Normalistas agredidos y criminalizados en Michoacán
Por Valentina Valle y Heriberto Paredes
En el contexto de tensión que caracteriza la meseta p’urhépecha michoacana desde principios de septiembre de 2015, el día lunes 7 de diciembre se dio el enésimo episodio de violencia, en esta ocasión hacía los estudiantes del Centro Regional de Educación Normal de Arteaga. Los hechos ocurrieron entre Arantepacua, municipio de Nahuatzen, y Zirahuen, municipio de Salvador Escalante, donde un grupo de normalistas fueron atacados y reprimidos por parte de elementos del Grupo de Operaciones Especiales (GOES), mientras se dirigían a una actividad de «boteo» en la caseta de cobro del susodicho municipio de Zirahuén, sobre la carretera Siglo XXI.
Pobladores de Arantepacua cuentan que los normalistas tenían días en la comunidad, buscando respaldo frente a las amenazas del gobierno del estado: «los muchachos se sentían muy inseguros en Cherán, y por esta razón vinieron a buscar cobijo en Arantepacua. Pero desde ahí vino el pitazo que hizo que los agarraron en la autopista y nosotros creemos que haya sido el presidente municipal Miguel Prado, brazo derecho del gobernador Silvano, que puso los normalistas».
Fotografía: Francisco Pascual Jiménez Fotografía: Francisco Pascual Jiménez
El enfrentamiento con las fuerzas de seguridad, que involucró no sólo los estudiantes sino también sus padres y elementos de la sociedad civil que acudieron al lugar de la agresión para defender a los jóvenes, se acabó con un saldo de 53 normalistas y un número impreciso de heridos, entre los cuales un comunero de Arantepacua cuyas condiciones siguen críticas. La situación empeoró cuando la sociedad civil reaccionó a las detenciones arbitrarias reteniendo al comandante del operativo:
Cuando detuvieron a los muchachos allí se juntó la gente, los comuneros y sobretodo los padres de los normalistas. Hubo agresiones por parte de los GOES, hubo golpes y disparos, no de arma de fuego pero de armas de goma. En este entonces hubo más detenciones y otros 45 normalistas fueron retenidos, junto con varios comuneros. Entre tanta agresión, los policías no se dieron cuenta que los comuneros habían detenido el comandante de los GOES. Inclusive el secretario general de la Sección 18 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de Educación (CNTE) de Michoacán, Juan José Ortega Madrigal, estuvo abogando para los normalistas, porque ni siquiera los habían llevado a la procuraduría, sino que los tenían detenidos abajo del puente de Zirahuén, amenazándolos que si no entregaban el comandante los iban a desaparecer. Fue hasta las 10 de la noche que los llevaron a la procuraduría y en la madrugada, como a las 2, tras la liberación de los 45, también se liberó al comandante. Sin embargo los 53 siguen detenidos. Todos están heridos, algunos padres graves, uno tiene una herida de un balazo de goma en la pierna. Cuando se supo que se iba a hacer la negociación andaban los helicópteros de la policía federal rodeando el pueblo, así que ahora todos están muy asustados, prácticamente todo el pueblo está atrincherado, resguardado.
A pesar de esta situación de violencia e incertidumbre, los comuneros nos comentan que la mayoría de las personas en Arantepacua está con los normalistas, apoyándolos con comida y recibiéndolos en las casas para que puedan descansar y bañarse. La situación en el municipio de Nahuatzen, de hecho, hace que la inconformidad de los estudiantes sea compartida por los demás integrantes de las comunidades que, cabe recordar, rechazaron la instalación del presidente municipal Miguel Prado Morales y, desde el pasado mes de octubre, mantienen tomada la presidencia y cerrados los accesos a la cabecera municipal.
El ataque a los normalistas se inserta así en un panorama de represión hacia una comunidad que ha decidido levantar la voz para poner un alto a la corrupción y a la colusión de la política con el crimen organizado, volviéndose de esta manera blanco de la ira gubernamental que no acepta obstáculos en la realización de sus planes de control del territorio. La toma, forzosa, de posesión del presidente Prado, la imposición de su sistema de seguridad encabezado por Silviano Murguía González, alias «El Tauro», reconocido ex-Templario de la zona, la implementación del mando unificado y la aplicación de la reforma educativa son todas caras de la misma moneda, señales de cómo el gobierno de Aureoles, en línea con la política priísta federal, no tiene la menor intención de dejar espacio a ninguna forma de organización desde abajo.
