La lucha no es fácil, nos estamos enfrentando al gran poder del dinero: colonos de pedregales Coyoacán
Atziri Ávila
El estudio, avalado también por laboratorios de la Universidad de California, considera que “no es aceptable que el agua del acuífero se capte y tire al drenaje sanitario” del predio en el que la inmobiliaria Quiero Casa planea construir 377 departamentos en tres torres de ocho niveles y 683 cajones de estacionamiento en tres niveles de sótano.
“En enero los colonos nos dimos cuenta de extrañas excavaciones, ya no había arboles en lugar, cientos de litros de agua se estaban desbordando. Para que no nos diéramos cuenta la empresa usaba tubos por los que sacaban agua del manantial y la llevaban directamente al drenaje”, recuerda María de los Ángeles Fernández Castillo, mejor conocida como doña Fili, histórica luchadora social en defensa del derecho a la vivienda, el territorio y los recursos naturales, entre ellos el derecho al agua.
Para el señor, Mario Martínez, originario del lugar, es increíble reconocer que las autoridades permanezcan omisas: “el agua ha empezado a escasear, hemos estado sin suministro de dos semanas hasta dos meses, cada vez nos llega más cara y ahora se desperdicia para construir departamentos ni siquiera para vecinos del lugar”.
La eliminación de la flora y fauna, la entrada del gas natural, el incremento de tráfico vehicular y la contaminación, son algunas de las afectaciones que traería consigo el megaproyecto, razón por la cual las y los colonos exigen la cancelación de la obra y la expropiación del predio para uso público en beneficio de la comunidad.
Ante la negligencia y omisión de las autoridades de la ciudad de México, la Asamblea General de los Pueblos, Barrios, Colonias y Pedregales de Coyoacán, mantiene un plantón frente a las instalaciones del megaproyecto urbano desde el 29 de mayo pasado.
“Desde los años setenta los primeros habitantes de estas tierras han cuidado los recursos naturales, afirma María Santiago Maqueda, también colona del lugar y quien junto con otras mujeres permanecen en el plantón popular: “Mis padres lucharon a pulso por la vivienda que habitamos, fueron los propios colonos quienes construyeron sus viviendas con trabajo colectivo, labraron sus caminos. Hoy este territorio está en los ojos de las empresas y el gobierno porque además de su ubicación, la zona sólida hace que muy rara vez se sienten los temblores, tanto que fue una de las zonas que resistió cuando el temblor del 85.
Doña Fili, quien desconoce su edad, pero que a pesar de ella, transmite su energía, hace memoria de cómo las propias familias construían las escuelas, aportando tabique, varilla, láminas para el techo o herramientas: “Fue difícil porque el terreno es volcánico pero era la única opción que teníamos para tener un hogar. Nos tocó pelear porque metieran los servicios de luz, drenaje, agua, todo eso costó el tiempo, dinero y esfuerzo de las familias, no de los políticos, de ellos no hemos recibido nada más que amenazas de desalojo y promesas pero nunca cumplían, incluso tenemos una calle a la que nombramos así: las promesas, porque era el punto a dónde llegaban a prometer pero jamás regresaban. A la clase política le hemos demostrado que no necesitamos nada de ellos, cuando la gente se organiza los políticos quedan fuera.
Desde ese entonces hemos construido una base social que los partidos han intentado dividir pero nosotros tenemos claro que no le podemos llamar gobierno a quien desaparece, a quien agrede o a quien explota. Nuestro movimiento es social no electoral, no pertenecemos a ningún partido porque estamos conscientes de que ese sistema no hace avanzar. Hace unos años ejercimos nuestro derecho a la vivienda, hoy defendemos el predio y el manantial que es un manto friático donde yacen doce afloramientos, refiere doña Fili.
La histórica lucha de la colonia los pedregales, es sinónimo de organización y construcción colectiva, desde los 70´s y 80´s las mujeres se organizaban para que mientras unas cuidaban a sus hijos, otras bajaban a trabajar a las casas del sur de la ciudad. Había señoras que cuidaban guajolotes o burros y entre la misma población se generaba la economía y se protegía el tejido social.
El campamento
“Llevamos poco más de 120 días en el campamento, no porque nos guste andar en la calle sino porque es la única opción que nos deja tanto el delegado como el jefe de gobierno de esta ciudad. Y aunque hemos tenido represalias por parte las autoridades que se dicen de izquierda y quienes defienden ‘proyectos de desarrollo económico y social’ nos mantenemos en pie” asegura Rosa María Prado Fuentes, originaria de la colonia.
