Denuncian la desaparición de 200 migrantes de caravana tras redadas del INM
Gabriela Hernández
PUEBLA, Pue., (proceso.com.mx).- Integrantes de la Caravana Viacrucis del Migrante denunciaron aquí que más de 200 centroamericanos que participaban en esta movilización están desaparecidos luego que tuvieron que dispersarse en la localidad de El Encinal, Veracruz, a causa de redadas migratorias que lanzó en su contra el gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto.
Los migrantes confirmaron lo dicho por el presidente Donald Trump en un mensaje vía Twitter, ya que el gobierno federal incluso hizo uso de la fuerza pública para desarticular parte de la Caravana Viacrucis del Migrante a su paso por Veracruz, tanto que a la fecha se desconoce el paradero de decenas de sus participantes.
“La Caravana está dividida en gran medida gracias a las fuertes leyes de inmigración de México y su disposición a usarlas para no causar una escena gigante en nuestra frontera”, escribió el mandatario estadunidense el 5 de abril.
Entrevistados a su llegada a Puebla, algunos de los centroamericanos narraron que la movilización de hondureños, nicaragüenses, guatemaltecos y salvadoreños -que salió de Tapachula, Chiapas, el 25 de marzo, con un contingente de aproximadamente 1,500 migrantes- se dividió en Matías Romero, Oaxaca.
El salvadoreño Oscar Cardona dijo que, aparentemente a partir de las presiones que ejerció el gobierno de Estados Unidos sobre el de México, a un grupo de 500 personas, entre ellas cuatro mujeres, los organizadores les dijeron que tenían que subirse a la llamada “Bestia”, como se le conoce al tren, para seguir su camino.
Hasta la tarde de este 6 de abril, sólo unos 50 de los 500 centroamericanos que se subieron al tren en Matías Romero, Oaxaca, habían llegado a Puebla, luego de que en la ruta tuvieron que desperdigarse por la persecución que sufrieron por parte del INM, que incluso en Orizaba detuvo alrededor de 200 integrantes de la Caravana.
Cardona, y otros 11 migrantes, denunciaron este hecho ante visitadores de la Comisión de Derechos Humanos de Puebla para pedir que se busque, incluso en la sierra, a sus compatriotas que seguían sin aparecer. Temen que algunos de ellos hayan sido víctimas de la delincuencia organizada que opera en Veracruz.
Sin embargo, uno de los organizadores, Josael Romero, integrante de Pueblos Sin Fronteras, negó que hubiera participantes de la caravana desaparecidos y atribuyó esa versión sólo a “rumores”.
Los organizadores, no obstante, dieron cifras confusas sobre los participantes en la caravana, mientras que Romero reconoció que el grupo que salió de Chiapas se conformó por mil 500 migrantes.
El sacerdote Gustavo Rodríguez señaló que a la tarde del viernes habían llegado a Puebla sólo 820 y que ya no se esperaba que arribaran más.
Romero dijo que la Caravana Viacrucis del Migrante estará hasta el lunes en Puebla, para dirigirse a la Ciudad de México donde tomarán la decisión sobre si seguirán hasta la frontera o desintegrarán la marcha.
En esta ciudad, los centroamericanos recibían este fin de semana varios cursos sobre Derechos Humanos y asesoría legal sobre las posibilidades que tienen de recibir refugio en México o en Estados Unidos.
Un verdadero Viacrucis
Entrevistado en el patio de la Iglesia de la Asunción, el salvadoreño Oscar Cardona dijo que ya no tienen clara la fecha en que el grupo de 500 migrantes, en su mayoría hombres, recibieron instrucciones de subirse al tren en la localidad de Matías Romero, Oaxaca.
“Al llegar a Medias Aguas, Veracruz, llegó uno de los organizadores de la Caravana y nos dijo que allí se acababa todo, que cada quien viéramos cómo salvábamos el pellejo y que a ver cómo le hacíamos”, relató.
Pese a esta advertencia, el grupo de 500 se mantuvo compacto y se asumieron aún como parte la Caravana.
Otro migrante de nombre William Alexander Laínes, también salvadoreño, recordó que luego de esto hicieron una parada en Tierra Blanca, donde recibieron el apoyo de la población, para después volver a retomar el viaje sobre “la Bestia”.
“Hasta llegar a Orizaba el grupo de 500 migrantes permaneció unido, pero en ese punto ya nos estaban esperando agentes de Migración, con Policías Federales, que se subieron a las góndolas a darte choques eléctricos, a tirarnos del tren, a tirarte tus cosas, comida, ropa, lo que trajéramos”, narró.
