Una mirada a la organización estudiantil en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales
Colectivo Grieta, Ciudad de México, 22 de octubre del 2018.
La represión al movimiento del CCH Azcapotzalco, mediante el ataque porril del 3 de septiembre del 2018 en Ciudad Universitaria, generó múltiples formas de organización de la comunidad estudiantil en instituciones públicas y privadas. Al interior de la UNAM, en las diferentes escuelas y facultades, la comunidad universitaria ha comenzado a construir espacios de diálogo y encuentro para luchar contra la violencia en general, y en particular contra la violencia de género, y por la democratización de la Universidad. La Facultad de Ciencias Políticas y Sociales se ha sumado a estas demandas generando una organización desde abajo que se ha traducido en foros, talleres, trabajos colectivos y la elaboración de murales, pintas y esténciles por toda la Facultad.
Para trabajar sobre estas demandas a nivel UNAM, se lanzó la propuesta desde la interuniversitaria de organizar foros interfacultades en torno a los tres ejes: democratización, violencia de género y seguridad (donde se incluye la demanda de erradicación del porrismo). La idea de los foros fue comenzar a construir una postura en común e informada sobre estas problemáticas que afectan a la comunidad universitaria y a proponer soluciones a las mismas. Sumadas a estas demandas generales, cada escuela ha comenzado a discutir y construir pliegos petitorios de acuerdo a sus problemáticas locales. Finalmente los estudiantes han discutido demandas compartidas no solo al interior de la UNAM sino con otras universidades.
Las asambleas interuniversitarias, los paros o las movilizaciones masivas son solo las expresiones más visibles de un lento y cuidadoso proceso nacido del trabajo cotidiano de largo aliento al interior de las escuelas. A pesar de las dificultades, la organización estudiantil da visos de seguir creciendo y fortaleciéndose mediante actividades culturales, foros de discusión, espacios de encuentro y asambleas especializadas en temas de impacto local que tienen fuertes repercusiones en lo general. Poco a poco, los estudiantes han ido tejiendo propuestas para resolver los problemas que encarnan, de forma más inmediata, la problemática de la universidad: las desapariciones de estudiantes en las facultades y escuelas de la UNAM, los asesinatos no esclarecidos, las denuncias por acosos y hostigamiento que se estrellan contra el muro del deficiente protocolo de violencia de género, la falta de incidencia de los estudiantes y profesores en la toma de decisiones de la Universidad, entre muchos otros. Estos diferentes niveles de discusión y coordinación se fundamentan en la organización de asambleas y trabajos de base impulsados en las escuelas que, no sin dificultades, han intentado articular a la comunidad universitaria.
La fuerza de esta organización obligó tanto a la rectoría, como a las diferentes direcciones de las facultades y escuelas a llenarse la boca con un discurso de lucha contra la violencia articulado con la conmemoración del movimiento del 68, al tiempo que continuaron la violencia al interior de los planteles. En los CCH´s y preparatorias de la UNAM, la presencia de los porros es una de las principales problemáticas a las que se enfrentan los estudiantes. Así cecehacheros y preparatorianos se han organizado para exigir la expulsión de los porros de sus planteles y la sanción a quienes participaron en las agresiones en Ciudad Universitaria el 3 de septiembre. Durante el paro en apoyo al CCH Azcapotzalco una estudiante del CCH Naucalpan señaló “si eso hicieron en C.U. ¿qué no nos van a hacer en nuestro plantel?”. Tan solo un mes después, el 10 de octubre, los estudiantes de su escuela fueron reprimidos directamente por los directivos, mismos que dicen combatir la violencia. Tres días después, el sábado 13 de octubre, la estudiante comisionada para denunciar estos hechos fue interceptada a las afueras del CCH, golpeada y apuñalada en el tórax.
Frente a los hechos de violencia que siguen registrándose en toda la UNAM y contra la complicidad de las autoridades universitarias, los estudiantes continúan su proceso organizativo. A continuación presentamos una mirada a este trabajo, muchas veces invisible, que se construye desde abajo.
La Facultad de Políticas, pintando otro mañana
En la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales la organización estudiantil impulsó a profesores y trabajadores a formar sus propias asambleas. Cada sector ha comenzado a discutir sus problemáticas y a construir formas de articulación que permitan llevar a cabo una lucha conjunta.
