Organizarse para encontrarse: el camino de las mujeres de San Juan Volador hacia el II Encuentro Nacional de Mujeres del CNI-CIG
Colectivo Grieta, 31 de Julio de 2019
San Juan Volador, Veracruz.- En el II Encuentro de Mujeres del Congreso Nacional Indígena- Concejo Indígena de Gobierno convergieron mujeres de 24 pueblos indígenas de 28 Estados del país, así como compañeras provenientes de 13 países del mundo, así como colectivos y organizaciones. Para que este encuentro pudiera llevarse a cabo fue indispensable la labor de las mujeres organizadas de San Juan Volador, Veracruz, comunidad que fue la sede del mismo. Una parte de esas mujeres nos narró su historia de lucha, contándonos cómo la propia organización del encuentro sirvió para reforzar sus vínculos, aprender de otras compañeras y de la propia fuerza de su comunidad. Este encuentro se realizó los días 27 y 28 de julio de 2019, en la comunidad de San Juan Volador, en la zona serrana cercana al Istmo de Tehuantepec, en Veracruz. La alegría organizativa que subyace la propia alegría de organizarse contra el capitalismo y el patriarcado.
El encuentro fue convocado en torno a las preguntas ¿cómo podemos responder a la violencia desde una visión antipatriarcal y anticapitalista, construyendo vida ante tanta muerte? y ¿cómo construimos desde nuestras realidades y nuestras herramientas un tejido común que nos permita fortalecer la organización en y entre nosotras, nuestros pueblos, colectivos, barrios y organizaciones? Los acuerdos de este encuentro, cuyo referente es el EZLN y en el que participaron cientos de mujeres, incluyen el de “Mapear y compartir los distintos despojos en nuestros territorios y barrios, asi como evidenciar como impactan en la vida de las mujeres. Visibilizarlos y fortalecer la defensa de los derechos de nuestros pueblos”. Pero su camino no empezó los días del encuentro sino que viene de más atrás.
Las mujeres de San Juan Volador cuentan que comenzaron organizándose: “En nuestra comunidad tenemos amenazas de concesiones mineras, extracción de hidrocarburos, parques eólicos, zonas industriales y concesiones de agua e hidroeléctricas. Ante eso nos organizamos a nivel comunitario para rechazar los proyectos”. Empezaron organizánose por asambleas comunitarias, poco a poco, hasta que tuvieron 84 actas de asamblea donde dicen “rechazamos estos megaproyectos que vienen a acabar con nuestra vida comunitaria”.
Al principio el tema era la defensa del territorio, veían que era importante el trabajo propiamente como mujeres, pero las compañeras cuentan que “no les daba la vida”. Todo cambió a partir del primer encuentro de mujeres que luchan que se llevó a cabo en territorio zapatista en marzo de 2018, pues “a partir de la lucecita que nos entregaron, a partir de eso nosotras como mujeres del CNI y del CIG, quedamos en acuerdo de regresar a nuestras regiones a hacer trabajo con compañeras y una tarea es difundir la ley revolucionaria de las compañeras zapatistas, no para copiarla, pero sí para que nos inspirara, para tener una base, una idea de cómo empezar a coordinación de mujeres indígenas de la sierra”. Por eso se organizaron como Coordinación de Mujeres de la Sierra del Movimiento Regional Indígena en Defensa y respeto por la vida.
Después, cuando las compañeras zapatistas avisaron que por las agresiones paramilitares y de los diferentes niveles del gobierno no podrían ser la sede del segundo encuentro de mujeres, las compañeras de San Juan Volador se reunieron a platicar, a organizarse, a ver si proponían o no a la comunidad. Por eso lo llevaron a una instancia de organización de la comunidad: a la “reunión de servidores”, en la que participan también los hombres. “Propusimos que se lleve a cabo el encuentro de mujeres y por eso nosotras aquí en San Juan Volador lo platicamos”. Dicen las compañeras que este encuentro vino a ponerlas a hablar entre ellas, a organizarse, a ver si proponían o no a la comunidad, “si estamos teniendo la iniciativa hay que tener la iniciativa de proponer una comunidad de la Sierra también”. Luego siguieron, aprovechando los diferentes espacios de la vida comunitaria, en las iglesias, en las reuniones de fiestas y de tareas comunitarias, en la escuela preescolar donde una de ellas tiene a sus hijos, de casa en casa y familia por familia, así fueron construyendo la organización para recibir a mujeres de muchas partes de México y del mundo.
