Las mujeres del CNI: 10 acuerdos contra el patriarcado
Texto y fotos: Daliri Oropeza / Pie de Página
PAJAPAN, VERACRUZ.- En medio del grueso tallo de una enredadera circular hay una red de pescar. Diversas mujeres la sostienen a la orilla del mar. Desde ahí, quienes guían el ritual para la buena pesca, lo dedican en esta ocasión a dar una bienvenida y hacer una petición.
Ellas vinieron desde 23 pueblos originarios, desde 28 estados de México, desde 12 países. Son 623; representan muchas más. Mujeres del Congreso Nacional Indígena y colectivos que simpatizan con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Están regidas por las preguntas: ¿cómo podemos responder a la violencia desde una visión antipatriarcal y anticapitalista? y ¿cómo construimos desde nuestras realidades y herramientas un tejido común para fortalecer la organización?
Cinco puntos cardinales
“Agradecemos a la madre tierra, les damos la bienvenida en nuestro territorio, para que en el encuentro podamos trabajar y fortalecernos como mujeres, y podamos entre todas hacernos como esta red, poder estar agarradas y seguir caminando, seguir enfrentando las luchas, haciendo las resistencias pero sobre todo, construyendo las rebeldías”.
Mujeres de San Juan Volador
Resuena el caracol. Las mujeres náhuatl de San Juan Volador lanzan la oración para el Encuentro de Mujeres que inicia.
De nuevo el caracol, las flautas y el tambor ante cada uno de los cinco puntos cardinales de la cosmoexistencia indígena.
En el oriente a las mujeres asesinadas, en el poniente por las mujeres que lideran las luchas, en el norte las mujeres que tienen logros y avances, en el sur las que tienen experiencias y las comparten y en el centro, a todas las mujeres que tienen sueños para lograr un mundo mejor.
En el centro de la red se encuentra lo que hace vida para nosotras, aseguran ante el mar, hay flores, frutas, pescados, plantas, tierra, agua, “lo que tiene la madre tierra y lo que es un ejemplo para nosotras, representa esperanza, colocamos las imágenes de las personas que nos inspiran, es un altar que celebra la vida”, están los retratos de la comandanta Ramona y Bety Cariño en medio de esa red.
Al terminar, suena una guitarra y un pandero. Cantan en náhuatl, una canción que después recitan en castilla:
“Como la espiga que brota hacia arriba, así queremos un mundo de armonía y transformar esta vida tan cruel, como semillas sembradas de justicia.
Como el árbol llenito de naranjas, iluminado por el sol de la fe,vamos hermanas unidas a sembrar en nuestro pueblo la vida y la hermandad.
Como los granos unidos en mazorcas hoy nos reunimos con todos los pueblos, para cantar y celebrar nuestra fe, con la esperanza de hacer un mundo nuevo”.
Cantos de las mujeres de San Juan Volador
Las preguntas
Tras la ceremonia, las mujeres se distribuyen en círculos, al menos unos diez, desperdigados por todo el centro de San Juan Volador. Unas están en la iglesia, otras a la sombra del tamarindo, o bajo las carpas colocadas o en el domo de la comunidad. La voz de la etnia mestiza acapara la palabra (el castellano). Pero eso no es un impedimento para que las indígenas denuncien y compartan sus modos tradicionales.
Escuchan atentas todo tipo de ideas, colores, texturas, pensamientos y edades.
Este Encuentro “es como llegar y tomar agua de un pozo, pues el hecho de ser mujeres y todas las experiencias que se juntan en estos espacios, el escuchar varias formas y modos de luchas que llevan cada quien en sus lugares, el cómo lo están viendo desde la ciudad, desde fuera en otros países, que estamos viendo un enemigo en común, pero juntarnos nos da fuerza y vamos a seguir trabajando, donde estemos”:
María de Jesús Patricio, vocera de los pueblos del Concejo Indígena de Gobierno.
Desde la experiencia
Ellas, las que participan, comprenden mejor el modo de trabajo en red del Congreso Nacional Indígena desde hace 22 años. éste se encuentra basado en asambleas plenarias y mesas de trabajo en las que se tratan temas específicos. Pero en los encuentros de mujeres, no han sido temas, sino experiencias.
Mujeres de Oaxaca denuncian el extractivismo de saberes en el pueblo mazateco, el turismo depredador, que hacen en sus territorios, también la construcción de minas en la sierra, y el despojo ilegal por medio de las autoridades municipales.
Narran las mujeres magonistas agrupadas en el Consejo Indígena Popular de Oaxaca (CIPO-RFM), y cuentan cómo se agrupan por comunidades –y no por organizaciones– para enfrentar el machismo y alentar la participación de la mujer con cooperativas de siembra o de textiles y unir más a los pueblos.
Las mujeres de Tlahuitoltepec comparten: se unieron entre tejedoras y así evitan el abuso en los precios de sus bordados. O las comunidades mixtecas comparten cómo las cooperativas de distintas técnicas, sea siembra, apícolas, medicinales o de tejido, impulsan la economía solidaria; y ya reconocen que la mujer aporta a la familia con trabajo también, no solo en la crianza o en las labores del hogar. Es un avance que estén aquí y que los maridos no se hayan enojado, asegura una integrante de la cooperativa de tejedoras.
