Con marcha luctuosa, recuerdan a víctimas de feminicidio (Ciudad de México)


Jordana González Y Karen Ballesteros / Contralínea

“Me han quemado, me han matado, pero yo he vuelto a nacer: como bruja, como hechicera, pero en cuerpo de mujer”, fue una de las consignas coreadas por activistas y mujeres durante la marcha luctuosa, “Las catrinas”, en memoria de las víctimas de feminicidio, que se realiza desde hace 4 años en la Ciudad de México.

El pasado 2 de noviembre, más de un centenar de mujeres vestidas de negro exigieron, una vez más, un alto a la violencia contra “nosotras” y la instrumentación de la alerta de género en la capital del país, mientras marchaban desde el Monumento a la Revolución hasta la “animonumenta”, ubicada frente al Palacio de Bellas Artes.

Durante la movilización, las miles de víctimas de la violencia feminicida y “patriarcal” –como podía leerse en cruces rosas colocadas a los pies de la antimonumenta– también fueron recordadas con ofrendas.

Entre las mujeres recordadas está Lesvy Osorio, de 22 años, a quien “ahorcaron con el cable de un teléfono público en Ciudad Universitaria”; Jessica. de 29 años, “médica y la degollaron”; a Valeria, quien contaba con apenas 11 años y fue privada de la vida en una combi, y a Victoria de 23 años, a quien le cortaron el cuello y sometieron su cuerpo a 10 horas de agua caliente”, dijo una integrante de la colectiva Las del Aquelarre.

Al final de la marcha y con velas encendidas en mano, las manifestantes –algunas vestidas y maquilladas como catrinas– leyeron poemas y entonaron diversas consignas en memoria de las víctimas. Uno de los poemas fue Utopía, cuyas estrofas emocionaron hasta las lágrimas a las presentes: “De donde yo vengo amamos a las mujeres, les escribimos poemas y las despertamos con besos tenues […] Desde pequeñas, practican artes marciales, saben defenderse de ser necesario, pues no desconocen que hay lugares donde las mujeres no son amadas…

“Por las noches miran los astros y estudian su movimiento, conocen el comportamiento del cielo, tanto como el de su corazón […] Su enojo tiene la fuerza de un vendaval, tanto que intimidan a Poseidón. En cambio su felicidad es tan suculenta que perfuma las flores del mundo…

“De donde yo vengo, respetamos y valoramos la vida de las mujeres, porque simplemente no habría manera de no hacerlo.”

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