‘Estar aquí ha sido muy duro’ (Ciudad de México)

 

Texto y fotos: Arturo Contreras Camero/Piedepágina

Las familias que acampan en la calle Roma, de la colonia Juárez, temen un nuevo desalojo como el que ocurrió el 30 de mayo en la calle de Londres. Es la única respuesta que les han dado las autoridades capitalinas a su demanda de vivienda. Mientras, hombres armados vigilan el predio que ocupaban antes del 19S y en una reunión con colonos, el alcalde Néstor Núñez prometió liberar la calle

Dos semanas después de que trabajadores de la alcaldía Cuauhtémoc desalojaran el campamento que ocupaba parte de la calle Londres, en la colonia Juárez, el alcalde Néstor Núñez prometió a los vecinos liberar la calle Roma, donde aún queda la otra parte del mismo campamento, en el que unas 80 familias indígenas viven desde hace un año y ocho meses.

“Ya atendimos la petición del levantamiento de la vía pública en la calle de Londres, y tenemos ahora la solicitud de liberar el paso en la calle de Roma”, aseguró Núñez a los colonos, en la reunión realizada el jueves 13.

El alcalde no estableció fecha ni plazo para la liberación, pero en el campamento, las familias temen que sea de un momento al otro.

“Tenemos amenazas de que esta semana viene el desalojo”, dice Filiberto Margarito, uno de los habitantes del campamento.

“Estar aquí ha sido muy duro, los vecinos nos discriminan y nos dice que nos vayamos. Nos vienen a decir que nos van a quitar, ¿Si abren los carriles, a dónde nos vamos a ir a vivir? ¿Nos va estar otro desalojo sin órdenes judiciales, como los otros?” Estela Quirino.

Las 80 familias de indígenas otomíes, nahuas y tsotsiles que hoy viven sobre el asfalto ocuparon antes el predio ubicado en Roma 18, que alguna vez albergó la embajada de la España Republicana en México.

Son familias llegaron a la ciudad hace más de 30 años, y que ocuparon predios abandonados tras el terremoto de 1985. En un inicio, cuentan, pagaban renta al cuidador del lugar, quien los dejaba vivir en el lugar, pero de un día a otro desapareció sin dejar rastro y ellos permanecieron en el lugar.

Con el sismo del 19 de septiembre de 2017 el edificio en el que vivían resultó tan dañado que ya no se pudo habitar. Sin tener a dónde ir, la comunidad resolvió tomar las calles como hogar para que nadie más se apoderara del lugar.

Su estancia en la calle generó tensión con los vecinos, y fue creciendo hasta terminar en una enemistad abierta entre indígenas y vecinos, quienes reclaman la solución inmediata de la vía pública.

“Como la gente ya no pasa por la calle, nos han bajado las ventas más de 30 por ciento, ya no nos da para mantener el negocio. En este punto no sabemos si cerrar o aguantar un poco más”, dice el dueño de una cafetería, afectado por el cierre.

El pasado 30 de mayo, un grupo de trabajadores de la Alcaldía Cuauhtémoc desalojó a una parte de esta comunidad. De acuerdo con las autoridades, se hizo a petición expresa de los vecinos y no fue un desalojo, sino un “levantamiento de la vía pública” a petición de los vecinos.

Ese día, mientras los trabajadores se llevaban muebles y objetos de una parte de las personas del campamento, policías de la ciudad rodearon al resto del campamento por más de cinco horas para impedir la salida de sus habitantes.

Al día siguiente del desalojo, comenzaron a llegar obreros con material de construcción. Ahora, muros, vallas y alambre de púas dificultan el acceso al predio. Dentro, hombres armados resguardan el lugar.

El terreno está actualmente en un juicio para determinar su legítima propiedad. De acuerdo con los indígenas, una empresa llamada Eduardo S.A. de C.V. reclama la propiedad del inmueble, aunque no sabes a quién pertenece la empresa.

En la reunión con los vecinos, el alcalde Núñez –quien no ha buscado reunirse con los indígenas del campamento– aseguró que el inmueble es propiedad de Marcos Ushdi, con quien ya tuvo una reunión, pero no especificó bajo qué argumentos reclama la propiedad.

Núñez no tiene un plan para reubicar a las personas que solían vivir en el predio.

Asegura que buscará que sean atendidos por el instituto de vivienda, para que puedan conseguir un departamento; sin embargo, no tiene aún una oferta de reubicación.

En la calle, las familias siguen esperando.

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