En el lugar había 10 minivans y los agentes de Migración les dijeron que era el transporte que usarían para llevarlos a “su destino”, según agregó Cardona.
“Pero el destino era la cárcel, empezaron a bajar a los que pudieron y metieron como a 15 en cada una de las minivans, hasta que las llenaron, y durante la noche siguieron agarrando a otros, calculamos que fueron como 200 los que se llevaron en ese momento”, agregó el salvadoreño.
Cuentan que uno de los elementos de Migración se justificó ante ellos: “Yo sólo sigo órdenes”, les dijo.
“¿De quién, de Peña Nieto o de Donald Trump?”, le increpó Cardona, sin recibir respuesta.
Luego de esta redada, los migrantes que lograron escapar se reagruparon y continuaron su camino a pie siguiendo las vías del tren hacia El Encinal, Veracruz, donde estiman que aún llegó un grupo de alrededor de 300 centroamericanos.
“En ese camino veníamos como en una psicosis porque detrás veíamos carros de los federales, nos estaban acechando, caminamos y caminamos y luego nos empezaron a seguir chamacos que andaban armados y que iban en motos y carros”, recordó Laínes.
Se instalaron en El Encinal, pero un grupo de policías municipales llegó hasta donde estaban para advertirles que tenía órdenes del presidente municipal de que si no se iban en las próximas horas los iban a meter presos a todos y los iban a entregar a Migración.
De ahí, asustados por la amenaza y lo que acababa de ocurrir con sus compatriotas, algunos intentaron volverse a subir al tren, pero los vagones ya iban custodiados por policías que les dispararon y que aventaban a todo el que quisiera abordar a “la Bestia”.
Cardona refiere que este fue el punto en que el grupo se subdividió y algunos se organizaron para tomar diferentes rutas.
Erasmo Salvador Aguirre, quien es cabo de la Fuerza Naval de El Salvador, recuerda que él encabezó un grupo de 12 jóvenes que decidieron atravesar la sierra luego de que una persona les aseguró de que al otro lado estaba Puebla.
Sin alimento, agua, ni teléfonos, gracias a su entrenamiento militar logró guiarlos por el monte y caminaron un día completo hasta que lograron salir a la altura del municipio de Esperanza, ya en Puebla.
Otros siguieron por carretera o por las vías del tren y, los que aún conservaban dinero, pudieron tomar un autobús.
El hondureño Alex Amaya llegó a la iglesia de la Asunción en Puebla la tarde del jueves con los pies reventados de ámpulas después de caminar tres días seguidos desde la Ciudad de Mendoza, Veracruz.
Cardona dijo que tenían reportes de algunos de sus compañeros que ya estaban en sus países de origen tras ser deportados, sin embargo de la mayoría de los 200, que calculan que fueron detenidos por el INM, aún seguían sin tener reportes.
“Sus familias nos están hablando para preguntar por ellos y no sabemos qué contestarles”, comentó.
“Peña Nieto y Donald Trump se han convertido en un calvario para nosotros los migrantes”, añadió el salvadoreño.
Opinó que el presidente Peña tendría que tomar en cuenta que lo que le hacen a los centroamericanos en México igual en Estados Unidos se lo hacen a los mexicanos y que, aunque busque congraciarse con Trump, el presidente estadunidense de ninguna forma le va a corresponder con un trato distinto para los mexicanos en país vecino.
Pese a todo lo ocurrido, los entrevistados aseguraron que continuarán su recorrido para intentar cruzar la frontera hacia Estados Unidos.
Laínes contó que no tiene opción pues al ser una persona joven, en El Salvador es acosado constantemente tanto por los integrantes de la Mara SAlvatrucha y de “la 18” para que se sume a una pandilla.
Igual, el soldado Erasmo Salvador relató que ya no puede regresar a su país pues mató a un integrante de una pandilla que pretendió asesinarlo. Aunque afirmó que fue en defensa propia, señaló que este hecho lo expone a una muerte segura ya sea en la cárcel o en la calle, sería ejecutado por la organización delictiva a la que pertenecía su agresor.
Otros de los migrantes hicieron referencia a la difícil situación económica y social que se vive en sus países, donde incluso los servicios de salud se privatizaron y todos los productos se han encarecido.
“O nos morimos en allá o nos morimos en el camino, pero allá es seguro que nos morimos, aquí tenemos posibilidades que a lo mejor no”, justificó uno de ellos.