Un territorio asediado, una comunidad que resiste
El encuentro permitió visibilizar muchas luchas y resistencias de diferentes partes, colectivos y espacios en los que las mujeres se organizan, se encuentran y luchan. Lo mismo sucede en San Juan Volador. Las compañeras no quitan el dedo del renglón, explican que los megaproyectos del gobierno como el corredor transítmico ponen en riesgo la existencia misma de la comunidad: “el gobierno nos está atacando porque quiere meter su industria y los ventiladores, supuestamente con una consulta, pero no es así porque no nos está dando la magintud del daño que se va a hacer. Este encuentro nos sirve también porque ya no nos vamos a callar la violencia que vivimos, por parte del gobierno y del machismo”.
En este territorio hay dos pueblos, el nahua y el popoluca, toda la parte sur colinda con el Istmo de Tehuantepec, ese que el gobierno actual se empeña en reconfigurar a través del Corredor Transístmico y así destruir una región cultural ancestral; es decir, que se encuentran en el extremo norte de uno de los megaproyectos insignia con los que la llamada 4T pretende hacer avanzar el capitalismo neoliberal en México. Y en cierta forma, San Juan Volador podría simbolizar una puerta de entrada al Istmo frente a la cual las compañeras organizadas empiezan a montar guardia. “El megaproyecto del corredor transístmico, en del istmo tiene repercusiones en nuestra región porque el tren que van a hacer y las zonas libres que pretenden instalar es un corredor que es en la zona baja y ahí nos afecta. Se relaciona con nosotras en la Sierra porque aunque quizá ahorita no vienen directo a nuestro territorio, pero al instalarse las zonas libres que vienen maquiladoras, industrias, etc, requiere al menos de 25 años de concesiones del agua, y ¿de dónde van a agarrar esa agua? De la sierra, de aquí que somos los que la suministramos”.
Pero no sólo es la instalación de las zonas libres, sino el despojo de recursos y los peligros que tiene subordinar a las comunidades al “progreso” neoliberal. “Si pretenden [llevar a cabo] toda esa zona de industrias, obviamente van a querer nuestras minas que están en el corazón de la montaña. Ya hay una concesión de 82 hectáreas de plata, y con eso todo lo que implica el proyecto del corredor: gasoducto, concesión de agua… nuestros hijos siendo los esclavos de ellos, una vida de explotación y de esclavismo. Todo eso nos va a empezar a arrastrar la industrialización. Quizá ahorita este actual gobierno nos tiene como que todo está bien, que no pasa nada, que hay muchos beneficios, pero a costa de qué? a costa de nuestra muerte. No sólo una muerte comunitaria, sino una muerte física” explicó otra compañera, mostrando la conciencia que tienen del sistema.
Es frente a estas amenazas que San Juan Volador empieza un proceso de organización y resistencia frente al capitalismo, sin depender de los partidos ni de los gobiernos y ubicando que la defensa de la vida comunitaria es central frente a las promesas que con distintos tonos de gris -o pardo, en la moda actual- pinta el sistema. Así otra compañera explicó “Aquí aún estamos tranquilos, pero si nos vamos por ese lado de que quieren venir otras industrias sí nos afectaría bastante. Este pueblo desde pescadores que trabajan en el mar, en la laguna, y si bien se puede decir que la llegada de la industria sería tener otros tipos de trabajos, costaría eso, nuestra libertad, porque vendrían también otras cosas. Aquí no hay secuestros y todo eso, podemos todavía andar en nuestro pueblo caminando tarde y no pasa nada. Quizá no tenemos todo lo de la ciudad, como parques y cines, pero también en un pueblo nos podemos unir más.”
