500 osamentas despedazadas por maquinaria cortante en la ruta de la muerte
Miguel Ángel León Carmona
Amatlán de Los Reyes, Veracruz, 25 de abril.- En 15 días, la Primera Brigada Nacional de Búsqueda de Desaparecidos no sólo ventiló los olores a muerte en la zona centro del estado de Veracruz; también exhibió a la Fiscalía General de Luis Ángel Bravo Contreras, dependencia que a los restos óseos hallados en 15 “cocinas” clandestinas, llamó pedazos de madera.
Después se retractó del disparate publicado en un boletín de prensa. Ofreció disculpas a los familiares afectados.
El resultado de la estadía en tierras jarochas, fue la ubicación de al menos 500 osamentas, todas despedazadas por maquinaria cortante y manchada de tizne por las altas temperaturas infernales a las que fueron sometidas. Extracto de los logros dictados en conferencia de prensa por la brigada en el Centro de Derechos Humanos Agustín Pro, en la Ciudad de México, la semana pasada.
Buscadores de seis estados de la república: Guerrero, Coahuila, Sinaloa, Chihuahua, Morelos y Baja California, rastrearon alrededor de 20 puntos, en ocho municipios del sector centro del estado de Veracruz, todos señalados como posibles sembradíos de cadáveres: Acutlzingo, Nogales, Huiloapan, Ixtaczoquitlán, Córdoba, Amatlán, Omealca y Paso del Macho.
Las versiones de personas anónimas coinciden con la declaración de Manuel Antonio Mirón Rebolledo, Delegado de los Servicios Periciales en la región Córdoba – Veracruz, quien afirmó que los municipios marcados como focos rojos son Orizaba, Mendoza y Córdoba, en donde se tienen 400 carpetas de investigación de personas desaparecidas, del año 2015 a la fecha.
Además, el colectivo Córdoba – Orizaba, representado por Aracely Salcedo Jiménez, madre de Rubí Salcedo, joven plagiada presuntamente, por el cartel de los Zetas, documentó 72 casos de desapariciones; la mayoría no cuenta siquiera con denuncia.
El doctor Iván Martínez Duncker, responsable del grupo científico de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM), afirma que se tomaron 60 muestras de Ácido desoxirribonucleico, (ADN) a familiares de desaparecidos, perfiles genéticos que serán confrontados con los restos humanos que la brigada nacional resguardó debidamente.
Movimiento puesto en marcha por ciudadanos hastiados del operar de las autoridades veracruzanas, cobijados por la Diócesis de Córdoba y el Párroco de Amatlán de los Reyes, Julián Verónica, quien comparte que “ya nadie está exento de la inseguridad en la región. Ni uno como sacerdote se siente seguro”.
Las familias buscan tesoros: corazones que dejaron de latir; 15 días adentrados en terrenos infestados de halcones y malandros. Nada detuvo la necesidad de reencontrarse con sus muertos. Los brigadistas ahora afirman que el trabajo apenas comienza y rastrearán las demás regiones del estado próspero, del priista Javier Duarte.
“RASTREAMOS CAMPOS DE LA MUERTE”
El arribo de los visitadores se dio el sábado 09 de abril, el sacerdote Julián Verónica oró por ellos y bendijo sus herramientas de trabajo; reatas amarillas, picos, palas y botas contra picaduras de víbora. Así emprendieron la búsqueda, sin estudios bastos, ni dinero, pero con el deseo fervoroso de reunirse de nueva cuenta con sus muertos.
El domingo 10 de abril, un grupo de búsqueda avanzada acudió al primer punto; un predio llamado El Infiernillo, en la comunidad de Cecilio Terán, Nogales, Veracruz. Allí sólo fue localizado un ticket de compra de un uniforme de dama, una factura del estado de Sinaloa y un pantalón de mujer, despedazado.
Según compartieron los informantes, “por acá se dan un chingo de pleitos por la plaza entre los Zetas, el Cártel de Jalisco Nueva Generación y la Sangre Nueva Zeta, que son desertores de La Última Letra. Aquí es un tiradero de muertitos a cielo abierto, a muchos ellos mismos los recogen, a otros la gente debe de llamar a las autoridades”.
El segundo punto señalado, fue en la comunidad de Chiltepec, perteneciente a Ixtaczoquitlán, Veracruz. Municipio donde la gente se ha acostumbrado a los enfrentamientos entre malandros y policías. Para muestra, el día 22 de abril de 2016, tres jóvenes fueron abatidos en una balacera, iniciada frente a la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Veracruzana, en Orizaba y finalizada con sangre y balas a 15 minutos del origen de la disputa. Allí no se encontró nada.
