Colectivo Altepee. La música y el fandango en defensa del Territorio

Colectivo Grieta

Fotografía tomada de http://colectivoaltepee.blogspot.com/

En tiempos en que la tormenta capitalista avanza sobre el territorio nacional y destruye a su paso las últimas fibras que sostienen el tejido comunitario, recuperar el sentido del fandango y las celebraciones tradicionales es una de las formas de resistencia que permite defender la identidad de quienes habitan la tierra. El Colectivo Altepee, conformado principalmente por jóvenes de entre 20 y 24 años, en su mayoría indígenas popolucas y nahuas del sur del estado de Veracruz, aunque también los hay originarios de Michoacán y de la Ciudad de México, han encontrado en el son jarocho una forma de resistir frente al despojo de las grandes empresas. Este colectivo, más allá de los espacios en común compartidos, han encontrado en la música un cabo firme al cual aferrarse y desde el cual mantenerse unidos.

Hace diez años fue que este colectivo empezó su trabajo con la música, expresión cultural que forma parte esencial de las raíces identitarias de la zona sur de Veracruz, conformándose en un espejo de la riqueza cultural y natural de la región. Fue así que la historia de Altepee comenzó por el gusto por la música, la organización de los fandagos y la fiesta tradicional de la comunidad. Nos explican que: “…a la hora de acercarte a la música te vas acercando a los contextos de los pueblos. Se empezó haciendo fandangos meramente por el gusto de juntarse y poder darle continuidad a nuestra tradición, tener y garantizar el relevo generacional, y a través del fandango nos fuimos conociendo”. Sin embargo, con el paso del tiempo otros factores como el ingreso de algunos de estos jóvenes a la Universidad intercultural que se encuentra en esa región y el interés que existe por el son jarocho por parte de gente de fuera, permitió ir construyendo lazos comunitarios cada vez más sólidos. “Si bien, no todos estamos en la Universidad, es a partir de esas conexiones y de los fandangos que empezamos a conectar más con las cuestiones comunitaria y al conocer a más personas de ese mismo entorno pues fuimos saliendo a conocer Oaxaca, Chiapas, la Ciudad de México, distintos lugares y a la hora de relacionarse no sólo por compartir las cuestiones musicales, nos planteamos el asunto de que no sólo fuera de un lado para otro, sino que fuera mano vuelta. Entonces a la gente que venía a tomar talleres de son les preguntamos ¿tú qué sabes hacer?, y así empezamos aprender lo del video, fotografía, serigrafía, a conectarse con más personas donde elaboran los instrumentos”. Otro factor que influyó en las tareas del colectivo fue que en esta región cercana a Acayucan, la riqueza de los recursos naturales ha hecho que grandes empresas capitalistas estén al acecho y busquen entrar a explotar la zona, por lo que el trabajo de información que hacen las radios comunitarias del lugar ha jugado un papel importante en dar a conocer esta situación para tratar de frenar su voracidad.

“Pues como te comentaba hay muchas riquezas que están acechadas, entonces donde están todas esas comunidades, que es donde está la música hay mucha gente que está organizada en cuestiones de la defensa de su territorio, de su identidad, de su cultivo, de la comunicación, entonces la radios comunitarias, porque son comunitarias y no son comerciales, surgen de la necesidad de compartir todas estas cuestiones y a través de un proceso de reflexión nos dimos cuenta que era necesario hacer más que solamente música”.

En el colectivo pronto se dieron cuenta que además de impulsar las radios comunitarias era necesario hacer algo más: había que organizarse con otros para resistir y defender la región. Fue así que iniciaron su colaboración con la Red de Articulación de la Sierra de Santa Martha, que defiende el territorio contra los megaproyectos que quieren entrar a la zona, entre los que se encuentran la minería, parques eólicos, fracking y extracción de hidrocarburos en el mar. “La Red de Articulación la Sierra de Santa Marta defiende sus posibilidades en la Sierra, ahí, en el día a día, en el campo, nosotros lo hacemos con la música y otros compañeros lo hacen de otras formas, desde sus posibilidades o desde sus oficios se va armando esta articulación o esto trabajo que se hace. Es por eso que el colectivo tiene muchas perspectivas, también de la música, del territorio, de los recursos que genera el colectivo que es música, los discos o un libro que hacemos”.

La información sobre estos proyectos de destrucción capitalista encontró su camino en libros, documentales y en las décimas de sus sones. “Mucha gente a veces nos puede decir que no entienden cómo un son o cómo una décima habla del fracking, o porqué, mucha gente incluso puede llegar a tener desconfianza, ¿Quiénes son ellos? Somos nosotros los que vivimos ahí, somos los que sentimos la necesitamos comunicar a través del verso y de la música las problemáticas que existen en nuestros pueblos. O por ejemplo hay compas que rapean y pues hay un rap del fracking y eso permite que las demás personas que están por allá, puedan escuchar o puedan tener información que a veces se queda aquí arriba, en la academia, y no baja”. A partir de que se dieron cuenta de la importancia de las radios comunitarias en la defensa de su territorio, empezaron a construir una radio por internet propia: Radio Altepee. Este proyecto aún está en proceso, pero en él ven la oportunidad de construir una herramienta que ayude a resistir las consecuencias de la migración, una de las problemáticas que con más fuerza golpea a los jóvenes de sus comunidades.

De manera paralela también han estado trabajando de manera colectiva en un espacio en Acayucan, que es una casa que se llama “Sembradoras”, donde se puede comer, conocer música y construir instrumentos. En ese espacio trabajan cuestiones de producción, de formación y de comunicación, nos dicen. Ahí también se organizan los talleres de música, serigrafía, que imparten los compañeros del colectivo.
Entre otros objetivos el Colectivo Altepee se plantea ser puente entre las comunidades campesinas y las urbanas. Cuentan que a sólo 30 minutos de Acayucan están muchas comunidades indígenas y campesinas del sur de Veracruz donde todavía se conservan prácticas ancestrales que se remontan a las raíces más antiguas de los pueblos originarios de México. Desde esta perspectiva, la fiesta y el fandango, son modelos de organización comunitaria que se remonta a los tiempos de antes de la llegada de los españoles a tierras mexicanas: “El fandango se hace con el trabajo de todos. Hay quien pone la masa, porque tiene molino, hay quien ayuda a cortar el papel…” y otros que ponen la música. Y así la fiesta se hace con el trabajo coordinado de todos. Afirman que el trabajo suple el dinero y que con trabajo y confianza se generan recursos y organización. Así, el Colectivo Altepe, no es un grupo más del llamado movimiento jaranero, es un Colectivo al servicio de su comunidad, pues nos explican que el Fandango no es sólo bebida y relajo, sino es, sobre todo, compromiso, con tu barrio, tu comunidad, tu región, con tu gente. No se trata sólo de pasarla bien, sino de aprender, de conocernos, de comunicarnos. “El fandango también nos enseña a organizarnos”.