Superar el machismo: la fuerza del encuentro con otras mujeres
En San Juan Volador aunque las mujeres participaban de los trabajos comunitarios, no siempre se sintieron con fuerza de hablar y participar de otros procesos de su pueblo. Sin embargo, explican ellas, desde el primer encuentro internacional de mujeres que luchan, convocado por las mujeres del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en 2018, su forma de organizarse se transformó, “este encuentro vino a provocarnos eso de empezar a juntarnos como mujeres”. Esto hizo posible que en febrero de 2019, cuando las zapatistas anunciaron que no podría realizarse en su territorio el segundo encuentro de mujeres , ellas propusieran a su comunidad como sede.
Lo hablaron en la asamblea y hombres y mujeres aprobaron la realización del encuentro, aunque eso no implicó que todos participaran, por lo que su trabajo fue arduo. “Durante las novenas [preparándose para una procesión religiosa], en la asamblea, casa por casa, estuvimos motivando a las personas”. Dicen que a veces sintieron miedo, pero que pudieron constatar que la solidaridad está presente aún en la vida comunitaria. “Pedimos el apoyo de los hombres. Nosotras no estamos solas, hay compañeros que no son machistas, que ya entienden que debemos trabajar juntos, que no nada más el hombre. No son muchos, pero a mi parecen son bastantes”.
Refiriéndose al trabajo de poner señalizaciones para llegar al encuentro en lugares que aún estaban lejanos al lugar del encuentro -y que llamó la atención de las asistentes- dijeron: “en las carreteras fue con el colectivo que estamos promoviendo todo eso, con el Movimiento Regional, el centro de derechos humanos, así nos repartimos. Fueron las compañeras que anduvieron pegando en las carreteras, y aquí fueron los hombres. Me sorprendí porque aquí andaban haciendo el rondín, los compañeros checaron, te facilitan mucho, y eso es bonito de la organización. El pasado domingo hicimos todo un aseo aquí y sí hubo esa comunidad, los vendedores con puestos se anotaron, ellos dieron la faena en limpieza para poder vender. Las mamás se fueron a las escuelas a promover con los directores, en la iglesia, fue como operación hormiga y eso, a lo negativo, lo fue aplastando”. Las dimensiones del evento impresionaron no solo al colectivo de mujeres que tomó la tarea central de la organización, sino a toda la comunidad, y eso fue sumando a más y más, las compañeras entrevistadas coincidían en que lo importante fue también ver que como comunidad y como mujeres en particular pueden organizarse y hacer cosas como este encuentro.
Y el encuentro trajo otras voces, que fueron conocidas en el encuentro, voces de mujeres de lugares lejanos o de lenguas diferentes. Una de ellas explica, “yo me siento agradecida por esas mujeres que vienen desde lejos a compartirnos muchas vivencias, experiencias, a lo mejor hasta tristezas. Entonces de ahí podemos despertar y decir pues ellas qué están viviendo….” y en las palabras de la compañera está la idea de que la tranquilidad que todavía tienen en esta comunidad, donde la mayoría todavía se dedica a la pesca, está siendo amenazada por los proyectos de muerte que ofrece el sistema. Y aunque están algunos puntos de diferencia también el encuentro funciona como un espejo que permite visibilizar problemas comunes y tender puentes: “Yo decía, tal vez ella es una profesionista, no está pasando por la misma situación que yo, pero me vengo a dar cuenta que sí, que ellas también viven una situación de capitalismo y de patriarcado, que mediante sus jefes son explotadas también así como una que está en la casa. Yo quisiera que este encuentro fuera más seguido para que tuviéramos esa fuerza, porque es una fuerza tan grande que nos ayuda a seguir más unidas y a podernos expresar”, señaló una de las entrevistadas.