La reiteración de que «no habrá otro Cherán», que el gobernador subrayó en las entrevistas concedidas durante la visita de trabajo en el puerto Lázaro Cárdenas, –que recordamos es una de las nuevas Zonas Económicas Especiales (ZEE) de México– confirma la postura del ejecutivo hacia las demandas de Nahuatzen para que sus peticiones de justicia puedan aparecer como una insubordinación finalizada a objetivos políticos. Los comuneros, sin embrago, siguen desmintiendo que haya fines ocultos detrás de su lucha y repiten que ellos siempre estuvieron dispuestos al diálogo con las autoridades, pidiendo como única condición que no les impusiera un sistema de seguridad emanado del crimen organizado. Evidentemente, en el Michoacán posterior a las autodefensas, esto ya es algo imposible.
Todo surge a raíz de que aquí, un grupo de muchachos fueron a una caseta, la de Zirahuen, con la intención de juntar algo de dinero para el sostenimiento de su movimiento; fueron a botear pero cuando llegaron ya la policía los estaba esperando, así que no permitieron la bajada de los muchachos que iban en un autobús y en el otro los obligaron a bajar.
A continuación el testimonio directo de uno de los padres de familia que participó en esta situación. Sus palabras complementan la relación de hechos y confirman lo sospechado: que más allá de un enfrentamiento ocasionado por los normalistas, los cuerpos de seguridad estatales ya tenían pensado este episodio como un mecanismo aleccionador frente a las protestas contra la reforma educativa.
Nos comunican a nosotros. Nosotros somos miembros del Consejo Coordinador de Padres de Familia en Lucha, nos comunican a la base de aquí que había esa intención. Entonces nosotros acudimos al lugar con la idea de rescatarlos o más bien de hacer alguna negociación con la seguridad que estaba ahí, la policía, para ver si se lograba algún acuerdo para que nos hicieran la entrega de esos muchachos.
Nos esperaron pero no hubo tal diálogo, ellos se aferraban a que se estaba cometiendo un ilícito, que no son los espacios para manifestarse, los argumentos que ellos utilizan; entonces empezó la provocación, los tiros, empezaron a decir palabras, a querer replegarnos pero como íbamos estudiantes y padres de familia, de alguna manera, momentáneamente no les hicimos frente pero tuvimos que replegarnos poco a poco y de tal forma que estuvimos más cerca de frente con la policía y fue cuando inició la, en ese caso, a través de palabras, las ofensas y hasta llegar a los golpes.
Desafortunadamente no pudimos ni rescatar a los muchachos que tenían arriba del autobús y pues sí, inició la gresca en ese momento porque no hubo entendimiento ni ellos quisieron escuchar y por lo tanto pues ya las cosas, enardecieron en ese momento los ánimos, fue de esta manera que empezó la gresca. Empezaron a disparar lo usual, balas de goma, gases lacrimógenos y desde luego la reacción de los estudiantes y de los padres de familia fue defendernos, porque los ánimos subieron y también tuvimos que hacerle frente a la policía para tratar de resguardar y rescatar a los muchachos que estaban en manos de ellos.
En ese momento empezó la batalla campal y desafortunadamente no pudimos rescatarlos y hubo varios heridos, ahorita no sabemos dónde se encuentra un padre de familia de una comunidad vecina, de aquí de Arantepacua; fue una situación muy grande porque nos replegaron, nos persiguieron, y ya alcanzamos a subirnos a los autobuses, más no todos, varios se metieron entre los árboles ahí en el monte y ya más tarde se localizaron a más muchachos y algunos padres de familia directamente en ls hospitales. Esa fue la situación y el problema fue la falta de diálogo.
Nosotros tuvimos un acercamiento allá en México, una mesa a nivel federal, pero cuando digo nosotros es como padres de familia, y la posición es no a la evaluación educativa, no a la reforma como tal y allá el señor Enrique Miranda Nava [subsecretario de Gobernación] fue muy preciso en decirnos que la ley es la ley y quien no quiera acatar esa ley aquí el gobernador ya sabe lo que tiene que hacer. Así con esas palabras, no se me van a olvidar, expresamente así lo dijo y ya anoche nos venimos a la base donde tienen su campamento los muchachos y ya nos fuimos a Morelia porque nos citó el secretario de gobierno para una nueva mesa de diálogo.
El aparente diálogo que ofreció el gobierno de Michoacán es sin duda emblemático: el traslado de los 53 normalistas detenidos a penales federales. La vieja estartegia de la zanahoria y el garrote es ahora la fasceta más conocida del nuevo gobierno de Silvano Aureoles, que en poco tiempo ha vuelto el estado, un polvorín que amenaza con estallar en una nueva confrontación interna y sobre todo, con el surgimiento de nuevos poderes político-criminales locales.