“El fruto” de la primera brigada de búsqueda en vida de desaparecidos Jalisco: Adolfo regresó a casa y existen 34 probables positivos
Foto: Dalia Souza
Por primera vez en Jalisco, colectivos de familiares de personas desaparecidas en diversos estados de la República, llevaron a cabo una Brigada de Búsqueda en Vida. Buscaron en Centros Penitenciarios y de Reinserción Social, en Hospitales, Centros de Salud Mental y, reconociendo la crisis forense que rodea al estado y al país, visitaron las instalaciones del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses para revisar las fotografías de quienes permanecen como Personas Fallecidas No Identificadas dentro de la dependencia.
Aún y con la suspensión abrupta de la brigada a mitad de la jornada por la pandemia de coronavirus, el esfuerzo de 60 familiares provenientes de Tamaulipas, Guerrero, Estado de México, Coahuila, Durango, Nuevo León, Zacatecas, Veracruz, Morelos, Sonora, Sinaloa y Jalisco, rindió frutos luego de diez días de trabajo con la localización de Adolfo; joven veracruzano que se encontraba internado en uno de los centros del Instituto Jalisciense de Salud Mental (SALME) en la comunidad de El Zapote del Valle, y que logró regresar con su madre luego de permanecer dos años y medio con paradero desconocido.
A decir de las familias que integraron esta brigada, es importante que las dependencias de búsqueda de desaparecidos en el estado, como los albergues, los centros de salud mental y de rehabilitación de adicciones, trabajen con mayor diligencia en la tarea de corroborar que las personas que entran a sus instalaciones no sean buscadas por sus familiares o tengan un reporte de desaparición. Si bien, saben que existen vínculos de colaboración con la Comisión de Búsqueda Local, en el caso de Adolfo quedó en evidencia que este tema es un asunto pendiente.
Junto con Adolfo, la brigada de la agrupación Búsqueda Nacional en Vida, logró recabar información sobre 34 probables positivos; es decir, datos sobre más de una treintena de desaparecidas y desaparecidos, quienes presuntamente fueron identificadas o reconocidas por personas durante la jornada de búsqueda.
Dalia Souza / Zona Docs
“No venimos a invadir su espacio, es la necesidad de búsqueda lo que nos trajo aquí; porque virtualmente tenemos muchos hallazgos, pero físicamente tenemos más y la esperanza es mucho mayor” expresa la señora Rosaura Patricia, madre de Carlos Eduardo Amador Magaña, desaparecido en Tlaquepaque, Jalisco en junio de 2017.
La señora Rosaura Patricia es una buscadora incansable y es integrante de la primera brigada de búsqueda en Jalisco del colectivo Búsqueda Nacional en Vida por Nuestros Desaparecidos; esta vez le tocó ser la anfitriona en el estado y desde la experiencia nos comparte en entrevista cómo fue rastrear el paradero de sus seres queridos, en un territorio donde más de 9 mil personas permanecen desaparecidas.
La jornada de búsqueda estaba programada para llevarse a cabo en los meses de junio y julio de este mismo año, sin embargo, las familias de los otros estados, advierte la señora Rosaura: “ya estaban desesperadas por venir a este estado que es el tercer lugar con más desaparecidos”.
Ya durante el mes de diciembre de 2019 se habían visto forzadas a suspender sus acciones en esta misma entidad, debido a que el Gobierno Federal les negó el acompañamiento de elementos de la Guardia Nacional para su resguardo durante las labores de búsqueda. Después, esta situación se sumó a la falta de compromiso e inacción externado por la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV), quienes, de acuerdo con el señalamiento público realizado por las familias en rueda de prensa tras su llegada al estado, declinó el apoyo económico con el se habría comprometido a financiar el costo del transporte para el traslado de los familiares.
