Una década de proteger el Nixticuil
Alejandra Guillén.
El Comité Salvabosque ha visto en 10 años cómo la ciudad se traga al Bosque el Nixticuil, “pero nunca creí que llegaría a ver esto”, lamenta Adriana a propósito de la tala de más de 100 árboles centenarios en tan solo tres días por la empresa Spinelli Corporation.
Es sábado y los vecinos se reúnen frente al terreno para rayar en cartulinas su indignación ante el despojo reciente: “Inmobiliarias asesinas. Talan nuestro bosque con la complicidad de las autoridades”, “Ama un árbol”, “Ecocidio”, “Prohibido talar”, “Fuera Bosque Encantado”.
Bosque Encantado es como se llama el fraccionamiento que quieren construir en avenida Ángel Leaño 1305. El nombre es igual de paradójico que Verde Serena, La Cima, Sendas y otros cotos que se levantan sobre panteones de árboles y que se promueven con la promesa de que la gente vivirá entre el bosque.
Los integrantes del Comité Salvabosque comparten que esta reciente agresión al bosque ha sido muy dolorosa porque dejaron “como un desierto”. Una de las niñas que anda por ahí jugando observa desde el otro lado de la calle el predio de “Bosque Encantado” donde aún quedan unos árboles derribados. Pregunta angustiada que quien los “rompió” y que a dónde se fueron los animalitos que ahí vivían; una de las abuelas le cuenta que pájaros carpinteros, petirrojos, picaflores, tlacuaches, mapaches, insectos y otros mamíferos tuvieron que huir a otro lugar porque los “malos” les quitaron su casa.
Desde ese punto se ve la Villas Panamericana y el corredor por el que el Bosque La Primavera estaba conectado con El Nixticuil, actualmente fragmentados por la mancha urbana. Hace unos 20 años esta zona del valle de Tesistán era hasta considerada rural. Los vecinos detectan que cuando se pusieron bravas las inmobiliarias fue durante la administración de Arturo Zamora (2003 a 2006) como alcalde de Zapopan.
Una noche de mayo de 2005 se fue la luz en la colonia Tigre II y comenzó a escucharse el sonido de motosierras. Las mujeres comenzaron a llamarse y para pronto salieron a tratar de detener la tala de la zona norte del bosque.
En aquella ocasión, alcanzaron a tumbar 300 robles porque el municipio pretendía reubicar ahí a los habitantes de Jardines Nextipac, a pesar de que éstos se oponían a la reubicación forzosa. En esa ocasión, las familias de la colonia Tigre II lograron frenar esa urbanización. Luego la Universidad Autónoma de Guadalajara intentó construir un parque universitario de investigación tecnológica y el ayuntamiento de Zapopan había prometido a la Iglesia católica donarle un terreno para construir un convento.
A partir de ese momento, los vecinos organizados presionan para que este bosque nativo se protegiera y en 2008 se concretó la declaratoria de Área de Protección de Recursos Naturales y de Protección Hidrológica para el Bosque el Nixticuil-San Esteban-El Diente. Sin embargo, dejan fuera 300 hectáreas donde había importantes zonas boscosas, como los predios “Bosque Encantado” o los que pertenecían a los Leaño, dueños de la Universidad Autónoma de Guadalajara.
“De ahí en adelante no han parado los intereses en el Bosque y coincide también que es cuando comenzaron los incendios. Me consta y lo sé porque yo iba de excursión con mis alumnos a la presa Los Guayabos y jamás nos topamos con un solo incendio”, relata Adriana, una de las fundadoras del Comité Salvabosque.
Para su hermana Guillermina, lo más angustiante de estos 10 años de lucha es cada que su familia sale a combatir los incendios ante la desesperación de que no hubiera bomberos forestales suficientes para el Nixticuil. En un año han llegado a apagar hasta 40 incidentes, en los que comúnmente se escucha cómo los robles crujen con el fuego, “como si lloraran”, y las aves y mamíferos tratan de escapar.
En un principio, Adriana tuvo que vender su carro para comprar una camioneta donde pudieran subir una cisterna de agua para el combate de incendios. Entre todos comenzaron a hacer rifas, a tejer artesanías, a dar masajes y a “hacer cosas que ni nos imaginábamos” para ir comprando toda la herramienta necesaria para el combate de incendios y para la defensa del bosque, que hoy tiene varias amenazas latentes, como no permitir que se urbanice Bosque Encantado y detener los megaproyectos como Mirasierra, que han logrado “legalizar el despojo, gracias a autoridades cómplices en la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales delegación Jalisco y en el ayuntamiento de Zapopan”.
http://cronicadesociales.org/2015/02/25/una-decada-de-proteger-el-nixticuil-2/