Personal de salud estigmatizado en Bahía de Banderas (Nayarit)
Foto: Tribuna de la Bahía
Miguel González Guerra / Tribuna de la Bahía
El miedo al coronavirus ha llevado a extremos peligrosos la conducta de pobladores, tal como sucedió la noche del pasado miércoles, cuando la enfermera Melody Rodríguez Navarrete, quien trabaja para la Secretaría de Salud de Nayarit, en el hospital de San Francisco, se dispuso a regresar a su domicilio en la comunidad costera de Lo De Marcos, pero una turba le impidió el ingreso, acusándola de ser portadora del COVID-19.
Esto fue en el crucero de la entrada al pueblo, donde autoridades y vecinos instalaron un cerco sanitario. Melody narró que días antes marcaron su carro con una raya de pintura, como señal que transita por estas comunidades.
Pero ayer fueron más estrictos y le exigieron identificarse, pese a que por razones de seguridad no lleva el uniforme, pues por protocolo del hospital se cambian de ropa antes de salir. Al dar a conocer que era enfermera enardecidos la corrieron.
LA ACUSABAN DE ESTAR INFECTADA DE CORONAVIRUS
La enfermera recordó el difícil momento de cuando se pusieron frente a su vehículo, teniendo que orillarse para dialogar y tratar de convencerlos, pero ellos la acusaban de estar infectada y ser un foco de propagación de coronavirus.
Entre la muchedumbre, recordó, resaltaban los gritos de una señora de nombre Marisela, quien incluso llegó al extremo de ofrecerle pagar la renta de un cuarto en otra población, todo con tal de que no entrara a Lo de Marcos.
EL DELEGADO RODRIGO PEÑA TAMBIEN LA DISCRIMINÓ
El delegado municipal, Rodrigo Peña, en un principio fue conciliador, pero al final cambió su actitud y se sumó a quienes expulsaban a la trabajadora de la salud, y con un lacónico “Lo siento, pero te tienes que retirar” la condenó.
También le expuso su situación a los policías que ahí se encontraban, quienes también intentaron hablar con la gente, pero al final también se pusieron de parte del pueblo, y elevaron más la voz, “ya con nadie se pudo hablar”, lamentó.
Incluso iba con ella otra compañera de su trabajo, quien ante la impotencia de la incómoda e injusta situación, por unos momentos transmitió las imágenes por redes sociales, pero le exigieron dejara de grabar y la amenazaron.
PARA PROTEGER SU INTEGRIDAD SE FUE
Finalmente, a través de llamadas y presión de otros compañeros del sector salud, al parecer tuvo que intervenir el presidente municipal Jaime Cuevas, quien ordenó a la policía y al delegado dieran acceso a la vecina.
pero ya temerosa sólo entró por pertenencias personales, custodiada por la patrulla, seguida por unos vecinos, y se fue a resguardar a la casa de una compañera que le dio asilo en San Pancho.
Les comentó que ella entiende que tienen miedo, pues ella también lo siente, pero es parte de su trabajo, y en el momento que ellos lo necesiten dejó en claro que ahí estará para atenderlos junto con sus compañeros enfermeros.
CORAJE Y TRISTEZA
Un día después, aún con los sentimientos a flor de piel, reconoce estar asustada. Respira hondo y comparte sentir un poco de coraje, incertidumbre y miedo.
Lamenta que no puedan usar ya ni su uniforme, por miedo a ser estigmatizados y agredidos.
Con un nudo en la garganta expresó su tristeza, ellos como personal de la salud, después de una larga jornada, no puedan llegar a descansar a su casa, porque los ven como infectados y los traten así, cuando su intención es solo apoyar a la misma comunidad.