“Eran las dos de la mañana y mis compañeras todavía me preguntaban dónde se va a poner el camión, dónde se va a poner el camión y yo no tenía el camión, porque no teníamos el dinero, porque la CEAV nunca depositó. A esa hora alguien me dijo: `Lucy, yo te lo consigo´ y anduvieron para arriba y para abajo en la Ciudad de México y consiguieron 60 mil pesos y nos hicieron el préstamo, pero nosotros tenemos que pagar ese dinero”, declaró en su momento la señora Lucy, madre de Irma Claribel Lamas López, desaparecida hace once años en el estado de Coahuila y quien forma parte del colectivo Búsqueda Nacional en Vida por Nuestros Desaparecidos.
Con este “préstamo” y con la labor de boteo que realizaron las familias desde su llegada a Jalisco el pasado 9 de marzo, recorrieron el estado con sus recursos, acompañadas de personas solidarias y de integrantes de la Comisión Local de Búsqueda en Jalisco y de personal de la Comisión Nacional de Búsqueda.
Las familias hubiesen deseado mayor coordinación de parte de las dependencias públicas en temas de seguridad -ya que sólo contaron con personal de vialidad y policía municipal- así como, señala la señora Rosaura, de logística, para el ingreso a algunas dependencias que habían sido consideradas en el plan de búsqueda y que después no pudieron ser visitadas:
“Si nos hubieran dado la protección y sobre todo el recibimiento a las familias, hubiera estado fabuloso, porque independientemente en todas las malas prácticas que se dieron al hacer las peticiones y la logística; estamos de acuerdo que es la primera vez que se viene al estado, pero hubiéramos requerido mejor la participación de ellos y que hubiera estado más comprometido”.
A ello, se sumó la suspensión de sus labores de búsqueda a mitad de la jornada de trabajo, debido a las medidas preventivas que el Gobernador del Estado, Enrique Alfaro, decidió tomar en el contexto de la contingencia de salud por el coronavirus.
Era martes 17 de marzo cerca de las 2:30 p.m., recuerda la señora Rosaura, recién habían comenzado la segunda semana de búsqueda y aunque ya habían tenido un caso positivo e información sobre 34 probables, aún se encontraban a la mitad del plan que tenían programado. Estaban realizando la revisión de fotografías de Personas Fallecidas No Identificadas en las instalaciones del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses, cuando les informaron que quedaba suspendida la búsqueda por la contingencia nacional:
“El día martes estábamos en el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses y teníamos planeado terminar hasta las siete de la noche porque nos faltaban mil y tantos -fotografías- de revisar de las personas sin identificar. Porque un día antes, el lunes habíamos terminado a las siete y el miércoles pensábamos que la íbamos a terminar igual; cuando a las 2:30 de la tarde se nos dio la información de que la búsqueda se suspendía por la contingencia nacional”.
Se quedaron a la mitad del trabajo que pretendían realizar en el estado, dice la señora Rosaura. De acuerdo con el plan, la brigada se llevaría a cabo del 8 al 22 de marzo en 8 municipios de Jalisco: Guadalajara, Zapopan, Tlaquepaque, Chapala, Ocotlán, Magdalena, Ciudad Guzmán y Tequila; sin embargo, estos tres últimos quedaron pendientes por recorrer, a la par de San Juan de los Lagos y Lagos de Moreno, ciudades de la región Altos Norte que, según advirtieron las autoridades a los familiares, no podrían visitar por el contexto de violencia que impera en la zona.
EL REGRESO DE ADOLFO
“Ese es el objetivo de estas búsquedas, pero esta tiene que ser nacional, porque sabemos que pueden desaparecer aquí y se los llevan a otros lados; esto tanto para las familias como para mí fue estupendo”, relata la señora Rosaura Patricia, mientras recuerda lo vivido el viernes 13 de marzo luego de enterarse de Adolfo, un joven originario del estado de Veracruz, localizado durante la brigada de búsqueda dentro del CAISAME, uno de los Centros de salud mental y rehabilitación de adicciones del del Instituto Jalisciense de Salud Mental (Salme) ubicado en la localidad de El Zapote del Valle, en el municipio de Tlajomulco de Zúñiga.