Finalmente, los brigadistas ascendieron el cerro “El Gentil”, en el municipio de Huiloapan de Cuauhtémoc. Ahí se encontraron dos socavones, marcados como sospechosos. Sitio que no ha podido ser revisado por falta de herramientas. De este lugar, los informantes aseguran “es la guarida de los malos, ahí matan a la gente. Los gritos se escuchan bien fuerte”.
Para el día lunes 11 de abril, un grupo de 50 buscadores acudió al predio La Pochota, en el municipio de Amatlán de los Reyes, Veracruz. Los rastreadores cercaron un área de 70 metros, donde encontraron un cartucho quemado calibre 20 para escopeta, al lado de un aparato sexual con argolla de acero que ensancha la cabeza del pene.
El indicio se ubicó a 40 metros de un pozo de riego para los sembradíos de caña, agujero donde fue encontrado el cadáver putrefacto de Liliana Aguilar Sánchez, el pasado 12 de abril de 2012. Según reportes periodísticos, la finada fue víctima de violación.
Entre los cañaverales también fueron registrados kilos de prendas bañadas en sangre; tallas y modelos exclusivos de jóvenes y niños. Los principales mártires en el mundo del crimen organizado y la violencia; la carne de cañón, como le llaman. Así terminaba el segundo día. Con lágrimas de dolo por parte de los familiares, pero obligados a encontrar la funesta verdad.
Para el 12 de abril, los anónimos depositados en alcancías de la parroquia de los Santos Reyes, llevaron a los buscadores hasta la localidad de Xuchiles, Omealca, Veracruz. El rastreo se vio mermado por una llamada de alerta:
“Recibimos una llamada diciendo que a donde vamos es un lugar caliente; un tiradero de cadáveres. No sabemos si a alguien le incomoda nuestra búsqueda, tampoco si habrá problemas, pero de todos modos ya estamos muertos en vida desde que desaparecieron a nuestros hijos, así que iremos, responsabilizando al gobierno de lo que nos pase”, compartió Juan Carlos Trujillo Herrera, representante de la Red de Enlaces Nacionales.
Los cenotes lúgubres del Río Blanco, fueron inspeccionados de manera superficial, a causa de las advertencias. En el sitio tampoco se encontraron evidencias.
Fue hasta el viernes 15 de abril que los cadáveres comenzaron a brotar de entre la tierra. Primero, en la congregación de San Rafael Calería, Córdoba, Veracruz, en un terreno empleado para la producción de caña. Ahí fueron removidas 11 cavidades clandestinas, en un radio de 30 metros. Orificios de un metro de profundidad, pestilentes a diesel.
Con base en la declaración de Mario Vergara, rastreador de Los Otros Desaparecidos de Iguala, las vértebras encontradas, fueron desprendidas por sus agresores, presuntamente por sierras eléctricas y luego calcinadas en fogatas donde el combustible fueron decenas de personas.
UN TRABAJO DESACREDITADO
“Los vestigios localizados no corresponden a restos humanos, afirmaron autoridades de la Fiscalía General del Estado (FGE) tras las primeras diligencias periciales practicadas en un predio de esta región”, extracto del boletín publicado el 15 de abril por la (CGCS).
Fue la manera en que respondió el Fiscal General del estado, Luis Ángel Bravo Contreras, marcando un récord en estudios clínicos forenses, pues no pasaron tres horas desde que los familiares de desaparecidos le entregaron la cadena de custodia, cuando el Fiscal aseguró que se trataba de restos de tela y madera. Publicación que causó asombro y molestia entre las víctimas.
“Ya teníamos una idea del estado al que veníamos, pero ahora comprobamos que Veracruz es un gobierno corrupto, con autoridades a las que nuestro les vale madres”, declaró Miguel Ángel Trujillo, hermano de 4 michoacanos levantados en el gobierno de Fidel Herrera Beltrán.
Por su parte, Aracely Salcedo Jiménez, anfitriona de la búsqueda, desprendió: “el Gobierno de Veracruz nos sale con chingaderas y se burla de nuestro dolor. Pues bien, de no retractarse y de manera pública, romperemos todo vínculo con ellos. No volverán a tocar los indicios y acudiremos a instancias federales”.
