Mujeres de Ensenada III: 75% de universitarias, violentadas por sus novios
Javier Cruz Aguirre / A los Cuatro Vientos
En la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), el 75 por ciento de 272 mujeres estudiantes que sostienen una relación de noviazgo heterosexual -es decir 204 alumnas- reportó sufrir algún tipo de violencia por parte de su pareja.
Y de las violentadas, 141 (el 69 por ciento) manifestó uno o algunos síntomas físicos, psicológicos o sexuales como consecuencia de estar viviendo en una relación de violencia. Entre ellos, los novios provocaron en las estudiantes deseos de muerte, fracturas, mordeduras, quemaduras, generación de ansiedad, angustia, perdida de escolaridad o trabajo, ardor o dolor vaginal, enfermedades venéreas y aborto.
El sorprendente hallazgo lo encontró la profesora Martha Elisa Verdugo Cenizo, integrante de la asociación civil Tierra Colectiva: Ciudadanía, Género y Medio Ambiente, al realizar una investigación para obtener el grado de Maestra en Ciencias Sociales por la UABC.
Pero por increíble que parezca, la socióloga encontró que de las universitarias que reportaron estar sufriendo violencia en su relación de noviazgo, el 84 por ciento de ellas, es decir 171 mujeres, declaró estar satisfecha o muy satisfecha con su relación.
– “Pudiera considerarse que la exposición a la violencia de los hombres hacia las mujeres, en determinado momento las vuelve víctimas al crecer en un entorno en que la desigualdad entre el hombre y la mujer se expresa de manera violenta; las estudiantes habituadas (con la violencia de sus novios) naturalizan ciertas pautas de relación que consideran parte de un ceder normalizado y aceptado”.
Y es que la pesquisa fue más allá cuando Verdugo encontró que de las alumnas que entrevistó para realizar la tesis, todas inscritas en las carreras que ofrece la Facultad de Ciencias Administrativas y Sociales de la UABC, campus Valle Dorado en la ciudad de Ensenada, el 71 por ciento (193 jóvenes) denunció haber sufrido algún tipo de violencia presenciada o experimentada en el contexto familiar, y 68 por ciento (185) refirió experimentar la violencia física en sus hogares.
Y entre las estudiantes victimizadas, con edades que fluctuaron entre los 18 a los 25 años, encontró que 31 por ciento de ellas (60 mujeres) tuvieron experiencias de violencia en su infancia.
– “El 13 por ciento de la muestra total (35 estudiantes) afirmó experimentar violencia psicológica, lo que pudiera implicar la invisibilización de la misma ya que se identificó que tanto por parte de la madre como del padre, como de otros hombres de la familia, las mujeres fueron víctimas de violencia”, apuntó la hoy maestra en ciencias.
Al instrumentar la referencia de síntomas como consecuencia del miedo de terminar la relación –“que en sí mismo es una violencia psicológica”-, o cambios de conducta personal como presunta prevención del enojo del novio, la investigadora consideró que la violencia psicológica implica, a su vez, violencia física no visible o no vinculada a la situación de tensión, lo que hace mucho más complicada y subjetiva la detección del problema.
A continuación, Verdugo identificó las consecuencias físicas, psicológicas y sexuales más destacadas que padecen las alumnas en su relación violenta de noviazgo.
– “Los resultados mostraron que 26 alumnas afirmó tener consecuencias físicas por motivo de vivir en una relación de violencia. Las psicológicas se encontraron en 100 estudiantes y finalmente 13 afirmaron secuelas en la salud sexual”.
De manera concreta, identificó que 37 afirmaciones de consecuencia física por violencia en el noviazgo fueron de “dolor de cabeza”.
En cuanto a las consecuencias psicológicas el estudio tuvo el más alto puntaje en la tristeza y depresión, con 44 afirmaciones, seguidas por “problemas de nervios o ansiedad”, “angustia”, y “sentimientos de culpa” con 37 testimonios cada uno.
Asimismo 35 estudiantes reportaron tener “dificultad para tomar decisiones”, 31”escasas relaciones sociales”, 30 “falta de concentración” y 23 “disminución de la autoestima”.
Algunas respuestas resultan preocupantes: seis estudiantes afirmaron tener miedo a morir y en el tema de las consecuencias sexuales, 11 contestaron ‘tener a veces ardor o dolor en la vagina’”.
