Colectivos desentierran esperanzas de fosas clandestinas en Veracruz
Redacción / Notimex
El olor a muerte que emana del suelo es la señal irrefutable del hallazgo de una fosa clandestina. Envueltos en bolsas de basura, se exhumaron 298 cuerpos del Ejido de San Julián en el municipio de Veracruz, entre 2016 y 2018, los cuales se encontraron gracias a un método de rastreo implementado por colectivos de familias que buscan a parientes desaparecidos.
La técnica de exploración de predios, conocida como “envarillado”, se ha difundido a lo largo del país y consiste en introducir en el piso de tierra una varilla de 1.2 centímetros de grosor y entre 1.5 y 2.20 metros de largo. Si hay cuerpos bajo la superficie, la punta perfora tejido o topa con huesos.
En entrevista con Notimex, el señor Guadalupe Contreras Olea, quien desde 2014 se ha dedicado a la búsqueda de fosas clandestinas en Guerrero y Veracruz, explicó que a través de rumores o información anónima determina si en un terreno podría haber cuerpos, después se implementan las brigadas de búsqueda para identificar indicios y ubicar los entierros.
“Si estás en un terreno cerca de viviendas, la basura no te indica nada y donde no hay viviendas cerca, lo primero que buscan son basuras que no pertenezcan al lugar. Buscas árboles cortados, ramas de árboles, también buscas los hundimientos, los montículos, cualquier cosa”, explicó Don Lupe, como la mayoría lo conocen.
Don Lupe, quien se denomina como “buscador”, detalló que el hallazgo de una inhumación clandestina se da después de aplicar el envarillado, pues al sacar la barra, la persona recorre el metal con su nariz y detecta el olor de un cuerpo en descomposición.
“Es muy fuerte hay que tener estómago para soportarlo, hay compañeros que les queda el olor a pesar de que se laven o se hagan lo que se hagan”, aseguró
Originario de Iguala, Don Lupe acompaña a las brigadas del colectivo Solecito, quienes en tres años han detectado 155 fosas clandestinas en el Ejido de San Julián, el cual se encuentra en las inmediaciones del fraccionamiento Colinas de Santa Fe y mide aproximadamente 30 mil metros cuadrados.
El “buscador” expresó que al encontrar una fosa existen emociones contradictorias que van desde la satisfacción de que una familia encuentre a su desaparecido, hasta la tristeza de ver el destino que tuvieron los restos de un ser humano.
“Cuando te vas a buscar tú quieres encontrar, aunque tú sabes que a alguien le vas a causar un dolor, al mismo tiempo le vas a dar la tranquilidad de que van a tener donde ir a rezarle”, señaló.
Aunque de los 298 cuerpos encontrados en el Ejido de San Julián, la Fiscalía General del Estado de Veracruz (FGE) sólo ha identificado 17 personas.
Don Lupe inició a buscar a personas en fosas clandestinas después de la desaparición de su hijo en 2012. Aprendió las técnicas con las brigadas que en 2014 buscaban a los 43 normalistas de Ayotzinapa, con el colectivo Otros Desaparecidos de Iguala, recorrieron cerros y barrancos para encontrar una pista de sus familiares.
En su experiencia como “buscador” ha recibido agradecimientos por la actividad que realiza, aunque afirma que es desgastante y le genera incertidumbre de saber “que vaya a sentir cuando me digan, éste es el tuyo”.
En 2016 capacitó a integrantes del colectivo Solecito para identificar fosas clandestinas en Veracruz, desde entonces los acompaña a rastrear el Ejido de San Julián.
Sobre hasta cuándo seguirá perforando el suelo en busca de cuerpos, Don Lupe aseveró, “el día que yo encuentre a mi hijo ese día me retiro”.
Por su parte el colectivo Solecito, organiza las brigadas de búsqueda en dicho predio de lunes a viernes. Alrededor de las 7:00 horas se reúnen en la zona centro de Veracruz, para recoger sus herramientas, dirigirse al sitio y hacer labores de envarillado y remoción de tierra hasta el mediodía.
Jannette O’Relling Carranza, integrante del grupo, comentó que a la fecha trabajan para verificar que no queden restos humanos en ese terreno, pues continúan encontrando piezas óseas al remover la tierra.
“El último hallazgo que tuvimos fue el 12 de diciembre del año pasado y fue porque se están haciendo revisiones, donde ya se ha procesado, se está volviendo a rectificar para ver que la fosa marcada arriba coincida con el individuo que estaba abajo”, detalló.
O’Relling Carranza participa desde que iniciaron las brigadas el 3 de agosto de 2016. Ella busca a su hermano Romel (quien desapareció el 13 de mayo de 2014), a Juan Carlos Carranza Ramírez, Jonathan Rodríguez Flores, Fabián Flores López, Rigoberto Flores López y Francisco Xavier Murrieta Acosta.
“Es esperanza, porque todo lo que encontramos es un cuerpo que va hacia su familia de regreso, poco a poco y se te va asimilando el dolor, porque te vas haciendo la idea de encontrarlos como sea”, compartió O’Relling Carranza.