Luchar y resistir para preservar el futuro
Para las mujeres que organizaron la sede de este II Encuentro es claro que el camino del gobierno solo garantiza la destrucción y que para luchar contra ese camino han tenido que combatir el machismo en sus propias comunidades: “Aquí donde las mujeres, a pesar de que salimos a luchar por nuestros hijos, por poder heredarles algo a nuestros hijos, a veces somos criticadas y esa es la realidad de nuestro pueblo. Y también somo olvidadas por el gobierno, aunque nos prometan en las campañas, carecemos de medicinas, de doctor…”. Pero el camino de arriba no es el único posible y por eso la reflexión de las compañeras apunta hacia la organización, hacia tejer redes como las que resultaron de los acuerdos del encuentro: “frente a eso yo platicaba con mi vecina, pues vamos a organizarnos, a prepararnos, a aprender a atender, a suturar una herida, a recuperar medicina tradicional, vamos a trabajarlo, aprender primero auxilios; no depender de ese gobierno que viene y te engaña y te dice sí te voy a dar y luego estamos iguales o hasta peor.”
Entre los programas del gobierno que señalaron como más nocivo está el llamado “Sembrando vida”, impulsado y pregonado por el actual mal gobierno: “es mentira eso de “sembrando vida” porque aquí han venido a dar dinero, pero para tirar un montón de árboles, y uno ve los animales que vivían ahí y ¿adónde se van? No es nada de sembrando vida. Y además es a unas cuantas personas nada más. Le están pagando a la gente por recolectar semillas y por tener limpia la parcela y hacer abonos, pero todo es para el gobierno. Supuestamente es para no contaminar y no usar líquidos. Pero el programa está ocupando mucho agua y muchas parcelas, porque piden que uno primero limpie parcelas de 2 o 3 hectáreas en las que se troza los árboles que ya están ahí”.
Pero la cuarta vuelta de tuerca del neoliberalismo en México se topa con la decisión y convicción de luchar de estas mujeres, que en medio de la zozobra que provoca la destrucción capitalista han decidido luchar, por un lado no participando en los programas de gobierno “Hasta hoy no he tenido ningún programa, gracias a dios, porque así no le debo nada al gobierno, así estoy bien. Así no estoy de esclava con el gobierno, porque eso es un esclavismo, porque sí te da pero te quita muchas cosas. Yo por eso no dependo.”
Sobre todo, el encuentro significó para ellas la posibilidad de encontrarse con otras mujeres, de ir más allá de lo que se ofrece desde arriba y construir su propia lucha como mujeres. Una demostración en sí misma de lo que la organización y el trabajo comunitario independiente pueden lograr. Y les deja una gran esperanza: “Esperanza de que lo malo pueda erradicarse y que podamos juntarnos, unirnos en la comunidad, aunque a veces estemos en desacuerdo, llegar a un punto y tener esa capacidad para entendernos unas con otras como comunidad, como mujeres.”
El camino hasta San Juan Volador estuvo muy bien señalizado, por la organización colectiva. De ese encuentro salieron acuerdos, experiencias, rutas para defender la vida y preservar el futuro. Y eso, también en la propia comunidad, deja a un colectivo de mujeres más fuerte, porque su corazón camina ya junto al corazón de otras mujeres de abajo y a la izquierda. Juntas, lo resumen en la declaración final de este encuentro:
“Hemos avanzado en el camino de organizarnos y articularnos, continuamos fortaleciendo esta red de mujeres que luchamos, ratificamos nuestra decisión de seguir vivas para acabar con el sistema capitalista patriarcal que nos esta asesinando.
Somos protagonistas de la transformación hacia adentro y hacia fuera, somos las vainas llenas de semillas, somos los frutos de los árboles de raíces profundas, es tiempo de desgranar la mazorca y volvernos semillas. Llevemos la luz que nos entregaron las compañeras zapatistas y ahora nuestras compañeras de San Juan Volador y seamos el sonido del caracol para que resuene en cada rincón a donde vayamos para llamar a mas mujeres a organizarse”.