Rostros de Fuego: Protesta en un epicentro de feminicidios
Jesús Vergara
La tarde de este sábado (5 de marzo del 2016) un grupo de personas, en su mayoría mujeres, alzaron la voz en contra de los múltiples feminicidios y actos de violencia de género en una de las entidades más afectadas por este terrible problema; nos referimos al Estado de México. Cabe señalar que aún con la alerta de género emitida por SEGOB en once municipios de esta entidad, los asesinatos y desapariciones contra las mujeres no se han reducido. Incluso se ha documentado como es que dicha alerta de género fue retardada por motivos electorales, en una de las tantas acusaciones que ha recibido Lorena Cruz Sánchez titular del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), por abusos laborales, despilfarro de recursos públicos, favoritismo, entrega amañada de contratos y nulo compromiso con la igualdad de género (ver nota en Proceso).
La urgente protesta inició en el municipio de Ecatepec y continúo en diversas rutas del transporte público hasta llegar a Chimalhuacán, en donde realizaron el Performance titulado “Rostros de Fuego, del Bordo a la esperanza”:
Ante el vacío institucional, que no solo permite sino que fomenta la violencia en sus múltiples formas (la de género incluida), la colectiva feminista Enredadas, cuyas integrantes acompañaron en todo momento la protesta, expresaba el sentido de esta actividad de la siguiente forma: “Estamos generando este movimiento dentro de la periferia urbana. Salimos a gritar, a marchar y prestar nuestro rostro indignado a las mujeres que la violencia machista les ha desdibujado, a las que su cuerpo les han mutilado, a quienes han embolsado y arrojado al bordo, a quienes las han baleado a plena luz del día y que se les ha aniquilado, ahí junto a un Estado omiso y una sociedad indolente en su silencio. Por eso salimos hoy a las calles a decirles: ¡Nos vamos a defender!”
Exigencia que aún a pesar del dolor que provoca el indignante fenómeno no deja de ser colorida, amorosa, acompañada con silbatos, bailes y consignas que ante todo catalizan la sororidad para defender la vida y la dignidad de las mujeres. Poco a poco vemos como la organización comunitaria sale a las calles, primero para visibilizar los fenómenos que una sociedad históricamente oprimida por la cultura patriarcal es incapaz de reconocer, y después porque una vez reconociéndolos no queda otro camino que el compromiso que resuelve o la indiferencia cómplice. Es por eso que desde aquí nos unimos a la exigencia de una calle sin acoso y de una sociedad sin violencia de género y junto a ellas decimos: ¡Nos queremos vivas, dignas y felices!