Les habían cerrado las puertas en el Hospital Psiquiátrico San Juan de Dios, “por situaciones varias, como protocolos y requisitos de la institución” dice la señora Rosaura, así que, personal de la Comisión Local de Búsqueda, de la Comisión Nacional y del Salme, ofrecieron como segunda opción a las familias, la visita este otro centro en la comunidad de El Zapote.
Llegaron a las instalaciones y de diez en diez, siguiendo los protocolos de la institución, entraron al lugar. De módulo en módulo hicieron el recorrido, observando con detenimiento las caras de las personas internadas en esta “Estancia prolongada” para tratar “enfermedades mentales severas” según advierte la descripción del centro en la página oficial del Gobierno del Estado de Jalisco. Con algunos, incluso, revela la señora Rosaura, lograron conversar sobre los casos de sus hijos e hijas y tuvieron la oportunidad de ofrecerles ayuda:
“Nosotros ingresamos en grupos de 10 para no alterar a los pacientitos, uno va entrando de módulo en módulo, se hace recorrido, uno los observa, ve sus rostros, algunos que están dentro de sus facultades ellos conversan, platican y nosotros les exponemos el caso de nuestros hijos y les ofrecemos ayuda en caso de que no puedan contactar a sus familiares o si requieren ayuda de parte de derechos humanos”.
Llegando al penúltimo módulo, una de las mamás se detuvo para platicar con un joven. Él le dijo que se llamaba Adolfo y aunque se encontraba un poco aletargado por el proceso de desintoxicación al que había sido sometido, le contó por cuánto tiempo había estado recluido en el hospital, que era originario del estado de Veracruz y le dio el nombre de su mamá, incluso, le compartió un número telefónico con el que podría contactarla. Conversaron un poco más, pero por las reglas del centro, esta madre buscadora tenía que continuar el recorrido que inició junto con el grupo de diez personas; aun así, en medio de las prisas, alcanzó a prometerle que volvería con ayuda.
Y así lo hizo. Al terminar la revisión de los módulos, ella se acercó con la señora Lucy y le compartió la información que el joven le había proporcionado, después se lo dijeron al personal de Derechos Humanos y de la Comisión Nacional de Búsqueda. Los funcionarios junto con una comitiva de las familias integrantes de la brigada, se reunieron con la directiva del lugar, así como, con una trabajadora social y una abogada, para leer el expediente del caso.
Mientras tanto, otras compañeras hacían la llamada tan esperada por Adolfo, por ellas.
La clave lada del número telefónico que les compartió indicaba que estaban llamando a algún lugar de Coatzacoalcos, Veracruz. Con el corazón en vilo, escuchando el sonido del bip… bip… bip… que advertía la llamada enlazada, sólo esperaban que alguien del otro lado levantara la bocina diciendo que sí conocían a Adolfo.
El número era de una cabina telefónica, así que, quien atendió el llamado, fue el encargado del lugar. Ellas se presentaron y le hablaron del joven, preguntaron si conocían a Adolfo y a su mamá, él afirmó que sí; sólo que, les dijo que tenían que esperar por lo menos una hora para hacer llegar la información hasta la casa de la señora, la cual no quedaba muy cerca.
Y así sucedió, dice la señora Rosaura, colgaron y esperaron una hora, hasta que se cumplió el tiempo:
“Se dio la hora, volvieron a llamar, la señora contestó y así fue como se dio la información; la señora no lo podía creer decía: ¡No es cierto!, No lo pudo creer, mi hijo salió de Veracruz hace dos años, dos años y medio, yo ya no sabía nada de mi hijo y de hecho ya lo daba por perdido”.
Después comenzaron los trámites y gestiones; si bien, las familias lanzaron distintos llamados vía sus redes sociales solicitando ayuda para que se permitiera salir a Adolfo y se llevara a cabo el traslado de su madre desde Veracruz a Jalisco para realizar el reencuentro, fue a través de la Comisión Nacional de Búsqueda que se logró resolver el papeleo y por fin, luego de dos años y tras considerarlo perdido para siempre, su familia lo pudo tener entre sus brazos.
