A dos años de la contaminación en Río Sonora: Bacauchi
Dos años después de que ocurrió la peor tragedia ecológica en Sonora, habitantes de este pequeño poblado relatan las afectaciones económicas y de salud
MARLENE VALERO
SONORA (La Silla Rota).- Este 6 de agosto se cumple el segundo año de que ocurrió uno de los desastres ecológicos más grandes en el país: el derrame de metales pesados en los ríos Sonora y Bacanuchi. Fueron 40 mil metros cúbicos de lixiviados de sulfato de cobre acidulado que ahí se vertieron.
Dos años después, los habitantes de los pueblos afectados se sienten más solos que nunca.
La Silla Rota/Proyecto Puente realizó un recorrido por el lugar donde todo inició, Bacanuchi, al igual que en el ejido Tahuichopa y la cabecera municipal, Arizpe, para escuchar a los pobladores de la zona, quienes afirmaron que su economía sigue afectada y continúan con desabasto de agua potable.
Viven también con la incertidumbre de no saber si su cuerpo se encuentra dañado por las sustancias tóxicas de la mina Buena Vista del Cobre, de Grupo México, que llegaron a las afluentes de agua.
Además, ni autoridades, ni personal de la empresa minera han regresado a visitar a los habitantes, en algunos lugares desde hace más de un año.
Bacanuchi: La zona cero
En este poblado, perteneciente al municipio de Arizpe, fue el primer lugar donde se observó la contaminación de metales pesados en el Río Bacanuchi, después de que se rompiera una de las tinajas de la mina Buena Vista del Cobre.
Se encuentra a 81.7 kilómetros de Cananea, donde se ubica una de las más grandes minas del consorcio Grupo México. Para llegar a este poblado, debes pasar por las instalaciones de la empresa minera, por un camino de terracería.
Dos años después de que ocurrió la peor tragedia ecológica en Sonora, habitantes de este pequeño poblado relatan las afectaciones económicas y de salud, que sufren hoy en día.
Margarita Vázquez y su esposo, Pablo Yáñez tenían más de 30 años vendiendo queso. Cada semana distribuían hasta 70 kilos en Cananea y otros lugares, con ganancias de hasta 4,800 pesos por semana, ahora venden sólo dos kilogramos por semana.
“Tenemos 30 años vendiendo queso. Vendíamos hasta 70 kilos por semana. Después de lo que pasó, ya casi no lo vendemos, la gente ya no quiere comprar porque saben que es de acá. Esta semana vendimos solo dos kilos, y a un señor de aquí”, declaró Margarita.
La habitante de Bacanuchi mencionó que tuvieron que vender algunas vacas y becerros para obtener recursos, ya que de la venta de quesos dependía una buena parte de su sustento.
“Se nos están echando a perder las vacas porque ya no las ordeñamos tanto. Ahora lo que tenemos que hacer es darle al perrito y a una cochita la leche, para que no se desperdicie. Es a lo que nos dedicábamos, tuvimos que vender los becerritos, porque no trabajamos, de eso nos manteníamos”, mencionó.
También el matrimonio ha dejado de sembrar en sus parcelas, desde hace dos años. De acuerdo con sus cálculos, tuvieron pérdidas de 107 mil pesos, pero sólo recuperaron 54 mil con los apoyos que entregaron las autoridades y Grupo México.
Sin embargo, al preguntar por el resto del dinero les afirmaron que en los registros aparecía que ya los habían cobrado, lo cual no era verdad.
“Nos ha afectado mucho, nos debieron dar 107 mil pesos por las perdidas. Y salieron cobrados los recursos y no es cierto. Le dieron a mi esposo 40 mil de las parcelas y 14 mil del ganado, y ahí quedó. El último pago fue en febrero del 2015, pero seguimos afectados”, expresó Margarita.
La economía de Fernando Ramírez y su familia disminuyó hasta un 50%, debido a la falta de cultivos en sus tierras y la poca producción de leche y queso.
