México 2025: resistencias y rebeldías
TOR / tejiendorevolucion.org
El capital lo domina todo, o casi, y sin embargo hay quien le resiste y se rebela. Así es la historia, terca ante sus sepultureros. Así es la vida, intransigente ante la muerte. Aún cuando parece que nada se mueve abajo…
En Puebla los pueblos cholultecas y las comunidades de los volcanes luchan porque el agua sea para las comunidades y no para las grandes empresas que se la apropian para venderla y enriquecerse o bien la contaminan con basureros ilegales sustentados en los cacicazgos locales. Estos pueblos se organizan, defienden su territorio y llaman a la articulación nacional a través de la Asamblea Nacional por el Agua y por la Vida. En la ciudad de Puebla, vecinos salen a manifestarse, cierran calles y reclaman contra la privatización del agua que lleva años engordando los bolsillos de los grandes patrones mientras causa escasez y sequía para las clases populares. Estos vecinos exigen que el agua sea un derecho y no una mercancía.
En la Sierra Negra de Puebla las comunidades organizadas en el Movimiento Agrario Indígena Zapatista (MAIZ) han logrado detener la imposición del Proyecto Hidroeléctrico Coyolapa-Atzala, propiedad de Minera Autlan, exigen su cancelación definitiva por las afectaciones que traería para sus territorios. Han resistido los ataques de sicarios enviados por los gobiernos estatales y municipales de Puebla y Oaxaca, del mismo modo enfrentan el hostigamiento y oídos sordos de la Secretaría de Energía federal. Las comunidades del MAIZ exigen la aparición con vida de Sergio Rivera Hernández, defensor del agua y el territorio, desaparecido desde agosto del 2018.
En las colindancias entre Veracruz y Puebla los campesinos de la Cuenca Libres – Oriental protestan contra las transnacionales Granjas Carroll y Fresas Driscoll quienes se apoderan del agua y sólo dejan contaminación y trabajo precario. En Baja California los trabajadores agrícolas de San Quintín y Mexicali exigen mejores salarios y protestan contra las grandes exportadoras agroindustriales que sólo se enriquecen gracias a su trabajo y al uso intensivo del suelo.
En Yucatán la asamblea Múuch Xíinbal tiene claro que la existencia de las lenguas mayas, de las tradiciones y cultura maya pasan por la defensa del territorio y de los pueblos mayas de hoy. Saben que el Tren Maya, ni es sólo un tren ni es maya, por el contrario es un megaproyecto que busca reordenar el territorio del sureste para agilizar los flujos de ganancias a los dueños del dinero, y ante ello persisten en su resistencia organizada, en su dignidad rebelde.
En la sierra-costa michoacana los nahuas de Santa María Ostula avanzan en la construcción de su autonomía, sostenida en la asamblea y guardia comunal, en la defensa de su territorio, resisten contra los grandes capitales extractivistas y luchan por la paz contra los malos gobiernos y contra las fuerzas paramilitares del narco. Por su parte los pueblos aglutinados en el Consejo Supremo Indígena de Michoacán se organizan para defender su historia, tradiciones y territorios contra la expansión del crimen organizado y la agroindustria, al tiempo que buscan administrar sus propios recursos y con ello avanzar en la lucha por su autonomía.
Desde la montaña de Guerrero las comunidades del Consejo Indígena y Popular de Guerrero «Emiliano Zapata» (CIPOG-EZ) resisten la guerra desatada por los grupos criminales quienes imponen la muerte y el miedo apoyados por la complicidad gubernamental, contra ese miedo las comunidades se organizan, crean su policía comunitaria, construyen su seguridad y su justicia, exigen acabar con el desprecio del que son objeto.
En el Istmo de Tehuantepec, en Oaxaca, hay organizaciones como la Unión de Comunidades Indígenas de la Zona Norte del Istmo (UCIZONI), y comunidades, como la de Puente Madera o El Coyul, que resisten la criminalización de sus luchas, se niegan a ceder sus territorios a los grandes capitales inmobiliarios, maquiladores, energéticos, agroindustriales, que enmarcados dentro del megaproyecto Corredor Interoceánico buscan acabar con la vida para imponer la lógica de la ganancia a toda costa.
En Morelos la Asamblea en Resistencia de Amilcingo mantiene la memoria de la lucha de Samir Flores contra el Proyecto Integral Morelos y la defensa de su territorio, su comunidad y su historia.
Igualmente en Morelos la Unificación de Pueblos y Colonias Contra la Minería organiza la resistencia contra las corporaciones mineras que sólo dejan contaminación, destrucción, violencia y miserias ahí donde aterrizan. En la región carbonífera de Coahuila, después de 19 años y gobiernos de todos los colores, las familias de los mineros sepultados en Pasta de Conchos siguen exigiendo justicia y el rescate de todos los trabajadores. En Sonora las personas afectadas desde 2014 por la contaminación del Río Sonora, provocada por una mina de Grupo México, mantienen su resistencia y exigen justicia, reparación del daño y garantías de no repetición.
También en Sonora pueblos de la Tribu Yaqui reclaman el cumplimiento cabal de las promesas del gubernamental “plan de justicia», implementado a las prisas y sin consulta real. Los Yaquis resisten ante la cooptación y la división que promueven empresas y gobierno, luchan en defensa de su agua y territorio, resisten la violencia ejecutada por el crimen organizado. Tienen memoria y no se rinden.