Puntualizó que en cada una de las fosas halladas en el Ejido de San Julián se exhumaron entre tres y 15 cuerpos.
Asimismo, lamentó que en la entidad no exista una base de datos para confrontar los cuerpos localizados en fosas con las denuncias de personas desaparecidas e instó a las familias a aportar su perfil genético a las autoridades.
“Las familias que tienen algún familiar desaparecido que denuncien y se hagan las pruebas para que los identifiquen, porque ellos merecen un descanso, de nada sirve que nosotros lo saquemos de una fosa clandestina si la familia no denuncia y no aporta su perfil genético”, aseveró O’Relling Carranza.
En este sentido, la FGE Informó en un comunicado que se avanza en la integración del banco de datos genético con campañas de toma de muestras a familiares de personas desaparecidas en diversos puntos del estado.
No obstante, las fosas clandestinas en Veracruz siguen apareciendo. A finales de marzo en el municipio de Río Blanco colectivos encontraron diez fosas con 15 cuerpos en ellas, sepultados presuntamente por el crimen organizado.
Asimismo, el pasado 17 de abril la fiscalía estatal informó del hallazgo de un predio ubicado en la zona centro de Veracruz, en el que fueron ubicados 36 puntos positivos de probables fosas clandestinas.
El fiscal general del estado, Jorge Winckler Ortiz comentó en una conferencia de prensa que el terreno (cuya ubicación no se ha dado a conocer) se encuentra actualmente asegurado y hasta el momento sólo se ha explorado un diez por ciento del total de su magnitud.
Precisó que las fosas halladas están a menos de medio metro de la superficie y el terreno cuenta con difícil acceso por lo que en diversas reuniones acordarán la forma de participación de los colectivos dentro de las diligencias que se llevarán a cabo en las próximas semanas o meses.
Por su parte la Comisionada Nacional de Búsqueda de Personas, Karla Quintana Osuna, declaró que del 1 de diciembre a la fecha en diversas entidades del país se han contabilizado al menos 100 fosas clandestinas, que no necesariamente coinciden con el número de cuerpos o restos humanos encontrados.
Sobre la participación de las autoridades en las brigadas de búsqueda, la miembro del colectivo Solecito, O’Relling Carranza comentó que aunque la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas Desaparecidas los ha acompañado en sus proyectos, por ser de reciente creación, no cuenta con los recursos necesarios para agilizar la localización de personas y cuerpos.
“Aquí si las autoridades trabajaran de la mano otra cosa sería, hubiera más posibilidad de entrar a puntos que nos dan enseguida, pero desgraciadamente no existe el apoyo al cien”, expresó.
Notimex solicitó entrevista sobre el tema con el Comisionado Estatal de Búsqueda, Geiser Manuel Caso Molinari, sin embargo, no fue concedida aludiendo razones interinstitucionales.
Así como en el Ejido de San Julián, en diferentes puntos de Veracruz, los colectivos de familias usan como herramientas cubrebocas, guantes, mascarillas, lentes para la arena, repelentes, protector solar, palas, marros y varillas para registrar el suelo rústico del estado, con la intención de hallar los restos de seres humanos depositados en inhumaciones clandestinas.
En su mayoría, cada una de los integrantes que participan en las brigadas de exploración de terrenos lo hace con el impulso de encontrar a una persona cercana que está desaparecida.
Tal es el caso del señor Gonzalo Gómez García, quien busca a su jefe y amigo de toda su vida, Edilberto Malpica, luego de que una mañana un comando armado lo secuestró.
El también miembro del colectivo Solecito, narró que a pesar del tiempo y de que su brigada disminuyó de 25 a cuatro integrantes, él sigue con las labores de rastreo y envarillado, incluso ya lo asume como un trabajo que le deja la satisfacción de ayudar a otras personas.
Comentó que la búsqueda de su amigo comenzó antes de pertenecer al colectivo, sin embargo, al incorporarse aprendió las técnicas de localización de fosas con el “buscador” Guadalupe Contreras Olea, y se sorprendió en sus primeros hallazgos.
“Al principio era una impresión inexplicable que te digan, ‘hay la posibilidad de que aquí haya un cuerpo o dos’, y de qué manera te lo vas a encontrar o cómo lo hicieron.
“Cuándo pensaste que ibas a buscar a otra persona, a un ser humano de esa forma y menos en un rancho, cuándo vas a pensar que en una zona ganadera, debajo de la tierra vas a encontrar a otro ser humano”, manifestó Gómez García.
Luego de participar en el hallazgo de los 298 cuerpos en el Ejido de San Julián, Gómez García solicitó a las autoridades sensibilizarse al momento de otorgar los permisos de búsqueda en predios, pues aseguró ello agilizaría la localización e identificación de personas y contribuiría a generar confianza en las instituciones.
Afirmó que planea seguir buscando a personas desaparecidas en fosas clandestinas por los suelos de Veracruz, además de que compartirá su conocimiento con otros interesados, con la única intención de ayudar y llevar tranquilidad a las familias.
“A mí en lo especial me gustaría seguir ayudando a muchas personas, yo estoy dispuesto a ayudar para que se esclarezcan todos los casos”, afirmó.