En menor número pero no por ello menos importante, el cuestionario detectó 10 casos de alumnas que dijeron tener “dolores del cuerpo” a consecuencia de la violencia física que el novio ejerció en su contra, seis mujeres “con mordeduras”, y cinco con “moretones o partes del cuerpo hinchada”.
También encontró a tres estudiantes que sufrieron “pérdida de conocimiento” tras la agresión física de su pareja, dos padecieron “lesiones internas en algún órgano”, una fue víctima de “quemaduras” y otras más de “fractura de huesos”.
En el aspecto psicológico las universitarias violentadas dijeron que “tuvieron que dejar de comer”, “dejar de estudiar” (seis casos cada uno) y “dejar de trabajar” (cuatro asuntos).
Y en violencia sexual los novios agresores provocaron en sus parejas tres “infecciones o enfermedad de transmisión sexual”, dos “sangrados vaginales” y un aborto.
Por esto, la investigadora destacó la relación que existe entre los distintos niveles educativos que van desde primaria hasta educación superior, y el ser víctima de violencia en la pareja, lo que dio como resultado “que entre mayor nivel de educación es menor la presencia de violencia en las mujeres”, y que a menor nivel de educación se reduce la proporción en que los jóvenes admiten violencia en sus relaciones de pareja.
Sin embargo, “la investigación ratificó que si bien el nivel educativo es un factor condicionante para disminuir la violencia entre las parejas, al mismo tiempo fue el factor que en menor medida incide para una manifestación menor de la violencia en las parejas”.
¿Cuáles fueron las causas principales de la violencia que los novios ejercieron en contra de sus parejas? La universitaria lo informó así:
Resultó de interés que las jóvenes que habían declarado (más de 50 por ciento) no haber sido ni víctimas ni testigo de violencia familiar en su infancia, habían tenido algún tipo de problema de violencia en sus parejas; 38 por ciento declaró que la causa principal de la violencia son los celos y 32 por ciento citó como causal el alcohol”.
Al respecto narró una historia que confirmó el por qué una gran cantidad de estudiantes universitarias viven inmersas en algún tipo de violencia perpetrada por sus novios.
– “Lo que llamó la atención fue que al enterarse algunos novios sobre el tema -la participación de sus parejas en el estudio-, trataron de impedir la participación de las estudiantes”.
El ridículo llegó cuando un joven arrebató el cuestionario a su novia porque quería saber sobre lo que se le preguntaría, teniendo la muchacha que darle explicaciones y comentarle que la investigación se haría en completo anonimato.
Verdugo también describió la participación de las jóvenes en la sesión general donde se les pidió que contestaran el cuestionario base de la investigación, primera que se hace con un rigor metodológico y búsqueda de consecuencias en daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para las mujeres en los tres campos universitarios de Ensenada.
– “Una vez que las entrevistadas pasaban de los datos generales a iniciar con las respuestas del instrumento (cuestionario), en las estudiantes se podía observar el cambio en la expresión de su rostro y la seriedad con la que contestaban. En muchas ocasiones se evidenció tristeza a la hora de terminar su cuestionario y, de manera general, el salón se mantuvo en un silencio absoluto”.
Por ello resaltó que los resultados del estudio revelan que para la identificación de la violencia en las relaciones, cuando no se tiene conciencia de ella o se tiene por naturalizada, la instrumentación de las preguntas, las especificaciones en las mismas y las estrategias para implementarlas resultan relevantes para hacer posible detectar la violencia de una forma más precisa.
También para detectar la violencia que las parejas han naturalizado, o que no necesariamente la consideran una forma de violencia dentro de sus relaciones ya que la perciben como parte de los “acuerdos de pareja” o dentro de los roles de género.
– “Y es que fue sólo a través de ciertas preguntas compuestas estratégicamente que algunas estudiantes afirmaron violencia en el noviazgo, y no cuando se le preguntó de una manera más directa”.
Informó que las alumnas que participaron en la investigación estudian en diversos semestres de las licenciaturas en Administración de Empresas, Informática, Contaduría, Derecho, Ciencias de la Educación, Psicología, Comunicación y Sociología. Todas ellas conglomeradas en la Facultad de Ciencias Administrativas y Sociales de la UABC en Ensenada.
Recomendó por último que otras instancias del sector público, académico y universitario apliquen de inmediato nuevas preguntas e investigaciones que confirmen y amplíen los resultados de su tesis y otros datos previos del problema, para enfrentar con políticas públicas el reto que plantea su investigación.