Ejido Tejido
Por Rodolfo González
Aún donde actúa el crimen organizado o la perversidad de alguna trasnacional, en cada caso de despojo, amenazas, desplazamiento, miedo infundido, invasión etc., asoma el Estado Mexicano. Ese aparato estructural que sistemáticamente penetra sus tentáculos en el tejido social, para abrazarlo, comprarlo, romperlo y, finalmente, rematarlo.
-“Todo cuánto toca el gobierno lo echa a perder o lo quiere vender” aseveran con coraje un par de agricultores tradicionales de La Ciénega, Municipio del Limón. Y mencionan, con voz ronca y gastada; -“Ya el mismo gobierno es crimen organizado, es trasnacional, es minera contaminadora y es las armas que quieren expulsarnos del campo para que seamos jornaleros y no productores de alimentos, para que compremos semillas en lugar de generarlas nosotros mismos, para que le dejemos campo libre a las industrias… Pero nosotros no nos vendemos, continuamos practicando lo que los abuelos nos inculcaron; sembrar, criar animales, defender ese orgullo”.
Uno de estos campesinos, es comisario Ejidal de La Ciénega a donde reiteradamente han venido técnicos de la CONAFOR intentando convencer a la asamblea de que le entren al programa de Pago por Servicios Ambientales. El ejido, cuenta con una montaña, el Cerro del Narigón, en un estado de conservación impecable tanto que atrae a este tipo de agentes. El ejidatario Nando comenta–“Entrarle al programa es someternos a los lineamientos de ellos, es aceptar sus formas de manejo. Quieren privatizar lo nuestro. Aunque nos den un tanto de dinero al año por hectárea no le entramos, pues el cerro esta así de bonito gracias al manejo que aquí le hemos dado durante décadas. Mejor que nos paguen lo que nos deben por mantener el cerro sano, ¿no?.
Los técnicos de la CONAFOR se van, pero gente rara sigue pasando. El Ejido, es territorio de tranquilidad y paz hasta que comienza la quema de caña en su pequeño Valle, tiempo en que cruje el espacio, el aire se nubla de humo, el viento se aturde con ruidos estridentes de máquinas y decenas de jornaleros migrantes indígenas de otros estados hacen la labor pesada y mal retribuida.
La expansión del monocultivo de caña es otra forma más de la violencia del Estado contra las formas tradicionales de vida campesina. Quién dejó la Milpa por la caña, pasó a someterse y abandonar la oportunidad de soberanía y de decidir sobre su propio suelo. Hay menos maíz, menos ganado, menor crianza de animales de traspatio.
El Cerro del Narigón con sus piedrotas hace las veces de vigía, mientras los sabedores de geología aseguran que está repleto de mineral de interés para la industria. Desde sus alturas, se divisan cuatro socavones en cerros vecinos, de uno extraen fierro, de otro mármol y de los otros más, misterio. El ejército en su famosa guerra “contra el narco” ha hecho campamento tres veces en la casa Ejidal y una de esas veces pasaron dos días en el cerro según buscando criminales, narcolaboratorios o plantaciones; -“..pero son muy amables y hasta bromean con la gente”, -dijo Licha, una señora vecina de la casa Ejidal.
Paralelamente, el interés urbano, desarrollista, modernizador, prolifera. La Zona, declarada hace meses zona metropolitana (Autlán, Grullo, El Limón), recibe ahora más presupuesto para expandir la infraestructura. Funcionarios y otros agentes se jactan en que pronto la carretera El Grullo-Ciudad Guzmán, que atraviesa al Ejido será de dos carriles. Justo ahora se trabaja en su ampliación con su respectiva devastación insaciable; fractura de cerros, tala de árboles, compactación de suelo. ¿Más oportunidad para el pueblo o para intervención de agentes externos?
Lo cierto es que los mismos casos y testimonios de lo que ocurre en todo el país lo constata; “el interés urbano, extractivo o económico está por encima de la legitimidad de los pueblos, la pertenencia ancestral, la preservación de la riqueza natural, la agricultura sana y sabia. Y, como hace referencia el Umbral de la Revista Ojarasca “Bajo tal principio, que allana el paso a denigrantes tratados y acuerdos internacionales, operan secretarios de Estado, jueces y magistrados, legisladores, banqueros, empresarios mamut, consejos de accionistas, fuerzas armadas, servicios de inteligencia, programas sociales, medios de comunicación masiva.
La asamblea ejidal de La Ciénega ha entendido que al gobierno no le importa el campo ni los campesinos, que a estas alturas todo lo que viene de allá es para descomponer al Ejido, para dividir, para explotar el patrimonio. Que mejor, lo que se debe hacer es unir más al Ejido, hacer Ejido tejido. Tal como menciona el Umbral; “queda organizarse, interconectarse, tomarse la palabra y las manos, arrimar los pensamientos. Los zapatistas acaban de reiterarlo. Organizarse. Establecer autonomía. Resistir es la estrategia polisémica y diversa, no sólo en defensa propia, también para defender la Nación de sus usurpadores, y para ganar tiempo”.