En Jalisco, la comunidad tepehuana y wixárika de San Lorenzo Azqueltán construye su autonomía, defiende sus tierras ante los intentos de despojo, y mientras desde el mal gobierno se intenta criminalizar a quienes han sido parte de sus estructuras de gobierno y con ello buscan hostigar su lucha, su rebeldía. No lo conseguirán. Por otro lado, el Comité en defensa del bosque El Nixticuil, en Zapopan, se organiza contra los intereses inmobiliarios y comerciales que desde hace años y de la mano del gobierno atentan contra este importante pulmón del área metropolitana de Guadalajara.
En Chiapas el pueblo creyente toma las calles para exigir alto a la violencia criminal desatada contra los pueblos, con la complicidad de los gobiernos federal, estatal y municipal, luchan para defender la paz y sobrevivir al terror. También en Chiapas las comunidades zapatistas del EZLN reorganizan su autonomía mientras convocan a los pueblos de México y el mundo a la lucha contra el capital y por la vida.
En todo el país muchos pueblos más, muchas comunidades más, indias y campesinas, varias de ellas articuladas en el Congreso Nacional Indígena (CNI), se rebelan contra el plan de los poderosos que busca convertir sus territorios en zonas de sacrificio, no aceptan un “desarrollo” tan lleno de violencia, empleo precario, contaminación y pobreza.
La comunidad Otomí residente en la Ciudad de México mantiene su lucha y con la toma del edificio del INPI ha construido la Casa de los Pueblos “Samir Flores” mientras cultiva la solidaridad desde abajo y a la izquierda, lucha por vivienda digna y por una ciudad que no les excluya ni desprecie.
Al poniente de la ciudad de México, en la colonia El Capulín, los vecinos protestan contra la imposición del Tren Interurbano México-Toluca y las afectaciones a sus viviendas. Al sur, sea desde Xochimilco, Milpa Alta o Coyoacán lxs vecinxs resisten contra el reordenamiento territorial que busca allanar aún más el camino para que los grandes capitales despojen y lucren mientras excluyen a los habitantes de barrios y comunidades, luchan porque la ciudad no sea una mercancía sólo accesible al mejor postor.
En el oriente de la ciudad lxs panchxs de la Organización Popular Francisco Villa de Izquierda Independiente (OPFVII) hacen comunidad, con la participación de todxs avanzan en la construcción de poder popular y vida digna. Muestran desde ya que otro modo de vida es posible, sin políticos tradicionales ni politiquería electoral.
La Brigada Callejera “Elisa Martínez” lucha, desde el centro de la cdmx, contra la trata de personas y por la organización de lxs trabajadorxs sexuales para la defensa de sus derechos. En la misma cdmx trabajadores eventuales y subcontratados por distintas instancias del gobierno reclaman se les reconozca como trabajadores de base y no sólo becarios o prestadores de servicios. Reclaman que la austeridad sea contra los de arriba no contra ellos.
Los trabajadores del SUTIEMS no se dejan y protestan contra el acoso laboral y los despidos injustificados, luchan por mejores condiciones de trabajo. El magisterio democrático de la CNTE resiste la embestida estatal de ayer y los diálogos dilatorios de hoy. Sigue en su camino por democratizar su sindicato, la educación y al país. El SITUAM defiende la educación pública, su Contrato Colectivo de Trabajo, la independencia sindical y la perspectiva de clase que mantiene unidos a trabajadores académicos y administrativos.
Lxs trabajadorxs que han logrado construir sindicatos democráticos e independientes luchan por sus derechos conquistados, mejores salarios, mejores condiciones de trabajo. Aquellos, los más, sin sindicato mediante el cual luchar, que pagan décadas de políticas antisindicales y precarizadoras, también resisten, buscan se les reconozca la relación laboral ante grandes empresas o el gobierno, luchan por reducir la jornada de trabajo, mejorar sus condiciones de empleo, obtener seguridad social, etc. También están quienes optan por la autogestión organizada, más allá del emprendedurismo, y toman poco a poco el proceso laboral en sus manos, cultivan el cooperativismo y el apoyo mutuo.
En todos lados, a veces en silencio otras gritando, colectivas y grupos de mujeres resisten contra las violencias machistas en sus escuelas, centros laborales y en las calles, protestan contra los feminicidios y exigen ser ellas quienes decidan sobre su cuerpo sin el temor a ser encarceladas, sin la necesidad de tener dinero para poder sobrevivir. Saben que con la nueva presidenta no llegamos todas y se organizan desde abajo. Aparecen también las resistencias bajo los modos de quienes desde la diversidad sexogénerica luchan contra el odio, la discriminación y la violencia y plantean la necesidad concreta de construir un mundo donde quepan muchos mundos, un mundo donde ellxs puedan ser.
A lo largo y ancho del territorio nacional madres y padres buscan a sus hijxs, a sus familiares desaparecidxs. Nos recuerdan que son 43 y miles más. Protestan, exigen que los gobiernos hagan su trabajo, se fortalezcan las comisiones de atención a víctimas y se construya realmente un sistema de identificación forense que funcione, del mismo modo organizan brigadas de búsqueda con sus propias manos y recursos, descubren fosas y cuerpos. Con su lucha le ganan terreno al dolor y cultivan la memoria, son brújula ética ante la ignominia de los malos gobiernos.
En todo el país, más allá del ruido de las filias y fobias provocadas por la llamada clase política, más allá de los gritos de quienes apoyan o atacan al gobierno en turno, existen resistencias y rebeldías que, grandes o pequeñas, buscan defender la vida. Luchas que le exigen al Estado, que reclaman soluciones, que defienden derechos conquistados y modos de vida, que no esperan y construyen ya alternativas. Todas estas luchas cultivan en colectivo hoy lo que habrá que cosechar mañana, así anuncian el futuro.