Si bien Miguel Ángel Mancera ha declarado públicamente la suspensión, la propia secretaria de gobierno Patricia Mercado, declaró que el agua del manantial “es tan mala que hay que tirarla al drenaje”. A decir de los vecinos “habría que tirarla del poder a ella” pues la respuesta de las autoridades ha sido de omisión e intimidación.
“Tan sólo a cuatro días de haber puesto el plantón, 300 ganaderos nos encapsularon. Al campamento arribó también personal de concertación política de la secretaría de gobierno de la Ciudad de México sin embargo, a la fecha no hay responsables del agua desperdiciada, a pesar de los problemas de suministro de agua en varias colonias de la demarcación. Actualmente, algunos trabajadores siguen operando y los departamentos continúan anunciados en internet. A decir de la inmobiliaria, los departamentos estarán listos para mayo o junio de 2017.
Cabe mencionar que a cuatro meses de la instalación del campamento, los colonos reprochan que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) ni la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) se han pronunciado ni han documentado la situación que ahí prevalece, “mucho menos se han manifestado contra el ecocidio”.
Represalias y amenazas contra la Asamblea
“Hoy vivimos diversos tipos de presión, nos han subido la luz, el agua y el predial, de 320 pesos que pagábamos en 2013, ahora los recibos del predial nos llegaron de 6 mil 400 pesos y de hasta 9 mil pesos, una forma de presión que busca ahorcarnos. Saben que no podemos pagar esas cantidades por lo que buscan obligarnos a vender nuestras tierras y que desalojemos la zona pero no lo van a lograr, asegura doña María de los Ángeles.
Además de ese tipo de presión, las y los integrantes de la Asamblea General de los Pueblos, Barrios, Colonias y Pedregales de Coyoacán han sido objeto de diversas agresiones y actos de intimidación. El 21 de julio pasado recibieron la presencia de dos personas que dijeron llegar del ministerio público, luego de haber recibido la información de que los integrantes de la Asamblea mantenían secuestrados a dos personas de la tercera edad, lo cual además de falso era ilógico, ya que al interior del predio se encuentran los vigilantes de la empresa, quienes tienen cerrado por dentro, lo que hace imposible que cualquier persona ajena a la inmobiliaria pueda entrar.
Además de la presencia policial constante, al campamento han aventado botellas de vidrio, vasos e incluso un cuchillo, que al ser lanzado cayó encima del anafre provocando que la persona que se encontraba en la cocina se quemara un pie.
“Después de los resultados de la UNAM, ademas de seguirnos organizado en las asambleas vecinales, con mayor certeza presentaremos una demanda de amparo. El esfuerzo de nuestros padres y abuelos no tiene precio, nos heredaron una vida, un futuro para nosotros y para quienes siguen, por lo que seguiremos defendiendo nuestro territorio y el derecho humano al agua. Hemos presentado nuestra situación al Grupo de Trabajo sobre Empresas y Derechos Humanos de la ONU, porque además de propiciar daños irremediables al medio ambiente, no sabemos si los permisos están regulados ni cuál es el estudio de impacto ambiental, afirma Gustavo López, uno de los defensores más jóvenes de la colonia pedregales.
Para la Asamblea General de los Pueblos, Barrios, Colonias y Pedregales de Coyoacán, la solidaridad nacional e internacional ha sido fundamental a lo largo su lucha. Particularmente, desde la instalación del campamento han recibido la visita de las madres y padres de Ayotzinapa, de los normalistas, de integrantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de San Salvador Atenco, de la comunidad de San Francisco Magú, Coyotepec y de otras luchas con las que se vinculan y construyen nuevas realidades. Desde diversas comunidades se han sumado a la exigencia urgente de la cancelación de la obra y de que se reconozca al predio como patrimonio de los pedregales.
“La lucha no es fácil, nos estamos enfrentando al gran poder del dinero pero no hemos traicionado a quienes nos heredaron estos lugares y no los vamos a traicionar”, asegura doña Fili mientras nos da un recorrido por el campamento. “De los primeros pobladores aprendimos cómo vivir en los pedregales, aprendimos cómo curarnos con las yerbas, cómo hacer una techo. En reconocimiento y respeto a su lucha estamos aquí todavía luchando y organizándonos, seguimos defendiendo estos pedregales porque el proyecto de las inmobiliarias y del gobierno no es nuestro proyecto, ni su vida es nuestra vida, nosotros amamos a los pedregales, ellos sólo ven el signo de pesos, somos nosotros los que decidimos nuestro futuro, porque la vida digna nadie nos la puede negar.”