“Me odiaron por ser mujer y decidir”: María Eugenia Gabriel, la indígena que lideró la libre determinación de su pueblo y se enfrentó al poder (Michoacán)

Tras luchar contra las plantaciones de aguacates ilegales en Michoacán, la activista purépecha vivió amenazas para que dejara el consejo comunal

María Eugenia Gabriel Ruiz, activista indígena purépecha de Michoacán, el 26 de septiembre en Madrid. Foto: Mario Bermudo

De M. Fernanda Lattuada
El País,
MAdrid, 24 de octube 2024

A María Eugenia Gabriel Ruiz (Michoacán, México, 47 años) la comenzaron a perseguir por tres razones: ser indígena, enfrentarse al poder y ser la primera mujer al frente del Consejo Comunal de la Comunidad Purépecha de Comachuén, tras liderar la lucha por la libre determinación de su pueblo. En una entrevista con este diario, durante una reciente visita a Madrid, explica que ha estado inmersa en un remolino de violencia: la han insultado y difamado; le han apuntado con un arma de fuego y sufrió ataques dentro de su casa.

Ella se autodenomina defensora del territorio. Lo define como lo que no es tangible, pero que vive en su entorno: un árbol, el aire o los sonidos. La naturaleza que rodea a Comachuén (6.213 habitantes) es lo que más arraigo le hace sentir. Cuando era niña tuvo que migrar a Ciudad de México, pero siempre volvía al pueblo porque ese era su hogar. Entre la lengua materna, su familia y el ambiente se “conformó su identidad”. Pese a que sus padres no quisieron enseñarle la lengua de esta comunidad de 128.344 hablantes “para evitarle el dolor” que su madre sintió cuando llegó a la capital y “fue discriminada por no saber español”, la fue aprendiendo “naturalmente”: su padre, por nostalgia, ponía música pirekua —canto tradicional de las comunidades purépechas—.

“Los pueblos indígenas de Michoacán se han enfrentado a la colusión entre empresas, el crimen organizado y el Gobierno”

Comachuén forma parte de la meseta purépecha del Estado de Michoacán, al occidente de México, una región atractiva por sus recursos. Los pueblos indígenas de Michoacán se han enfrentado a la colusión de empresas, el crimen organizado y el Gobierno, de acuerdo con la organización Brigadas Internacionales de Paz (PBI, por sus siglas en inglés), organizadora del encuentro en Madrid en el que participó esta defensora. La expansión de monocultivos, la extracción minera, la tala de árboles y el tráfico con la madera han profundizado los conflictos por la tierra, el territorio y la destrucción de recursos naturales.

Como las plantaciones de aguacate ilegales, uno de los problemas a los que quiso hacer frente cuando volvió a Comachuén tras estudiar Derecho y Antropología. Involucrada desde su regreso en el activismo indígena, aprovecharon el impulso de otras comunidades que declararon su libre determinación para hacerlo también en su pueblo. Cuando se consolidó el primer consejo comunal en 2018, fue nombrada coordinadora del consejo local, porque ella no quería nombrarse presidenta. Le tenía fe al autogobierno y a la horizontalidad.

“[Narcotraficantes] ingresaban droga a la comunidad y abrían los espacios, en ese entonces, a la tala de bosques, para traficar con la madera. A la par, se iban ocupando los territorios con la plantación del aguacate. Era una economía ya armada de estos grupos. Empezamos a visibilizar esta problemática, y cuando vieron que estábamos tocando sus intereses, se fueron en nuestra contra”, recuerda Gabriel.

“Recibí muchas amenazas de linchamiento, allanamientos a mi casa, me amenazaron con un arma de fuego. Quisieron sacarme del consejo no solo para derrocarlo, sino también como un acto de misoginia”

México provee cuatro de cada cinco aguacates que se consumen en Estados Unidos —la mayoría procede de Michoacán y Jalisco—, de acuerdo a un informe de Climate Rights International publicado en 2023. El estudio cuantifica entre 16.000 y 28.000 hectáreas deforestadas para cultivar aguacates en ambos Estados del país durante la última década.

La activista explica otra práctica común pero ilegal: el cambio de uso de suelo mediante incendios provocados para explotar esa tierra. Gabriel calcula que el 50% del territorio de Comachuén está en manos de los aguacateros, y gran parte de esas huertas no están registradas. Llama al fruto el oro verde o aguacate de sangre, por la violencia que se ha gestado alrededor.

Cuando comenzó a denunciar estos hechos, fue blanco de ataques y presiones para que las comunidades no se organizaran. “Su estrategia fue crear un grupo de choque”, con personas cercanas a los partidos políticos dentro de la comunidad, “para controlar y dividir”, explica.

María Eugenia Gabriel Ruiz, en Madrid el 26 de septiembre.Foto: Mario Bermudo

La primera vez, llegaron unas personas y le advirtieron que le “daban la oportunidad para dejar el cargo”, pero que si no se iba “la sacarían”. Ella no aceptó “por dignidad”. La campaña en su contra se intensificó. “Recibí muchas amenazas de linchamiento, se produjeron allanamientos en mi casa y me amenazaron con un arma de fuego. Quisieron sacarme del consejo no solo para derrocarlo, sino también como un acto de misoginia. Me odiaron por ser mujer. Por el hecho de que una mujer pudiera estar al frente tomando decisiones”, sentencia. Incluso, llegó a recibir críticas de algunas mujeres que la culparon por los ataques porque “esas cosas eran para hombres”.

México se ha convertido en el cuarto país más peligroso para la defensa de la tierra y el territorio, según un informe publicado hace un mes por GlobalWitness. Y Michoacán se ha convertido en el territorio mexicano más letal, con ocho asesinatos registrados en 2023. La mayoría de las víctimas luchaban contra la explotación minera. “Por salud mental, a veces no quiero tener eso tan en mente. Porque es donde vivo, donde está mi raíz y donde quiero seguir”, admite.

“Todos los beneficios que tienen en el Norte Global se producen sobre la desgracia de las comunidades indígenas. Toda la violencia, la sangre que se genera, el despojo y el desplazamiento son parte de una estrategia global.”

El 14,61% de la superficie del Estado está explotado por 12 empresas mineras nacionales y seis extranjeras, según cifras oficiales de 2018.

“Todos los beneficios que tienen en el Norte Global se producen sobre la desgracia de las comunidades indígenas. Toda la violencia, la sangre que se genera, el despojo y el desplazamiento son parte de una estrategia global”, asegura. La disputa por el saqueo, despojo y control de territorio es una “continuidad de la invasión de hace 500 años”, opina.

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