“Yo diría que la economía de mi familia, los ingresos bajaron un 50%. Antes cultivábamos sorgo, maíz, alfalfa. El zacate para los animales y también la venta de berros que crecen en el río. Ahora nada de eso se puede comer. Tenemos dos años sin sembrar. Ya dejamos de hacer quesos porque la gente de fuera ya no compra”, manifestó.
Fernando agregó que gastan hasta mil pesos en la semana para comprar agua de garrafones, debido a que deben viajar hasta Cananea para comprar el agua purificada que utilizan para consumir y preparar los alimentos.
“Para ir a Cananea, a comprar agua gastamos 700 pesos, aparte la comida allá, y que te cuestan los garrafones, venimos gastando como mil pesos en agua, cada semana. No es suficiente el dinero que nos dieron, porque ¿cuánto tiempo duraremos así?”, manifestó.
Con los apoyos del fideicomiso de Grupo México recibió solo 30 mil pesos de los cultivos que perdió y 15 mil por la toma de agua, lo cual considera insuficiente, ya que este recurso fue de la pérdida de un año y no de este año que también se quedaron sin cultivar.
Por su parte, la comisaria ejidal, María Clara López, mencionó que en los últimos dos años, después del derrame, dejaron de cultivar los diferentes productos del campo como calabazas, alfalfa, sorgo, chile verde.
Sólo recientemente comenzaron a sembrar maíz, pero aún tienen el temor de que tengan contaminantes derivados del derrame de tóxicos.
“Lo único que siembran es comida para los animales. En los dos años no han vuelto a sembrar nada, hasta hace poco sembraron el elote, por miedo a que esté contaminado. Sí disminuyó la economía, ya no se vende nada de aquí, nos echaron a perder todo. La gente que tenía sus animalitos, hacía queso, ahora ya dejaron de hacerlo”, expuso.
Ronchas y caída de cabello
Los pobladores de Bacanuchi, entrevistados por La Silla Rota/Proyecto Puente, lamentan que las aguas del río quedaron contaminadas para siempre, ya que cada vez que alguien se baña en este, sale con ronchas y erupciones en la piel.
De acuerdo con estudios de laboratorio, el hijo de Fernando Ramírez de 11 años de edad presentó altos índices de cobre en su sangre. Su padre dice que es notorio cómo la contaminación afectó al pequeño, ya que anteriormente era activo y le gustaba salir al campo a ayudarle a su padre. Hoy, lo describe más delgado, débil y sin apetito.
“Son unos estudios que le hicieron, salió alto en cobre, se siente débil, sin apetito, se la lleva durmiendo, no le dan ganas de comer y ahora está bien flaco. El era un niño muy activo, ahora se la quiere llevar acostado, se siente débil, lo tenemos que andar correteando para comer”, señaló.
Además, mencionó que la clínica de especialidades en Ures les queda bastante retirado para ir atenderse y un viaje hasta aquel lugar les cuesta casi 5 mil pesos.
De igual manera, el esposo de María Clara López, de 60 años de edad, padece de úlceras y ampollas en la piel desde hace dos años. Desaparecen por un tiempo y por otro reavivan de manera dolorosa.
“Desde hace dos años, desde que pasó el derrame, le salen ronchas, ampollas en sus sentaderas y muslos. Va con el doctor, se pone una pomada y se les secan, pero después revivien, no se le quitan”, dijo.
La comisaria ejidal agregó que ni las autoridades, ni los investigadores de las distintas universidades que han hecho análisis y tomado muestras en Bacanuchi han regresado para informarles sobre los resultados de ellos, por lo que viven con la incertidumbre de saber qué es lo que pasa.
Margarita Vázquez afirmó que su esposo presenta problemas en la piel, ya que él es quien va por los campos y las inmediaciones del río arreando las vacas y el ganado que tienen.
Además, mencionó que el ganado también ha tenido repercusiones serias en la salud. Han muerto vacas, han abortado, mueren las crías o sus mamás, lo cual no sucedía antes del derrame.
