Buscadoras en el zócalo le recuerdan a México que al informe del presidente le faltan cientos de miles de desaparecidos

Colectivo Grieta

Ciudad de México 31 de agosto de 2024.-

El Zócalo de la Ciudad de México está rodeado de vallas que protegen 25,000 sillas vacías. Entre las sillas, un sistema de sonido que parece para concierto de alguna estrella musical, está repartido en varias estructuras para abarcar toda la plaza capitalina y empieza a ser probado con música electrónica a un altísimo volumen y ruido blanco. Las vallas y las sillas están siendo cuidadas, por turnos, por decenas de policías que soportan el clima con trajes tácticos que les cubren completamente las extremidades y el rostro, salvo los ojos. El sol está pegando duro al medio día. El Zócalo casi, casi parece vestido de fiesta y listo para que el presidente de la República pronuncie su último informe de gobierno frente a quienes llenarán las sillas. Sólo hay algo que interrumpe el pretendido despliegue festivo: desde hace 15 días un grupo de colectivos de buscadoras tomaron el asta y la bandera de México para exigir que se les escuche, para demandar ser tratados con respeto, para denunciar el desprecio que el presidente del gobierno en turno les ha mostrado. A ellas y ellos nadie les cuida. El campamento quedó rodeado por las sillas, las vallas y los policías.
La imagen es terriblemente elocuente: buscadoras se aferran a una bandera, rodeadas por miles de sillas vacías; cercadas por vallas y policías en el corazón de este país.


El presidente cree que puede callar el grito de dolor de las buscadoras. Pero a las compañeras que acampan en el Zócalo de la ciudad no las callan y no las amedrentan. Ellas afirman que no se irán hasta ser escuchados.
Mientras un compañero buscador reparte botellas de agua y plátanos entre los policías que están ahí para cuidar las sillas vacías, dice: “¿cómo es posible que los hayan mandado a hacer este trabajo y no les dan agua ni comida?” En medio de su dolor y rabia encuentran un momento para preocuparse de quienes cuidan las sillas vacías. El cuerpo policíaco recibe el agua y los plátanos con muchísimo agradecimiento.
En el grupo que tomó el asta en el Zócalo, y que no dejarán que bajen la bandera en señal de desacato, hay buscadoras de Tamaulipas, Oaxaca, Ciudad de México, Sinaloa, Veracruz, Guadalajara, y Estado de México, agrupadas en 5 colectivos: Colectivo “10 de Marzo”, “La Unión de Madres Buscadoras en Tamaulipas”, “Desaparecidos Nacional México”, “Sabuesas Guerreras Fracción Oaxaca” y “Una Luz en el Camino”.
La compañera Delia Quiroa, representante del colectivo “10 de Marzo” de Tamaulipas cuenta que el plantón lo iniciaron desde el 18 de agosto, aproximadamente a las 5 de la tarde del presente año. Cuenta que tenían muchos meses queriendo hacer la acción y que finalmente se pudo. Que cuando llegaron los militares a bajar la bandera, como hacen a diario, fue que se amarraron al asta. “Nuestra protesta es que no bajen la bandera porque estamos en señal de guerra con las autoridades que nos deben proteger. Si la bandera está ondeando de noche ahorita es porque nuestro país no está en paz. ¿Cómo puede estar el país con más de 100,000 personas desaparecidas en paz? No. Yo creo que no.”
Afirma que van seis años en los que no se ha avanzado nada y que el presidente López Obrador les tiene un fuerte desprecio a los colectivos de buscadoras “porque le dicen lo que está mal, y él es una persona a la que no le gusta que lo contradigan”. También afirma que la persona que el presidente tiene al frente de la Comisión Nacional de Búsqueda (Teresa Reyes Sahagún) no está preparada para desempeñar ese trabajo. Afirma: “Si tuviera amor por el prójimo y por los desaparecidos y sus familias, renunciaría. Porque es experta en urbanización y población. Pues que la pongan en un puesto de eso, ¿no?” Afirma que hay colectivos que saben más que las autoridades, pero no los toman en cuenta. El primer día del plantón se les acercó la Comisión Nacional de Búsqueda y les ofreció al día siguiente una reunión a primera hora. Pero, dijo, que la titular “es una señora que no tiene experiencia, tiene mal carácter. Acaba de estar en Tamaulipas, trató mal a los colectivos y es mentirosa, porque dice que todos los amparos que nosotros le metimos para reclamar por las personas a las que ella borró del registro nacional ella los ganó. No, no los ganó. Los jueces la obligaron a registrar a los desaparecidos, a no borrarlos. Y como ya no hay materia, para seguir el juicio porque el acto reclamado dejó de surtir efectos, ¿por qué? Porque publicaron al desaparecido en el Registro Nacional […] No es que lo haya ganado, lo que pasa es que el juez ya no puede continuar porque ya se arregló el problema.”
Delia cuenta que el colectivo se fue formando a partir del 2015 por las personas que se presentaban en las dependencias de gobierno para darle seguimiento a sus investigaciones y escuchaban cómo “estaban batallando, cómo las estaban maltratando, cómo les decían que ahí no era, que era en otro lugar y cosas así. Entonces ahí pues ya nos fuimos uniendo y así se fue haciendo el colectivo.”
Delia afirma que se han sentido acompañados por la sociedad civil, que ha habido muchas personas que han ido al plantón a llevarles comida, medicina y apoyo. Dijo que una forma de apoyar es seguirles en redes sociales y republicar sus publicaciones sobre los desaparecidos porque las primeras 48 horas son cruciales, porque cuando una publicación se vuelve viral, la autoridad se pone a buscar. Que además de eso, les hacen falta medicamentos. Que hay madres buscadoras y padres buscadores que requieren alguna medicina: hay una compañera con hipertensión y requiere losartán de 50 mg, y otra compañera que tienen fibromialgia y toma pregabalina de 150 mg, otra compañera que requiere insulina glargina, y otro compañero que requiere insulina levemir.
Afirman que el plantón no se va a levantar hasta que los reciban. Quieren audiencia con Claudia Sheinbaum, “proponerle que haya una persona interlocutora entre ella y los colectivos. Que directamente, sin intermediarios de otras autoridades le haga llegar todo lo que nosotros queremos y necesitamos que se resume en la búsqueda, localización, identificación y entrega de nuestros desaparecidos. Todo gira alrededor de eso.”

