Mezcala, una comunidad indígena en peligro de ser despojada

Por: César Octavio Huerta

16 de octubre 2015.- Desde tiempos inmemoriales, los habitantes de la comunidad indígena de Mezcala viven a la orilla del lago de Chapala. Su vida gira en torno a él. Desde siempre, o desde que se tiene memoria, han mantenido una férrea resistencia a quienes, por una u otra vía, han querido robarles sus más de 3 mil 600 hectáreas de tierra. Han derrotado a señores encomenderos, a gobernadores de la Nueva Galicia, a virreyes de la Nueva España, a gobernadores de Jalisco, a presidentes de país y ahora se enfrentan a empresarios voraces y rapaces que quieren apropiarse de lo que no es suyo.

La última batalla de los de Mezcala comenzó en 1999. Ese año, Guillermo Moreno Ibarra, un empresario de Jalisco, tomó posesión, de forma ilegal, de 10 hectáreas dentro del predio conocido como “El Pandillo”. Para eso usó un prestanombres: Crescencio Santana. Así, Moreno se autonombró comunero.

Los comuneros originales demandaron al Tribunal Agrario para que sus tierras les fueran devueltas. Las autoridades sólo cruzaron los brazos. El empresario aprovechó y destruyó una zona boscosa, en la que erigió una lujosa mansión con vista al espejo de agua. Y marcó su territorio, lejos de los demás pobladores, con una malla metálica electrificada y una brecha que sólo él y sus vehículos pueden recorrer.

Más: instaló en la zona a un grupo de de hombres armados, para que vigilara su casa de campo cada vez que él, o una de las familias adineradas de Guadalajara a las que se las presta, va ahí a descansar o a festejar en grande.

En 2002, el empresario hizo otra maniobra. Acusó a cinco ejidatarios –todos ellos mayores de 70 años de edad– de secuestro. El quinteto tuvo que enfrentar un proceso legal. El ir y venir a los juzgados, deterioró a algunos su estado de salud.

El colmo de esta situación se suscitó en 2011, cuando Moreno Ibarra desvió uno de los ríos y construyó una represa para apoderarse del agua que la comunidad de Mezcala utiliza para la siembra y el ganado.

Los comuneros desmontaron el panel solar que alimentaba la bomba de agua que desviaba el agua de los arroyos. Los hombres armados del empresario los intimidaron. Detonaron armas. En una Hummer blindada, Moreno llegó de forma altanera y tomó fotos de los ejidatarios. Éstas fueron sus “pruebas” para entablar una demanda contra los indígenas. “Robo calificado”, el delito. La agente del Ministerio Público de Poncitlán, Lucero Moreno, tomó falsos testimonios, realizó cuatro querellas, pero nunca citó a los acusados para que se defendieran.

Sin considerar las irregularidades, el juez penal de Ocotlán, Oscar Martín Morales Vázquez, giró 11 órdenes de aprehensión contra los habitantes de Mezcala. Éstos lograron salir bajo caución tras pagar una fianza exorbitante.

Apenas el 27 de mayo pasado, el mismo juez dictó una sentencia favorable al empresario; condenó a los indígenas con penas de entre dos y tres años de cárcel, y el pago de una multa equivalente a 10 días de salario mínimo (poco más de 600 pesos).

rónicamente y después de 15 años, mientras el juzgador declaró culpables a los pobladores, la comunidad de Mezcala obtuvo en septiembre de 2014 el fallo a su favor por el juicio agrario interpuesto contra el empresario, quien ha pedido una revisión del caso, para tratar de revertir la sentencia.

El abogado de los comuneros de Mezcala y presidente del Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo (Cepad), César Octavio Pérez Verónica, presentó una apelación contra la sentencia del juez penal de Ocotlán.

Según él, el funcionario no tomó en cuenta el protocolo de actuación para quienes imparten justicia en casos que involucran a personas, comunidades y pueblos indígenas, publicado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).

Ahora, el caso está en manos de los magistrados de la Sexta Sala del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Jalisco.

Guillermo Moreno Ibarra, el zar de la cal

Guillermo Moreno Ibarra es un empresario tapatío que posa en las páginas de sociales de revistas y diarios en los que la élite de la capital jalisciense suele aparecer con el afán de demostrar poderío y pertenencia a una clase privilegiada de la ciudad.