Acciones de sensibilización que integrantes de la brigada realizaron en escuelas de educación primaria en Jalisco.
ADOLFO Y LA SITUACIÓN DE LAS PERSONAS QUE SE ENCUENTRAN RECLUIDAS EN CENTROS DE SALUD MENTAL Y CENTROS DE REHABILITACIÓN DE ADICCIONES EN JALISCO
Adolfo ingresó el día 6 de marzo a las instalaciones del CAISAME, que como ya señalamos, es uno de los Centros de salud mental y rehabilitación de adicciones del del Instituto Jalisciense de Salud Mental (Salme), que está ubicado en El Zapote del Valle comunidad del municipio de Tlajomulco de Zúñiga. Tenía apenas siete días de haber ingresado cuando las familias de la brigada de búsqueda lo encontraron.
Según reportaron los directivos y el personal del CAISAME, Adolfo fue llevado a sus instalaciones luego de haber sido detenido por una unidad de policía, acusado de “desorden en la vía pública” y, aparentemente, por encontrarse bajo la influencia de sustancias psicoactivas. Así mismo, refieren que fue llevado ante un juez y ya que se trataba de una falta administrativa, se le dictaminó que sería recluido en esta institución para su desintoxicación y posterior salida.
No obstante, a decir de las familias, resulta preocupante que las instituciones que llevaron a cabo la canalización de Adolfo, no previeran que el joven podrían tener un reporte como desaparecido o, que su familia, desconociera su paradero desde mucho tiempo atrás -dos años y medio, según refiere su madre-; por ello, precisan, es importante que las dependencias de búsqueda de desaparecidos en el estado, como los albergues, los centros de salud mental y de rehabilitación de adicciones, trabajen con mayor diligencia en la tarea de corroborar que las personas que entran a sus instalaciones no sean buscadas por sus familiares o tengan un reporte de desaparición.
Más aún en el caso de esta estancia de salud mental, la cual, sólo permite el ingreso de los pacientes con previo conocimiento y/o autorización de su familia, según manifiesta la señora Rosaura:
“De alguna forma ellos tendrían que haber investigado porque como te dije, sólo ingresan pacientes que autorizan el tratamiento y el ingreso de su familiar a estas instituciones. Si la persona que se hizo cargo, por ejemplo, la trabajadora social hubiera hecho lo posible por buscar la manera de conversar con él o de buscar información que pudiera dar él para encontrar a sus familiares, hubiese sido diferente”.
No saben si se trata de exceso de trabajo, del número de personas que tienen internadas, de la falta de personal o de la escases de recursos, sin embargo, señala esta madre buscadora “sí hay una falla administrativa” en estas instituciones que está afectado el reencuentro con sus seres queridos desaparecidos.
Si bien, saben que existen vínculos de colaboración con la Comisión Local de Búsqueda y con la Fiscalía Especializada, en el caso de Adolfo quedó en evidencia que este tema es un asunto pendiente en materia de acciones de búsqueda inmediata y la coordinación entre Comisiones locales:
“Yo metí estos dos rubros en el Hospital Civil y el Psiquiátrico, precisamente porque sabemos que los levantan en situación de calles y con disociación mental, que no traen identificación, que están inconscientes, que no saben de dónde son. Metí esos dos rubros de esas instituciones en la búsqueda para quitarnos esa duda porque sabemos que, aunque hay esa colaboración de parte de las instituciones para hacer esa búsqueda – a través del envío de boletines- para corroborar de que se encuentren nuestros familiares, pero sabemos que también es incierto y que los oficios tardan en dar una respuesta a las instituciones, como la fiscalía o la comisión de búsqueda”.
Por eso, dice: “nosotras estamos inquietas, sabiendo esta realidad y que las instituciones no van a cubrir todo lo que nosotras podríamos cubrir, como en este caso”.
