La emergencia sanitaria pone en riesgo la pesca de indígenas Cucapá (Baja California)
Pié de Página / Texto Daniela Pastrana, Foto Ximena Natera / Archivo
Los 300 indígenas que quedan de este pueblo milenario viven de la pesca durante la temporada de la Cuaresma católica. Pero este año, el precio de compra de su pescado amenaza su única actividad comercial. Los cucapás hacen un llamado urgente al presidente del país para que intervenga.
MEXICALI, BAJCA CALIFORNIA.- Hilda Hurtado hila una frase con otra casi sin respirar, como si de eso dependiera que su reclamo llegue al destinatario.
“Queremos que el presidente de la República sepa esto que está pasando con el pueblo indígena Cucapá”, dice la mujer, cuando por fin toma aire. “Nosotros tenemos que trabajar. Pescamos solo 15 días del año y eso son éstos. Pero a menos de 10 pesos por kilo no nos da ni para cubrir los gastos”.
El reclamo de Hilda, una sextagenaria abuela que dirige la Sociedad Cooperativa Pueblo Indígena Cucapá, la más grande de las tres cooperativas de pescadores de esta etnia, se resume en una cosa: El precio de compra de la curvina, el pez que cada temporada pescan en el Golfo de California y que durante más de cien años ha sido la principal forma de sustento de estos indígenas, está afectado por la emergencia sanitaria provocada por el Covid-19.
Para su pueblo, es una sentencia de muerte,
Los Cucapá son uno de los cinco pueblos nativos que sobreviven en la Baja California. Están asentados en el Valle de Mexicali y San Luis Río Colorado, Sonora. Y según los datos oficiales, en México quedan apenas unos 300 integrantes de esta etnia amerindia, derivada de los yumanos, que está catalogada en riesgo de extinción.
Su nombre significa “gene del río” y viven, básicamente de la pesca de la curvina (corvina golfina) un pez endémico de la zona que cada año llega a desovar a las aguas someras del Delta del Río Colorado, donde termina el Mar de Cortés.
La pesca está ligada a la cuaresma católica. Los cucapás saben que, entre el segundo y cuarto mes del año, cada vez que la luna se parte a la mitad, es tiempo de echar las pangas al mar y salir a buscar la curvina. Se echan al mar cinco veces entre febrero y abril. Cada una de esas veces, que ellos llaman “mareas”, dura tres días. Y lo que logran subir a su panga en esos 15 días, es lo que tienen para vivir el resto del año.
Hasta ahora llevan dos “mareas” y la tercera comenzará este sábado 4 de abril. Pero la contingencia sanitaria que tiene al mundo en jaque ha provocado que en esas primeras dos jornadas de pesca, el precio de compra de su pescado haya bajado hasta un precio que Hilda Hurtado no recuerda en muchos años: 5 pesos por kilo.
“Con menos de 10 pesos no salen ni los gastos”, lamenta la líder indígena que, desde hace tres décadas lucha por la sobrevivencia de su pueblo, frente a políticas conservacionistas que han tratado de limitar la única actividad económica de este pueblo milenario.
En los mercados de la ciudad de México, el destino final de la pesca de los cucapás, la curvina es uno de los peces más baratos de la temporada: 90 pesos el kilo. Es decir, 12 veces el precio de compra para los pescadores indígenas.
Y las semanas que vienen son cruciales para que ellos puedan vender su pescado y juntar recursos para vivir lo que resta del año. Por eso su llamado desesperado al presidente del país.
“Sí, entendemos que es una pandemia y que está afectando a todo el mundo, que hay que guardarse, pero ¿qué vamos a comer, nosotros entonces?”, repite la líder indígena.
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