Las de Guerrero denuncian el asedio por parte de halcones y sicarios en comunidades de la Montaña y la costa de aquel estado, y que han asesinado a ocho integrantes del CIPOG-EZ. Aún así continúan con su labor de promotoras, a través de la educación y de la siembra para comunicar a las comunidades sus derechos.
El encuentro se rige por la siguiente premisa: compartir el conocimiento; y así complementar lo que ya se tiene al interior de cada organización. Así, el tejido se fortalece. Obsequiar lo que se tiene: la técnica o la sabiduría ancestral.
Las mujeres acordaron luchar contra el capitalismo a través de la comida; denunciaron la invasión los productos empaquetados y las repercusiones que tienen en la salud. Además de ponerle un alto a los flujos de capital que solo dañan.
“Cuando estoy entre mujeres se me activa ese sexto sentido, le hago caso y todo me sale bien”.
Una mujer joven, de la ciudad, llamada Noriko,
De la denuncia a la acción
De acuerdo con la antropóloga social Márgara Millán, hay un salto cualitativo del primer encuentro a este, ya que las mujeres pasamos de la denuncia al qué hacer, cómo lo hacemos y desde dónde lo hacemos. Ahora hay redes más horizontales en el modo de relacionarse de las participantes y ya no se ven rurales por un lado y urbanas por el otro, ya hay una mayor compresión de la otra y un mayor entendimiento de los contextos en que vivimos.
Los acuerdos condensados en asamblea plenaria son:
– Crear una red de mujeres para compartir saberes ancestrales, talleres de autodefensa integral, jurídica, física, emocional y acompañamiento, para rescatar rescatar y fortalecer identidades.
– Tener un espacio para otras narrativas: arte, espiritualidad, danza y crear de espacios de no violencia.
– Que las redes permitan articularnos mediante actividades comunes a nivel regional o transversal o nacional.
– Fomentar espacios que integren el autocuidado en organizaciones, alentar el uso de la medicina tradicional y de creación de herramientas de sanación.
– Mapear y compartir los distintos despojos en nuestros territorios y barrios, evidenciar cómo impactan en la vida de las mujeres. Visibilizarlos y fortalecer la defensa de los derechos de nuestros pueblos.
– Generar una plataforma de saberes, oficios y habilidades para compartirla por correo.
– Fomentar y fortalecer, en la medida de nuestras posibilidades la soberanía alimentaria y la economía solidaria. Dar prioridad al consumo local y consciente. Dejar de consumir lo que el capitalismo produce.
– Buscar tener espacios de comunicación e información y fortalecer radios comunitarias para romper el cerco de desinformación.
– Fortalecer nuestras identidades mediante recuperación de memoria histórica colectiva, saberes, medicina y vestimenta tradicionales.
– Construir en consenso conceptos para crecer las luchas.
En los acuerdos no se alcanzan a ver los detalles de los modos de luchas expresados, advierte Millán. Los cuales son mucho más complejos; aún así muestran un punto de encuentro. El encuentro es un parteagüas de la organización de las mujeres desde abajo, reconoce Millán.
Los acuerdos están regidos por principios, también acordados por consenso. Por ejemplo, el respeto a las diferencias, el decir, hacer y mantener, como principio ético, a su vez el compromiso de replicar los Encuentros de mujeres como nuestros espacios políticos, y tener como referente de lucha y resistencia es el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
“Somos protagonistas de la transformación hacia adentro y hacia fuera, somos las vainas llenas de semillas, somos los frutos de los árboles de raíces profundas, es tiempo de desgranar la mazorca y volvernos semillas”.
Declaratoria del Encuentro.
Nadie sola
Las más de 600 mujeres están codo a codo, debajo de la noche estrellada en medio de un campo donde intentan pasar, de vela en vela, la luz encendida del fuego que ahora chisporrotea en la tierra. Las mujeres náhuatl de San Juan Volador las sitúan en forma de caracol, en medio, prenden la fogata y ellas interpretan una canción para estas mujeres del campo y la ciudad que participan en el encuentro.
“Por nuestras vidas, nuestros cuerpos, nuestros territorios, las invitamos a cantar esta canción, vamos a cantar todas juntas”.
La acción recuerda la luz que encendieron las mujeres zapatistas cuando organizaron el Primer Encuentro de Mujeres que Luchan en el Caracol de Morelia, masivo en México, con por lo menos 8 mil participantes.
Retiembla el pandero y la voz del caracol se enciende hacia el cielo y entonan: “danos un corazón, fuerte para amar, danos un corazón, fuerte para luchar”.
Es un momento en el que no dejaron que el viento apagara su luz. La lograron tener todas encendidas al mismo tiempo.