Y así sucedió, el gobierno veracruzano fue descartado desde entonces para cualquier tipo de prueba pericial. Sin imaginar que serían localizadas otras cuatro cavidades clandestinas, esta vez con un brote de huesos que llegaría a los 300 fragmentos humanos.
Sucedió el 20 de abril de 2016, cuando el hartazgo de un anónimo llevó a los brigadistas hasta un lugar marcado con la letra Zeta y con la muerte masiva. “Escarben este pozo, aquí los malandros masacraron harta gente y después les echaron piedras encima”, señaló el hombre y luego se echó a correr como animal silvestre y su rastro se borró entre plantíos de café.
El punto se encuentra en la hacienda Los Paredones, en la comunidad de El Porvenir, perteneciente también a Córdoba, Veracruz, un radio de 40 metros, a cinco minutos de las once fosas de San Rafael Calería, como ahora los lugareños ubican a la congregación.
Los familiares escarbaron solamente dos metros y desenterraron 300 fracciones de vértebras y costillas cercenadas, paredes de cráneos sucios de lodo, un pedazo de fémur y otro de cadera, ambos rebasan los 18 centímetros de longitud. Todos los fragmentos, violentados por llamaradas que ardieron en terrenos de cafetales.
Esta vez los integrantes de la brigada decidieron ignorar a la Fiscalía y solicitaron los servicios de la Policía Científica, de la Policía Federal (PF), dirigiéndose con Roberto Campa Cifrián, Subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación.
Conducto legal, que ahora las víctimas veracruzanas están siguiendo, ante la ineficacia de las autoridades estatales. Tal es el caso de los familiares de Playa Vicente, que ante la desaparición de los cinco jóvenes en Tierra Blanca, el pasado 11 de enero de 2016, esquivaron las dependencias estatales y solicitaron el apoyo a la federación.
El único trabajo que fue aceptado por los brigadistas nacionales del gobierno veracruzano, fue la custodia del lugar, con la condición de que un titular de la fiscalía validara los restos humanos de las cuatro cavidades ubicadas por el grupo, así como las 11 de San Rafael Calera.
Y así fue, María del Rosario Zamora, directora general de investigaciones de la Fiscalía de Veracruz, confirmó que los restos hallados en las primeras 11 cavidades en la ciudad de Córdoba, Veracruz, corresponden a osamentas humanas. Desmintiendo, con lo anterior, el boletín publicado por la (CGCS).
“Ya están localizando restos óseos. Pido una disculpa por la forma tan precipitada de emitir el boletín, pero fue en el sentido de lo que se halló en ese momento por parte de nosotros”, dirigiéndose a los familiares ofendidos, con la publicación aprobada por Alberto Silva Ramos, director de Comunicación Social del Estado.
No conformes, los brigadistas exigieron también una disculpa pública, a lo que la fiscal se comprometió. Aunado a lo anterior, solicitaron la presencia de una autoridad que validara, de la misma manera preliminar, el hallazgo de los 300 fragmentos óseos.
“Resulta muy evidente que se trata de restos humanos. Me ponen a la vista un tiraje de osamentas calcinadas y no me queda más que ratificarlo”, declaró ante los medios de comunicación, Manuel Antonio Mirón Rebolledo, Delegado de los servicios periciales, en la zona Córdoba, Veracruz.
Así se resume la participación ciudadana en 15 días de trabajo y diez de búsqueda. Cavadores de verdades, sembradas bajo tierra por el crimen organizado, en un aparente desinterés de las autoridades estatales. Una lección de coraje y conocimientos básicos para recuperar a familiares masacrados a los familiares veracruzanos.
Por un lado, Juan Carlos Trujillo no descarta que habrá una segunda y tercera participación de la brigada, para rastrear toda la amplitud del cementerio más largo del país, como catalogara el padre Alejandro Solalinde a Veracruz.
Por su parte, Aracely Salcedo, comparte que la necesidad de los familiares veracruzanos por recuperar a los suyos, podrían hacer de la brigada, un grupo consolidado que salga de paseo cada fin de semana y de la nada encuentre y encuentre cadáveres que el gobierno sigue pendiente de recuperar.
“¿Por qué los buscamos?” grita la mujer que increpó a Javier Duarte en 2015 en un parlamento de la Organización de las Naciones (ONU) en Nueva York… “¡Por que los amamos”, le contestan sus compañeros en tierras del crimen organizado mientras hunden las palas hasta dar con sus hijos.