De acuerdo con el directorio del sector minero de la Secretaría de Economía, Guillermo Moreno Ibarra es dueño de la empresa Carbonato de Calcio Sol (CACOSA), fundada en 1960 y perteneciente al Grupo Sol. En ella, se fabrica el carbonato de calcio que se usa para mejorar los alimentos para animales, para agricultura y en la industria de la construcción. Según se puede leer en internet, la empresa de Moreno Ibarra se dice socialmente responsable, basada en los valores de la honestidad, el compromiso y la solidaridad.

En el ramo inmobiliario es accionista de diferentes fraccionamientos ubicados en la rivera del Lago de Chapala, como Vista del Lago, en San Nicolás, Chapala. Uno de sus cuatro hijos, Guillermo Moreno Levy, es dueño de una empresa fabricante de artículos de piel y calzado, con el nombre de “Gabbiani”.

Se casó con Socorro Levy. El matrimonio tiene cuatro hijos que se dedican a la empresa familiar, dividida entre la fabricación de calzado de piel y la explotación de una fábrica en la que producen cal.

Su familia está acostumbrada a salir en las revistas de sociales. En bodas, bautizos, fiestas, reuniones, cualquier celebración es motivo para contarle al mundo quiénes son y por qué están felices. En las redes sociales, Adrián Moreno Levy, el hijo menor del empresario Guillermo Moreno Ibarra, presume las fotografías de reuniones y festejos en la casa de campo que su padre construyó en la comunidad de Mezcala, apoderándose de los terrenos de manera ilegal.

¿Por qué Mezca

Con uno de los paisajes más hermosos del país, la ribera de Chapala se convirtió en el lugar preferido por cientos de pensionados estadounidenses y canadienses que buscan pasar sus últimos años de vida con tranquilidad. Eso motivó un boom inmobiliario en la región, pues cada uno de estos visitantes comenzó a hacerse de tierras para construir una casa de descanso con una vista privilegiada al lago.

Así fue como Ajijic, un pueblo hasta hace unas décadas de propiedad comunal, terminó convirtiéndose en uno de los lugares de la región con mayor expansión de turismo, al grado de que es el lugar con más estadounidenses viviendo en México.

La explosión de este fenómeno provocó que desde hace algunas décadas, la comunidad de Mezcala (que se encuentra a unos quince minutos de Ajijic) se encuentre amenazada por la voracidad empresarial, que ve en sus tierras una auténtica oportunidad para lucrar con miles de hectáreas de tierra frente a la majestuosidad del Lago de Chapala.

Para Rocío Moreno, una de las habitantes de la comunidad, la invasión de Guillermo Moreno Ibarra es sólo el inicio de una batalla a la que se enfrentan los indígenas cocas en la defensa de su territorio, pues detrás está la posibilidad de que se modifique el uso de suelo para permitir la propiedad privada.

Es también, abrirle la puerta a los intereses empresariales para seguir con la construcción de fraccionamientos en los cerros ubicados en los linderos del Lago de Chapala y así arrebatarle las tierras a la comunidad para que pasen a manos de adinerados que anhelan construir sus casas de fin de semana.

“Sospechamos que quieren seguir con la línea de fraccionamientos en los cerros, a manos de privados, ricos y extranjeros. Si entra él, entran todos”, narra Rocío Moreno.

Los habitantes de Mezcala piensan que uno de los objetivos con los juicios agrarios y penales es desgastar a la comunidad. También piensan que varios empresarios quieren provocarlos para caigan en actos violentos y así despojarlos de su territorio.

Durante la guerra de independencia, los indígenas cocas de Mezcala fueron uno de los pueblos más valerosos que resistieron los ataques de las fuerzas realistas. Por cuatro años, de 1812 a 1816, se enfrentaron en 25 batallas y no perdieron ni una sola vez.

Hoy, 200 años después, los comuneros de Mezcala continúan luchando por la defensa de sus tierras. Ya no es el ejército realista queriendo sostener una monarquía el que los asedia. Ahora es un voraz empresario. Aunque hay que decir que, todo indica, está a punto de morder el polvo, pues no sabe que se topó con esos dos siglos de resistencia de un pueblo coca que sabe defender su origen, su cultura: el lugar que los vio nacer.

http://www.proyectodiez.mx/mezcala-una-comunidad-indigena-en-peligro-de-ser-despojada/