“Han estado enfermándose las vacas, están abortando, paren a los becerritos y se mueren, o las vacas se mueren. Antes no pasaba eso. A mi esposo también le salen ronchas, salpullido y otras cosas en la piel”, declaró.
Río amarillento y planta sin energía
Acompañados de Fernando Ramírez, La Silla Rota/Proyecto Puente acudió al río Bacanuchi, donde se pudo constatar que aún hay áreas a la orilla del afluente que tienen un color entre rojizo y amarillo debido a los contaminantes vertidos hace dos años.
Al remover la tierra, se puede observar con más precisión esta coloración en algunas partes del río. En algunos lados se encuentra más lejos del agua y en otras más cerca de la corriente.
De igual manera, Proyecto Puente acudió al lugar donde se instaló la primera planta potabilizadora de agua en la zona afectada, inaugurada el 4 de febrero de este año, por el secretario de gobierno, Miguel Pompa Corella y el subsecretario de Semarnat, Rodolfo Lacy Tamayo.
Ahí se pudo observar que como lo comentaron los habitantes de Bacanuchi funciona con un pequeño generador de electricidad, ya que no se ha instalado la conexión de la energía eléctrica para su funcionamiento.
Esta planta funciona solo cuatro horas por las tardes, cuando los agricultores prestan su pozo de riego para el abastecimiento de todo el pueblo.
“Se supone que hicieron un pozo para esta planta, pero no nos han dicho si está bien o no. Ahorita estamos usando el pozo agrícola, nos lo sueltan en la tarde unas horas. Realmente necesitamos ese pozo, que instalen la energía eléctrica, porque trabaja con una pequeña planta, desde la inauguración ya no ha venido nadie”, explicó Alberto Bustamante, uno de los encargados de la planta.
El pozo que habían habilitado para alimentar la planta tratadora se dejó de utilizar, porque posiblemente tenía metales pesados, de acuerdo con los entrevistados.
“El problema es el pozo potable para el pueblo, está abandonado. No tiene servicio, el que debe llevar agua a la planta potabilizadora. Vinieron los de Conagua a hacerle estudios, pero no han traído los resultados, eso ya tiene más de un año”, manifestó la comisaria ejidal.
En el mismo sentido declaró Fernando Ramírez, quien afirmó que se sigue filtrando contaminación de la mina en el río, ya que en el nuevo pozo salió agua rojiza.
“Hicieron un pozo nuevo y salió mal, sale el agua roja. Quedó abandonado. Nos siguen echando agua contaminada, se sigue filtrando contaminación. Si han hecho algunos estudios pero no nos dan los resultados”, expuso.
“Las autoridades nos abandonaron”
Los entrevistados por La Silla Rota/Proyecto Puente señalaron que se sienten abandonados por las autoridades ante este problema que causó la empresa minera Grupo México, ya que no se han acercado para ver por las necesidades de los pobladores.
Por esta razón, hicieron un llamado a la gobernadora Claudia Pavlovich y sus funcionarios para que no los dejen solos en esta situación que marcó sus vidas para siempre.
“Yo pienso que estamos peor, porque al principio venían, hacían encuestas, venían y de perdida te decían mentiras, ahora ya ni vienen por acá. Yo les pediría que vinieran a checar, que estuvieran al pendiente de lo que pasa aquí”, dijo Fernando Ramírez.
Por su parte, Margarita Vázquez declaró que espera que las autoridades estatales volteen a ver al pueblo de Bacanuchi, porque considera que es el más abandonado de todos.
“Yo les pediría que se acuerden de nosotros. Nunca hemos andado manifestándonos, que nos ayuden, dicen que no pueden pero yo pienso que la gobernadora si puede, de todos los pueblos, aquí es el más abandonado. Aunque sea que venga en helicóptero, como venía Padrés”, manifestó.
“Vivimos con el temor porque las autoridades no nos informan de nada, no sabemos los niveles de contaminación, nunca no dan los resultados, sí, estamos abandonados por las autoridades, es la verdad, ya ni vienen”, finalizó María Clara López.
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