyecto del Tren Maya ha contado con el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas. En este caso, a través de su oficina para la vivienda, ONU-Habitat, plena hacer el proceso de reubicación más amigable.
“Apenas iniciaron el censo hace unas semanas. Nos avisaron que del 13 al 20 de abril, en plena pandemia, cuando estamos resguardados en casa, van a empezar un censo vía telefónica y casa en casa. Eso es como un acoso psicológico y es violento, creo yo. Estoy en mi casa, resguardándome, sin poder salir, y ellos vienen a hablarme de la relocalización consensuada. Desalojo forzado, le digo yo. No traen otra línea más que la de el tren va por que va”.
Durante abril, ONU-Hábitat solo realizó entrevistas telefónicas, mientras que en marzo las realizó tomando la sana distancia correspondiente.
Foto: Cortesía Guadalupe Gutiérrez Cáceres.
Luchar por la permanencia
La semana pasada se licitaron los dos primeros tramos del Tren Maya: el Palenque – Escárcega y el Escárcega – Calkiní. Este último tramo recorre toda la costa norte de Campeche, pasando por la capital. Esa misma semana, un grupo de organizaciones de defensa del territorio publicó el caso de la colonia Camino Real para pedir que se detenga todo la construcción del proyecto.
“Primero quiero decir que se equivocaron con nuestro nombre”, dice por teléfono Guadalupe. Escribieron Tres colonias en vez de barrios. Para ella la distinción es fundamental. “Los barrios se fundaron o se hicieron desde la Colonia y una colonia es un asentamiento urbano nuevo. Nosotros somos barrios”, aclara.
“Cuando nos empezamos a reunir –unos 11 meses atrás– ninguna autoridad tuvo a bien acercarse. A comienzos de enero, gracias a la iniciativa de unos compañeros, hicimos un plantón en el palacio de gobierno. Gracias a ese plantón se fijaron en nosotros”. Entonces fue que vino una reunión con Xavier Abreu y con Katia Meave, coordinador federal del Tren Maya en Campeche y enlace federal de los programas de bienestar, respectivamente.
“En esa reunión de febrero nos dimos cuenta que el proyecto ejecutivo no había existido ni existía. Nos dijeron con crudeza de que el tren iba a pasar porque iba a pasar. El proyecto va porque va. A boca de ellos nos decían que el proyecto ejecutivo no existía”, cuenta la señora.
Fotografía tomada en Calle 102. En ésta se observa el señalamiento del cruce de ferrocarril al fondo, así como la presencia de lo que ahora es la avenida Álvaro Obregón. /
Foto: Cortesía Guadalupe Gutiérrez Cáceres
Tres barrios con historia
El Camino Real que actualmente es ocupado por la vía del tren que lleva a la ciudad de Calkiní y eventualmente a la de Mérida, fue nombrado así al paso de la emperatriz Carlota. En esos momentos, recuerda la señora Cáceres, estos eran los linderos de la ciudad, que permanecieron así por décadas, hasta 1940, cuando llegaron las vías del tren. Después de esas fechas, la ciudad desbordó sus límites y las vías quedaron atrapadas al interior de la mancha urbana.
En uno de los barrios, el que está más al norte y queda a un lado de la costa, habita una colonia de pescadores. La inmediatez de su casa a su centro de trabajo es maravillosa, cuenta la señora Cáceres. “Cuando hay una urgencia, salen a resguardar sus redes, sus barcos, sus motores, pero si como quiere el gobierno nos mueven, nos relocalizan, como dice ONU-Habitat, yo creo que ellos perderían sus fuentes de trabajo. Somos colonias bien consolidadas, no somos ningunos invasores”.
“Tengo 63 años. Yo aquí nací y aquí crecí, fui vecina de este barrio y soy campechana orgullosamente. En la familia tenemos los documentos de las tierras de 1893 y certificados de cuando donamos nuestros terrenos en 1940 para el paso del tren. ‘Ferrocarril de México agradece a esta familia haber donado parte de su predio para el resguardo de vía y derecho de vía’ –lee en voz alta, después, reclama– nosotros éramos poseedores de la tierra antes del ferrocarril, y ahora nos quieren sacar”.
Sacar el tren de la ciudad
Cuando Guadalupe era niña, recuerda que el gobierno llegó a instalar una tubería de aguas negras. Los trabajadores excavaron y encontraron grandes sistemas de cuevas subterráneas. Ninguna sorpresa en la península de Yucatán, donde el tipo de suelo calcáreo favorece la formación de estos socavones.
“Fue hace como 40 o 50 años. Apuntalaron la cueva y volvieron a rellenar el espacio. Numerosas familias me dicen eso mismo, a lo largo del tendido férreo existen cuevas que se intercomunican. Si el Tren Maya trae una maquinaria mucho más pesada, con mucho mayor velocidad, se supone que va va a venir a 150 kilómetros por hora en la mancha urbana… vamos a tener una catástrofe”, predice la señora.
Hace 17 años, el actual tren que cruza por estas vías tuvo un accidente y se descarriló a 30 kilómetros por hora. Según reportes de la prensa local se llevó árboles, carros y por poco a personas. Desde entonces, los vecinos de estas colonias pidieron al entonces presidente Vicente Fox que modificara la ruta de la vía.
“Ahora quieren meter tres servicios por aquí: el de pasajeros (local y turístico), y el de carga. Mi pregunta es por qué aquí sí van a estar los tres servicios y en Mérida no. Allá, a 10 kilómetros antes de la ciudad hay un pueblo, un sitio que actualmente se están implementando como una central de carga. Ahí va a llegar el servicio de carga ¿Por qué no lo desvían aquí así también?”.
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