Antena irradia nocivo “electroesmog” en la colonia del Maestro, Oaxaca
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Citlalli Luciana,
Los médicos le dijeron que tomará dos años la descontaminación su cuerpo, las secuelas son irreversibles. Durante 13 años vivió en su casa “como un ratón en una caja de zapatos dentro de un microondas”, describe fulminante Alma, afectada por contaminación electromagnética o electrosmog.
Vibración en paredes y vidrios. Un zumbido aturdidor clavado como rayo para resquebrajar pisos, muros, techos, oídos y cabeza. En el aire una nata flotando que impedía la vida de las aves. Árboles avejentados y ramas vacías de flores. En la etapa más críticas, dolores que llegaban al vómito. Así lo recuerda.
La antena prácticamente montada sobre la zona habitacional
El desastre inició en 2004 con la instalación de una antena de telefonía celular de la empresa American Tower, la segunda con mayor cantidad de torres en operación en todo el país, según lo firma TowerXchange.
El aparato fue empotrado en plena zona habitacional y no a 200 metros de distancia, como mínimo, marcado por la reglamentación.
Alma fue la más afectada con el artefacto colocado a menos de cinco metros de su vivienda. Las ondas emitidas día y noche ulceraron su cuerpo, destruyeron una ensima del hígado, dañaron su oído y desataron un sinfín de alergias.
Recuperan el sueño perdido
Para quienes habitan sobre la calle 10 de mayo de la colonia El Maestro, el caso está cerrado. Tienen certeza de que no recuperarán su salud y que tampoco habrá una reparación del daño. Su único alivio es que, a través de una batalla de 13 años, incluso teniendo en contra a las autoridades municipales, la antena fue retirada y con ello recuperaron el sueño que literalmente habían perdido.
El valor y la tenacidad de Alma contrasta enormemente con su complexión pequeña, los anteojos que pocas veces retira del arco de la nariz, la voz compasiva y el caminar desahogado de sus 57 años. La mujer, quien es comerciante, dirigió el movimiento emergido por la violación a su derecho a la salud y al medioambiente.
Se sienta con tranquilidad en la sala de su casa. La luz del día entra a raudales por el ventanal que, por más de una década, estuvo sellado con madera, cartones y unicel para amortiguar el zumbido de la antena.
Despliega en la mesa una serie de documentos. Un certificado médico corrobora como diagnóstico estrés electromagnético. En sus brazos se desvanecen las úlceras en manchones negros y piel quebradiza.
Otro documento oficial legitima el daño auditivo y trastorno de sueño. Un sello al calce avala la prescripción de Valium, medicamento utilizado en un caso extremo de en situación de tensión.
El daño no reconocido
La médica Catalina Ezpina, habitante de la zona, es otra persona afectada por la contaminación electromagnética.
-Es como escuchar permanentemente un piiiiiiiiiiiiiii. Algo que molesta, todo el tiempo se oye. A mi me descartaron que fuera la presión, triglicéridos, colesterol. Salí bien del estudio, entonces creemos que es como secuela de la antena. Aquí en casa, los ventanales vibraban.
-¿Y después de la antena?
-Recuperamos nuestra tranquilidad, pero no la salud.
Sobre esa calle aún habitan 15 familias, otras dos la abandonaron; en un caso, aconsejados por un médico y otra más por las afectaciones estructurales a su vivienda generadas por la vibración. Haciendo un recuento, fueron cuatro las personas que, en el lapso de 13 años, murieron por algún tipo de cáncer; la mayoría vivía con dolores de cabeza y problemas de audición.
Los daños
Rolando Hernández es padre de una joven con pérdida auditiva.
-El doctor nos comentó que la antena podría ser una posible causa por las ondas que emitía el artefacto, y lo decimos así porque fueron muchos, no fue un solo caso.
-¿Por qué no demandaron la reparación del daño?
-El problema siempre fueron las trabas que se pusieron. El sistema de impartición de justicia está pésimo y para todo piden que tu lo compruebes. Ellos como impartidores de justicia parecen que encubren.
A ocho meses de retirada la antena ninguna autoridad municipal o estatal de salud o ecología, acudió a la zona a verificar los daños y secuelas.
Para las autoridades no hay daños a la salud que sean comprobables.
Encubrimiento o complicidad oficial
En mayo de este año, la Secretaría de Salud, a través de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), informó a la Cámara de Diputados que “no hay pruebas científicas convincentes de que las señales de radiofrecuencias de las antenas de telefonía móvil, radio y televisión, tengan efectos adversos a la salud”.
Sin embargo, la misma legislatura federal mencionó que cerca de mil 500 familias de un total de seis mil 500 con residencia en el fraccionamiento Residencial Revolución, en San Pedro Tlaquepaque, Jalisco, han denunciado deterioros en su salud, con síntomas como dolores de cabeza, mareos, insomnio, fatiga, náuseas, irritación de los ojos y casos de cáncer, entre los vecinos que habitan en las cercanías de instalaciones de base de redes.
Desde 1996, la Organización Mundial de la Salud (OMS) creó el Proyecto Internacional CEM (Campos Electromagnéticos) para evaluar las pruebas científicas de los posibles efectos sobre la salud y medioambiente.