Tras civiles que irrumpieron en Zitlala están Los Ardillos, obispo Rangel
El Sur
Alfonso Marín,
Su intención es “ir apoderándose de estos territorios para ir ganando terreno a otros narcotraficantes”, señala el responsable de la diócesis de Chilpancingo. Señala no obstante que gracias al dominio de ese grupo en Chilapa en lugar de Los Rojos, “las cosas están más tranquilas”.
El obispo de la diócesis Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel Mendoza, aseguró que la incursión de 300 civiles armados del grupo Paz y Justicia en Zitlala, en realidad fue un “desplazamiento” del grupo de Los Ardillos contra Los Rojos.
Remarcó que en Guerrero operan varias bandas delincuenciales y el “grupo” que predomina en el sureste de la entidad, “es decir, Los Ardillos, va cada vez más recorriéndose hacia Zitlala”.
Recordó que hace un año esa misma organización tomó Chilapa, y ahora se ha extendido hacia municipios aledaños, “para mí esa fue la intención, ir apoderándose de estos territorios para difundir su influencia e ir ganando terreno a otros narcotraficantes”.
El martes en la noche, alrededor de 300 hombres armados pasaron por una ruta alterna, para no entrar a la ciudad de Chilapa, e irrumpieron en Zitlala, donde instalaron un retén en la entrada para catear casas, en busca de la esposa de uno de sus compañeros que desapareció en la ciudad.
Durante el sábado, al menos 12 helicópteros y una avioneta de la Marina sobrevolaron la cabecera de Chilapa y sus alrededores, para evitar que el grupo de civiles armados entrara a las cabeceras municipales de Zitlala y Chilapa.
Consultado sobre el tema, a las 7 de la noche en la sacristía, antes de oficiar la misa en la catedral de la Asunción, Rangel Mendoza manifestó que en realidad quien irrumpió en Chilapa fue el grupo Los Ardillos, “quienes fueron echando hacia afuera a Los Rojos, que estaban en Chilapa hace un año, y ahora estaban en Zitlala; era la línea divisoria, y creo que fue la intención que llevaban estas personas”, dijo, en alusión al grupo Paz y Justicia.
Al obispo se le preguntó si considera un pretexto que fueron a Zitlala en busca de la esposa de uno de sus integrantes y contestó: “De eso no estoy seguro, pero me suena a que es pretexto. Yo lo que puedo añadir es lo que dicen por ahí, ‘de los males el menor’, y yo no sé qué impresión tengan de un grupo o de otro, pero ciertamente uno es más violento que el otro, y sí, ciertamente cada vez se va extendiendo más este grupo que le llaman Los Ardillos”.
En cuanto a si el posible “desplazamiento” podría suscitar más violencia en esos municipios, Rangel Mendoza añadió que en los territorios donde las bandas delictivas han sustituido a la autoridad legal, “hay más orden, más disciplina y no hay tantos secuestros, no hay asesinatos, no hay levantamientos; realmente son tierras donde ya se camina con más seguridad”.
Dijo que con la “toma” de Los Ardillos de Chilapa, hace un año, “las cosas están más tranquilas, aunque sigue habiendo pequeños incidentes, pero lo que antes era Chilapa y Zitlala, tierra de nadie, ahora estos grupos ofrecen más seguridad”.
–¿Pero no considera que ante el desplazamiento pudiera resurgir la violencia? –se le insistió.
–Yo espero que no. Casi estoy seguro que no habrá más problemas.
Sobre la intervención de la Policía Federal y el Ejército en Chilapa y Zitlala, el prelado argumentó que cualquier tipo de acción de las corporaciones policiacas, que ayude a coadyuvar en el orden, será bienvenida.
Aunque abundó que la mayoría de las veces, la Policía Federal y el Ejército actúan como árbritos entre las bandas criminales.
Asimismo, reiteró que la fuerza militar y policiaca no es la solución para revertir los conflictos delincuenciales, “por ello debe hacerse un desarrollo integral, para conocer las causas y reducir los efectos”.
Reiteró que el grupo Los Ardillos ha dominado el último año en Chilapa, “pero siempre y cuando, como lo dicen ellos, ‘nosotros somos narcotraficantes, pero no somos sicarios’.
–¿A usted se lo han dicho esto personalmente?
–Bueno, las personas me han dicho a mí lo que opinan ellos – dijo, y se negó a seguir hablando del tema.
Sobre la liberación de los 71 detenidos durante el desalojo en el bulevar Vicente Guerrero y la Autopista del Sol, el 28 de abril, de quienes pagaron de fianza un total de un millón 461 mil 819 pesos, Rangel dijo que se debe guardar el Estado de derecho y quienes quebrantan leyes y violentan el derecho a terceros deben ser castigados.
Subrayó que mantener a las personas varadas durante un bloqueo de 10 horas fue algo “brutal” y debe ser castigado y perseguido, “¿pero quién organizó esto? El agua está todavía medio revuelta”.
Expuso que el bloqueo se les “achaca” a los amapoleros de la sierra, sin embargo, abrió la interrogante acerca del poder de convocatoria de los serranos con los transportistas, “yo creo que aquí hay muchos hilos, que tenemos que ir desatando poco a poco”.
Posteriormente, a las 8 de la noche, el obispo encabezó en la sacristía un acto alusivo al 50 aniversario de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, donde leyó un texto del papa Francisco en el que remarcó que la comunicación tiene el poder de crear puentes entre las personas, las familias, los grupos sociales y los pueblos.
Enfatizó que las palabras y acciones de los comunicadores “deben ser apropiadas, para ayudarnos a cambiar las conductas inapropiadas y a salir del círculo vicioso de las condenas y venganzas, que siguen enmarañando a individuos y naciones, y que llevan a expresarse con mensajes y odio”.
Un reportero preguntó si se reducirán las actividades religiosas debido a la violencia que prevalece en la ciudades y comunidades de la diócesis.
“Los que se dedican a hacer el mal también son cristianos y tienen fe, y hasta hoy ellos tienen el aprecio hacia los sacerdotes y la Iglesia; realmente nosotros nos movemos de norte a sur y no nos ponen obstáculos. Ellos son un gremio que tienen necesidades y urgencias, donde también se bautizan, casan y mueren. Hasta el momento nadie me ha impedido nada, más bien el Ejército es el que me ha frenado más veces, y no estas personas”, respondió.
A pregunta sobre el plazo de un año que pidió el gobernador Héctor Astudillo para reducir la delincuencia en la entidad, Rangel Mendoza manifestó que declarar plazos es “difícil y peligroso”.
Recordó que el ex presidente panista Vicente Fox Quesada, durante su campaña dijo que en tres meses solucionaría el conflicto civil en Chiapas, “pero cuánto tiempo va y no se arregla nada”.
Rangel invitó a los reporteros a mantener el optimismo y no perder la esperanza para sacudir el miedo, “porque los asesinatos y bloqueos son para intimidar a la población y así fácilmente operan los grupos delictivos”.
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