Los estudiantes, organizados por comisiones, han impulsado entre otras actividades la realización de foros sobre las experiencias del autogobierno en Arquitectura, la Huelga del 99 y la democratización de la Universidad; un taller de baile de cumbia, uno de masculinidades y uno de piñatas en el que se elaboró una figura de Gustavo Díaz Ordaz que se quemó durante la marcha del 2 de octubre; un ciclo de video debate sobre Ayotzinapa; el trabajo en un huerto colectivo atrás del edificio B; y la pega de carteles, elaboración de murales, esténciles y pintas a lo largo de toda la facultad.
En las diferentes actividades, las preguntas al pasado ayudan a imaginar las formas de organización presente ¿cómo estaba organizado el CGH? ¿Qué espacios de participación crearon, más allá de las asambleas, para involucrar a más compañeros durante la huelga del 99? ¿Hay similitudes entre el papel del PRD en 1999 y el papel de MORENA actualmente, en términos de la desmovilización y cooptación que intenta hacer del movimiento? ¿Cómo se organizó y cómo logró el reconocimiento el autogobierno de Arquitectura? El acercamiento a todas estas experiencias enriquece el proceso de lucha actual, pero los estudiantes señalan que de ellos deberá nacer una nueva forma organizativa que les permita impulsar la democratización de la UNAM.
Por otro lado, las antes grises paredes de la facultad se han convertido en un lienzo que expresa los sentires de la comunidad. Mediante carteles elaborados por la Facultad de Arte y Diseño de la UNAM los estudiantes de Políticas rechazan la violencia en la Universidad y en el país, y exigen justicia para los desaparecidos, para Joel Sebastián Meza García agredido brutalmente el 3 de septiembre por los grupos porriles, y para Luis Roberto Gaona de Malagón, Miranda Mendoza Flores, Víctor Manuel Orihuela Rojas y Lesvy Berlín Rivera Osorio, todos estudiantes universitarios asesinados, señalando en otro cartel “si no luchamos nosotros ¿quién lo hará por nosotros?”; pintas rememoran al movimiento del 68 “La imaginación al poder”; mujeres expresan con esténcil y pintas su rechazo a la violencia machista “14 feminicidios al día. Nosotras contra el miedo”, “Tu violencia no nos va a callar”, “Lesvy no ha muerto Lesvy somos todas”, y frente a cada mingitorio de la facultad la leyenda “Somos malas y podemos ser peores”.
Otro ejemplo de apropiación del espacio mediante la imagen fue la elaboración de un mural colectivo por parte de las tres generaciones de la carrera de Antropología. Este fue un ejercicio que permitió a los estudiantes de esta carrera recién creada en la UNAM conocerse, hablarse, escucharse y trabajar juntos. Todo comenzó con una convocatoria a platicar sobre la experiencia de estudiar antropología para la elaboración de un mural colectivo. Se hizo una lluvia de ideas de la cual nació el boceto. Después, durante el paro del 26 de septiembre, los estudiantes se dieron cita para comenzar a trabajar en el mural que se elaboró a las afueras del auditorio Ricardo Flores Magón.
El mural representa un salón de clases en el que el profesor, mientras escribe en el pizarrón “¡Viva la revolución!” tapa la boca a una de sus estudiantes, esto para representar las contradicciones a las que se han enfrentado al estudiar antropología, la radicalidad en términos teóricos pero no en términos prácticos. El salón tiene dos muros grises a los lados, pero en donde debiera existir el muro trasero se encuentra un tupido paisaje natural, representando la ruptura del encierro del aula, la relación de la teoría con la realidad. Esta naturaleza alcanza a los muros grises con enredaderas de las que nacen orejas que representan la escucha. Finalmente, cada uno de los estudiantes se encuentra unido a los otros por raíces que nacen de una semilla, que representa el conocimiento, anclada al suelo donde se encuentran las bases antropológicas de la arqueología y la antropología física. De esta manera, los estudiantes representan el pasado mediante el suelo, el presente en el aula, y el futuro en la apertura del salón de clases hacia la realidad, pintando así otro mañana.