El presidente parece más ocupado en su despedida que en cualquier otra cosa. Delia cuenta cómo los policías cuidan las más de 20,000 sillas toda la noche. “En vez de irse a buscar a los desaparecidos. Eso a mí me parece una locura. ¿Cómo puedes tener aquí tanta seguridad alrededor de todo esto cuando hay más de 100,000 gentes perdidas?”
Las buscadoras han resistido las noches con enfermedad, con frío y lluvia, zancudos. Cuentan que cuando no llueve, les han echado agua con la karcher dizque para barrer la plancha del Zócalo.
Algunas buscadoras y buscadores quisieron hablar con grabadora encendida. Otras prefirieron no, por cuestión de seguridad. Una compañera, llamada Ana María contó que busca a su hijo Carlos Palomares Maldonado, desaparecido el 22 de septiembre del 2010 en la colonia Narvarte de la Alcaldía Benito Juárez en la Ciudad de México. Contó que empezó a buscar antes de que hubiera colectivos desde le Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, con Javier Sicilia. Cuando marcharon de Cuernavaca a C.U. y de C.U. al Zócalo. Durante un tiempo estuvo en el colectivo “Una Luz en el Camino”, de la ciudad de México, y ahora y desde hace diez años está en el Colectivo “10 de marzo” de Tamaulipas. Ana María afirma que no se van a levantar hasta que los reciba López Obrador.

Gustavo, del Estado de México, busca a su hijo desaparecido desde el 14 de mayo de este 2024. Ese día a las 4pm fue la última noticia que tuvieron de él. “Con la desesperación, con el estrés, no sabes con quién ir, con quién preguntar. Y te atrapa el miedo porque no sabes qué pasó. Pero lo que yo creo es que no se puede desaparecer una persona así… Y cuando su esposa levantó el acta, hizo lo correspondiente, las primeras 48 hrs. son fundamentales. Y la autoridad no hizo nada. Ellos tienen forma de hacer la localización de la última llamada, dónde se encontró, rastrear… Porque oye, los medios nos lo permiten para poder hacer eso. Es coraje, es enojo, que la impartición de justicia no sea la correcta. Estoy desmoralizado. Estoy muy triste.”

Una madre buscadora que prefiere no grabar su voz en audio, comenta que busca a su marido que desapareció en el camino que va de Jiquilpan hacia Cotija, Michoacán desde el 10 de junio de 2023. Ella también carga en solidaridad la información de un joven italiano que desapareció en Guanajuato, dado que su familia no puede estar.

Otra compañera que tampoco quiere grabar su voz afirma que han sido ignorados desde hace 15 días. “No es posible. Ya no es normal lo que está pasando aquí en México. Hablé hasta con un militar, le pregunté qué hacer, sólo me dijo que me encomiende a Dios, imagínate, es lo único que me dice.”

En el corazón de la Ciudad de México, mientras el Zócalo se viste con el despliegue festivo de sillas vacías cuidadosamente vigiladas, y el ruido ensordecedor de la música, el verdadero grito de rabia y resistencia resuena en la bandera tomada por quienes buscan a sus seres queridos, y con ellos, a la dignidad y la vergüenza que el Estado perdió hace mucho. En medio del bullicio orquestado para el último informe de gobierno, la imagen de estas familias cercadas por la indiferencia oficial revela una verdad incómoda: el gobierno, obsesionado con su espectáculo, continúa desoyendo el clamor de quienes demandan justicia para sus seres queridos desaparecidos.

Bien dice una canción que al terminar la función, allá en el palco de honor, nadie podrá ya reír.

Mientras tanto, el asta bandera del Zócalo, el lugar más visible del país, es un lugar para empezar a buscar a las buscadoras.