En México crece el concepto de juvenicidio: José Manuel Valenzuela
Antimio Cruz / Crónica
En México ocurre un fenómeno social emergente llamado juvenicidio; es decir, persistentes y sistemáticos homicidios o muertes violentas de hombres y mujeres de entre 15 y 30 años de edad por problemas que son consecuencia de su vida precaria; desde asociarse con pandillas y grupos delictivos, hasta ser agredidos impunemente por ser jóvenes y, además, poseer algún estigma social que les haga parecer vulnerables a sus agresores: por ejemplo, ser mujer, ser gay, ser indígena, pero principalmente: ser pobre.
Así lo explicó a Crónica uno de los primeros autores en reflexionar sobre el juvenicidio, desde 2012: el profesor e investigador en Ciencias Sociales José Manuel Valenzuela Arce, cofundador de El Colegio de la Frontera Norte (COLEF), con más de 40 años investigando temas como poblaciones de la frontera entre México y EU, culturas juveniles y construcción de identidad.
En entrevista telefónica desde Tijuana, Baja California, el doctor en Sociología explicó que una de las variables centrales para los contextos de juvenicidio es la precariedad laboral que viven estos jóvenes, entre los cuales seis de cada 10 empleos están en la economía informal, rondando la para-legalidad.
“Hablar de juvenicidio no implica sólo llevar un conteo de muertes violentas entre la población de jóvenes; lo que nosotros estudiamos es la cómo se construye el contexto de muerte entre esos grupos de jóvenes”, dice Valenzuela, cuyas obras han sido pioneras y de gran importancia para la comprensión de los procesos socioculturales que definen a la frontera México-Estados Unidos y a los movimientos juveniles en América Latina y Estados Unidos.
EXPROPIACIÓN DE LA ESPERANZA. El integrante del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) dijo que hay muchos factores que contribuyen a crear el contexto social donde las muertes de jóvenes abundan, pero uno de ellos es la desesperanza de los jóvenes frente a un sistema que, ni con trabajo duro, les permitirá salir de una realidad económica de muchas limitantes.
“Desafortunadamente vemos que la muerte artera se ha convertido en parte de la vida cotidiana de muchos jóvenes, en sociedades donde se han obturado los canales de movilidad social”, dijo Valenzuela Arce, quien es muy reconocido por sus estudios culturales en México y América Latina.
La primera vez que se planteó el término de juvenicidio fue en 2012, pero la adopción académica del concepto ocurrió en 2014, poco después del asesinato de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, Guerrero. Ahí quedó ejemplificado con mucha claridad el fenómeno y, al exponerlo el doctor Valenzuela en un congreso académico en Colombia, coincidieron varios expertos latinoamericanos que estaban trabajando en líneas similares: señalando la vulnerabilidad de los jóvenes frente a la violencia.
Así se han aliado e intercambiado información proyectos de América Latina, desde diferentes contextos como por ejemplo: los operativos de limpieza social en Centroamérica para eliminar a los Mara Salvatrucha; y también le llaman limpieza social a las agresiones que ocurren en las favelas de Brasil; también hay agresiones muy documentadas de jóvenes, hombres y mujeres, que migran solos.
“Debo decir que, de manera doliente, el concepto de juvenicidio ha sido sumamente exitoso. Digo doliente porque no deberíamos estar hablando de homicidios de tantos jóvenes, porque, yo insisto, no nacen niños sicarios. Estamos frente a un escenario, latinoamericano y mexicano, en el que el concepto de juvenicidio ha servido para aclarar muchas dinámicas, pero principalmente que una de las causas detrás de la violencia es la expropiación de la esperanza. El hecho de que los jóvenes no puedan alcanzar a ver un proyecto de vida vivible”, dice José Manuel Valenzuela.
También posee una obra germinal en los estudios de procesos culturales estratégicos, entre los cuales destacan las nuevas identidades sociales y las prácticas socioculturales vinculadas al narcotráfico. Sus investigaciones también han abordado temas relacionados con cultura e identidad nacional, sociología urbana y cultura popular.
LA IMPORTANCIA DE LA PALABRA. El doctor Valenzuela explica que el nacimiento del concepto de juvenicidio tiene un valor más allá de lo académico pues explica que cuando se adoptó el concepto de feminicidio para explicar lo que estaba ocurriendo con las mujeres muertas en Ciudad Juárez, se aceptó que había una responsabilidad legal detrás de aquellas muertes, lo cual no había ocurrido antes de 2013.
El profesor coordina el Diplomado en línea “Juvenicidio y vidas precarias en América Latina”, de El Colegio de la Frontera Norte (El Colef). El 11 de marzo realizarán un seminario en línea o Webinar sobe este tema, a partir de las 10:00 am, hora del pacífico.
Los especialistas abordarán cómo se construyen los escenarios de vulnerabilidad en los cuales viven las y los jóvenes de América Latina.
“Desde luego tenemos que poner en el centro el problema de la pobreza ya que en América Latina hay 200 millones de personas que viven en condiciones de pobreza; pero a ello se añade la poca o nula creación de nuevos empleos para que se incorporen los jóvenes; el hecho de que ni aun con trabajo se puede salir de la pobreza; y el desfase ético y moral de una sociedad que elogia el trabajo, pero en la que los jóvenes saben que, ni trabajando 60 años van a tener los niveles de lujo y consumo que añoran”.
El investigador mexicano dice que no se puede atender el problema de los juvenicidios si no se atiende primero la grave precarización económica, simbólica y social. A esto hay que agregar mucha atención a otro proceso del que habla el profesor Valenzuela, la construcción de “identidades desacreditadas”, personas que frecuentemente se convierten en víctimas porque llevan una marca o un estigma social porque pertenecen a grupos que están asociados a prejuicios, estigmas, estereotipos y racismo.