Con este antecedente, advierte la señora Rosaura, durante la jornada, una comitiva de diez familiares se lanzó a la búsqueda en albergues y dependencias encargadas de trabajar con personas en situación de calle. Aunque no tuvieron resultados como la localización de Adolfo, sí lograron reunir información que les permitió como colectivo, rastrear pistas de probables casos positivos de localización de personas desaparecidas; pues señalan, éste, es el trabajo que tienen que hacer ante la sobrecarga, la inacción y la dilación de los procesos de búsqueda de las autoridades encargadas:
“Ahí tuvimos tiempo de hablar con ellos, de saber cuál era su situación, de preguntarles de dónde venían y cuál era la situación que los llevó a estar en calle. Porque hay muchos lugares donde podemos buscar, pero ahí sí tenemos que hacer una comunidad en colectivo y con autoridades para poder hacer esto más seguro. Les enseñamos nuestras fotografías, de ahí mismo salió un posible positivo de una compañera de Torreón, donde una persona le dijo: “este joven búscalo en Zapopan en la Basílica”, ya nosotros nos dimos a la tarea de ir en el día para ir a ver a qué horarios les daban de comer y cuántos iban, de ahí mismo salen las líneas de investigación que nosotros lo hacemos porque las autoridades no tienen esa capacidad, porque para 400 carpetas por Ministerio Público y un policía investigador, es insuficiente”.
LOS 34 PROBABLES POSITIVOS Y LOS HALLAZGOS EN LOS CENTROS PENITENCIARIOS
“Todos debemos de trabajar en esto porque como decimos: No buscamos a uno, buscamos a todos, de alguna manera se llevan información a los estados que se les tiene que llevar”, precisó la señora Rosaura.
Pese a que señalan que el plan de búsqueda logró cumplimentarse en un 65%, debido a la suspensión por la contingencia de salud por el coronavirus, lograron reunir información sobre 34 probables positivos; es decir, pistas sobre personas desaparecidas que recabaron a lo largo de la jornada. La mayoría de estos datos fueron recuperados después de revisar las bitácoras y listas de personas detenidas en comisarías y centros de reinserción social o penitenciarios, de los municipios de Ocotlán y Chapala, en la región ciénega del estado, durante los últimos 13 años:
“Donde tuvimos hallazgos fue en Ocotlán, donde estuvimos en la Comisaría y estuvimos identificando a internos que pasaron por ahí del 2007 al 2020, estuvimos identificando posibles personas y en el Cerezo de Chapala obtuvimos posibles positivos de dos o tres casos se tuvo información”.
A estos se sumó la información recabada a través de los testimonios de personas detenidas en el centro penitenciario de Puente Grande, donde “hubo mucha información” advierte la señora Rosaura:
“En el complejo de Puente Grande hubo mucha información, se lleva la información de 34 probables positivos, de estos 34 probables positivos es en cuanto a información y que señalaron a personas identificadas con fotografías, las cuales, en algún tiempo por su estancia afuera los vieron o convivieron dentro de la institución”.
LA BÚSQUEDA SIGUE
“El proceso sigue después de la suspensión que se nos hizo” dice la señora Rosaura, quien además, relató que, luego del cierre de las instancias donde se estaban realizando las búsquedas, las familias continuaron durante dos días con la revisión y sistematización de la información y de los datos recolectados sobre los probables positivos; con el fin de dar “constancia de fe” a todos los familiares a los que se les dieron pistas sobre sus seres queridos.
En un recuento de los sitios que quedaron pendientes por visitar, según refirió la señora Rosaura, están los municipios de: Ciudad Guzmán, Tequila y Magdalena, así como, Lagos de Moreno y San Juan de los Lagos,además del Centro de Rehabilitación de Adicciones en Tlaquepaque; y la revisión de más de mil fotografías de personas fallecidas no identificadas en el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses.
“Las puertas quedaron abiertas para continuar con las búsquedas”, dijeron las autoridades de la Comisión de Búsqueda de Jalisco y después lo afirmaron a través de un boletín oficial del Gobierno del Estado. Por ello, las familias continuarán en la tarea que reconocen, es vital ante la crisis de desapariciones y frente a la urgente necesidad de mantener viva la esperanza de traer de vuelta con vida a sus amores desaparecidos.