El “agandalle” del mar
J. Velázquez Flores/Quadratín
Don José es un pescador nayarita que durante años ha encontrado el sustento en las aguas del océano Pacífico, de la misma manera que le enseñó su padre y a este su abuelo y así todos los que fueron cabezas de familia de su estirpe por generaciones. Ese mar, entre las fronteras de los estados de Nayarit y Jalisco, siempre ha sido pródigo, jamás ha fallado a su promesa de alimentar a la familia de don José desde que el pescador tiene memoria y desde que su progenitor le platicaba. Y no sólo es la fuente del sustento de don José, sino también el motivo de su vida. El río que alimenta a la mar-océano, los manglares, la playa, siempre fueron el entorno en que creció don José, pero que ya no podrá serlo para sus hijos ni sus nietos: el grupo Vidanta se apoderó de la playa y cerró el ingreso de cualquier persona, lo que viola flagrantemente la Constitución. Pero esa acción ilegal no es la única cometida por el consorcio propietario de los hoteles Mayan Palace, el cual también obstaculizó el ingreso al río Ameca, salida natural de la población de Bahía de Banderas al mar. Durante muchos años, Alianza de la Costa Verde, organización que aglutina a varios grupos de defensa ecológica y social de Bahía de Banderas, Nayarit, ha librado una batalla en contra de los grupos hoteleros que han depredado esa zona del país, en detrimento de la ecología y de los derechos de los pobladores de la región. Desde fines del sexenio de Felipe Calderón, el grupo Vidanta, cuyo accionista mayoritario es el empresario chihuahuense Daniel de Jesús Chávez Morán, obtuvo del Gobierno federal una concesión de 148 hectáreas, en el sitio en donde desemboca en el Océano Pacífico el río Ameca. Dicho río nace en la Sierra Madre Occidental y termina en las barras de Boca de Tomates y Nuevo Vallarta. En medio de las dos barras se ubica la Isla de Los Pájaros, de la que también se apoderó el grupo empresarial mencionado, lo que contraviene los señalamientos constitucionales que marcan que ningún particular puede ser propietario de playas e islas mexicanas. Desde la administración calderonista, Vidanta impidió el ingreso al río y a la playa, lo que motivó el descontento de la sociedad del municipio de Bahía de Banderas. Por momentos, la empresa cedió y permitió el ingreso de la población a las áreas que siempre han sido de todos, pero finalmente mantuvo su “agandalle” del mar y sus vías de acceso. Alianza de la Costa Verde, conformada fundamentalmente por académicos y profesionistas, en su mayoría, menciona que, desde que se estableció en el lugar, Vidanta ha mantenido una postura expansionista, y esta situación se acrecentó cuando el grupo hotelero adquirió hectáreas propiedad de ejidatarios de la zona de Jarretaderas, Nayarit, quienes cambiaron la producción agrícola por el dinero ofrecido por los hoteleros. Alianza de la Costa Verde indica que en sus escasos 26 años de vida como ayuntamiento, nueve presidentes municipales Bahía de Banderas han entregado zonas de riqueza ecológica a los siguientes grupos empresariales: Vidanta (Mayan Palace), Paradise Village Group, Marival Grupo, Desarrolladora Dine y las empresas del magnate, Henry Davis, quien hizo su fortuna al amparo de concesiones otorgadas por el entonces presidente Vicente Fox. En especial, llama la atención de los terrenos de Henry Davis, ya que en ellos no se realiza actividad alguna. Se trata de extensas propiedades destinadas al acaparamiento, que por el momento no tienen uso agrícola, ganadero o forestal. La agrupación aliancista sostiene que la pretendida marca turística “Rivera Nayarit”, en realidad no existe, está basada es un mito, porque la manejan prácticamente un club de amigos millonarios, beneficiados con operaciones de Fonatur, algo muy diferente a la Riviera Maya, integrada en realidad por un gran grupo de empresas diferentes que compiten entre sí. Extracción excesiva de agua Además de daños a zonas ecológicas y de la apropiación indebida de la playa, Vidanta ha afectado el aluvión del río Ameca, debido a que realiza excavaciones y diversas obras para el beneficio del consorcio turístico. Los grupos ambientalistas siguen reclamando que la extracción de agregados ligeros del río “en cantidades bestiales” y los diques construidos con el mismo material, que llegan hasta la mitad del río, cortan la circulación del agua del afluente y causan la muerte de peces. Las excavaciones se hacen en la zona de canales, en donde habitan cocodrilos protegidos bajo la Norma Oficial Mexicana NOM-059-ECOL-2010. El mal uso del agua se agrava por el dispendio de 650 mil litros de agua diarios que consumen cada uno de los nueve campos de golf existentes en la zona, jueguen o no sus socios, líquido que proviene del río Ameca y sus afluentes y que en 80 por ciento se desperdicia. El desastre ecológico y social existente en Bahía de Banderas se ha mantenido impune. Los grupos ecologistas recurren a la denuncia pública, pero no cuentan con el potencial económico para mantener demandas que en tribunales costarían millones de pesos para frenar esa barbarie. Alianza de la Costa Verde resume así la problemática: por años el grupo Vidanta-Mayan Palace ha operado en Bahía de Banderas sin intervención alguna de las autoridades municipales, estatales o federales: calles y avenidas públicas privatizadas y desaparecidas, accesos al mar bloqueados, extracción de material pétreo del río Ameca, sus riberas alineadas a su conveniencia con la destrucción del manglar y desplazando la fauna, invasión de la zona federal, la cual privatizaron y donde construyeron ilegalmente, kilómetros de malla ciclónica para impedir el paso de los pescadores y de los habitantes locales a la playa. Mayan Palace se comporta peor que una empresa de minera canadiense o china: Destrucción ambiental irreparable y del tejido social de la comunidad aledaña. Nadie los para. Señalan que en algunas reuniones del consejo directivo de Vidanta se ha visto al ex presidente Carlos Salinas de Gortari, nadie lo ha confirmado. Por lo pronto es una leyenda urbana, pero abre muchas suspicacias sobre la razón por la cual es intocable el grupo hotelero, aun cuando viola un sinnúmero de reglamentos y normas oficiales.
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