Las mujeres de San Juan Volador
En este pueblo de la costa, el primero que desemboca desde la sierra de Santa Marta, el proceso de organización no ha sido fácil. Reciben a las cientos de mujeres en su comunidad, pero de acuerdo con Maribel, quien articula las comunidades nahuas y popolucas en la sierra de Santa Marta,
“En el camino de defensa del territorio y como mujer me he enfrentado a mi misma, de tomar día a día esa decisión y renovarla, y continuar, porque no es fácil, a veces nos atacan, compañeros que sabemos empezaron a golpear, pero este encuentro llega en el momento justo donde nos reconforta. Por eso les decía que hicieran esa labor en las familias de promover que se integren, que no nos dividamos, aunque los varones estén golpeando. Nosotras debemos saber que no son ellos, es este sistema capitalista patriarcal depredador”.
Maribel, mujer de San Juan Volador
A esta problemática se suma el contexto de la región, que vive en constante asedio por el reclutamiento obligatorio de sicarios por parte del crimen organizado, aunado al despojo de tierras para la siembra. Además, la extrema marginación, los nulos servicios de salud y lo olvidada que está la comunidad por parte de los tres niveles de gobierno.
Las mujeres cantan contentas y muestran su alegría a la luz de las velas. Terminan con porras: “¡que vivan, que vivan, que vivan las mujeres!”. Las risas y emociones prolongadas parecen cantos que poco a poco llegan a su nivel mínimo, pero prevalecen a lo largo de la noche, junto con los abrazos y la satisfacción de haber tenido un día fructífero de trabajo, desembocan en una ola de expresiones artísticas, recital de poesía y cantos, danza, zapateado para las jaranas que evocan fandangos feministas y rap colectivo.
Esperanza renovada
Patricia, mujer docente de ciudad Neza que ha participado en todos los encuentros de mujeres e incluso realizó con colectivos el del oriente del Estado de México en Chimalhuacán, llegó dudosa porque aseguraba que siempre falta el paso para la acción. A su pensar, lo sucedido en este encuentro abre la puerta apara comenzar a accionar.
El encuentro va a fortalecer la organización de las mujeres en San Juan Volador, piensa Maribel, de San Juan Volador, “las compañeras se metieron a los grupos y veo que sí las movió, las sacudió y tengo confianza que siga creciendo la participación de compañeras y articulándose.
A nivel organizativo fue muy importante lo que hizo la comunidad de San Juan Volador, pues es la primera vez que el Pueblo recibe en sus casas a las mujeres que viajan para participar, asegura Márgara Millán.
Ese abrazo colectivo, comunitario, fue notorio. Ninguna de las mujeres presentes se encuentra sola, todas estuvieron en el apapacho conjunto, en el llamado del caracol a la organización y a la rebeldía. Los talleres y conservatorios sobre la ley de mujeres zapatistas, técnicas ancestrales de salud, la importancia de la organización de mujeres, reforma educativa, bordado, y una interminable lista de compariciones desde sus conocimientos, provocaron el diálogo de saberes que llevó a la solidez de los acuerdos.
Las que más fueron abrazadas son las mujeres familiares víctimas de feminicidio, de desaparición forzada y asesinatos de sus hijos e hijas.
La presencia ausente
Alicia Gallegos tomó el micrófono: “A todos los lugares que voy le grito a mi hijo, ¡Natán, ¿dónde estás?!”. El Grito cimbra la tierra y el domo en donde las cientos de mujeres escuchan sentadas. Es una mujer de Poza Rica que por primera vez participa en un encuentro así, y está agradecida con el espacio.
Belén González aseguró que “el dolor se siente donde quiera”. Asegura en uno de los conversatorios del encuentro que ella salió a marchar por los 43 normalistas de Ayotzinapa y al día siguiente, los policías se llevaron a su hijo en Coatzacoalcos.
Araceli Osorio, madre de Lesvy Berlín quien fue víctima de feminicidio, Asegura en este conversatorio que no hay justicia para quienes asesinan mujeres, e incluso los pueden dejar libres. Ella sigue en la. Usquedas legal de justicia.
La madre de César, normalista desaparecido de Ayotzinapa, denunció que pese a que entraron al cuartel, aún falta mucho que aclarar por parte del ejército mexicano. “No descansaremos hasta saber la verdad y encontrar a nuestros hijos”, están por cumplirse 5 años de la desaparición forzada de los estudiantes.
Dos mujeres afrodescendientes parte del colectivo estadounidense Black Lives Matter denunciaron que sus hijos fueron asesinados en California, por policías que solo dispararon porque su piel es negra. Agradecieron el espacio para poder alzar la voz con su denuncia.
Las presentes corean al unísono, “¡no están solas!”, no están solas.
Las semillas que pidieron en el ritual inicial quedan esparcidas cuando cada una regresa a su comunidad, barrio, pueblo o ciudad. Las mujeres nahuatl piden atender el llamado a la acción del caracol.
“El encuentro nos lleva a buscar formas de cómo vamos a acabarlo (el patriarcado y el capitalismo), cada quien desde donde estamos. Es un poco difícil como mujeres porque todavía veo que cuesta trabajo, pero cada vez veo que ya hay más aceptación de los diferentes colores, de las diferentes formas que tenemos”.
Marichuy.
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