La maldición de nuestros vertederos

Alejandra Guillén

La batalla contra la contaminación de Picachos y Hasar’s parece no tener fin; los pobladores ven cada año más escurrimientos de lixiviados, exigen clausura y urgen a que se obligue a la población a separar residuos

El 26 marzo de 2015, la directora de Ecología de Zapopan, Angélica Serrano Padilla, presentó una denuncia por delitos ambientales ante la PGR por el escurrimiento de lixiviados con altos niveles de cromo “que al parecer provenían del relleno sanitario Hassar’s”, que colinda con el basurero municipal de Picachos.

Los jugos de basura se encontraron en el poniente de Picachos, según dice la demanda, donde se encuentra la caja receptora del arroyo denominado El Tajo y por lo cual el ayuntamiento de Zapopan señala verse afectado.

El ingeniero José Luis Contreras Becerra, encargado de Hasar’s, señala que ese problema se causó porque la administración de la ex villa maicera desvió el arroyo y es lo que causa los estancamientos de lixiviados, por lo cual, dice, la empresa también demandó al ayuntamiento.

Los vertederos Picachos y Hasar’s se ubican en el kilómetro 15.5 de la carretera a Colotlán, en medio de un bosque de pino y encino. El primero es de administración municipal, el segundo del Grupo Ecológico Hasar’s, dirigido por Juan José Hawa.

Los pobladores de Huaxtla y San Lorenzo han sido los principales afectados durante más de una década, pues los lixiviados escurren hacia el arroyo de Milpillas y con ello se acabaron los peces, los balnearios y las zonas turísticas, se secaron algunas huertas de mangos barranqueños y hay temor de las consecuencias que pueda causar a la población. Por años han denunciado ante autoridades y medios de comunicación, han bloqueado la entrada a los vertederos en 2009 y 2012, han protestado y asistido a reuniones nacionales con pueblos que viven problems similares (como El Salto y Juanacatlán, afectados por la contaminación del río Santiago), pero nada ha cambiado e incluso “cada año hay más escurrimientos”, asegura Alejandro Mercado, campesino de Huaxtla que guía un recorrido por el río Milpillas en los puntos donde son más evidentes los lixiviados.

Alejandro y otros pobladores de Huaxtla y San Lorenzo han caído en la cuenta de que la única solución es el cierre total de ambos vertederos, pues a pesar de que en el ayuntamiento de Zapopan “sí hemos encontrado funcionarios con voluntad, es un problema que los supera, es demasiada basura la que reciben y en el temporal de lluvias no pueden controlar los escurrimientos”.

Un ejemplo de lo anterior sucedió el pasado 28 de julio de 2015. La directora de Ecología de Zapopan, Angélica Verónica Serrano Padilla, convocó a autoridades de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), de la Comisión Estatal del Agua, de la Procuraduría Estatal de Protección al Ambiente (Proepa) y de la Procuraduría General de la República, a realizar muestreos de agua en “diferentes puntos de cuerpos de agua ubicados en las inmediaciones de los rellenos sanitarios denominados Picachos y Hasar’s”, dice el acta circunstanciada PFPA/21.2/2C.27.1/007(15).

Durante el recorrido, una de las lagunas de lixiviados de Hasar’s se desbordó y “nada más vimos cómo el agua negra se vino por el río Milpillas. Todo el día estuvo corriendo”, cuenta Alejandro, quien cuestiona que las autoridades no hayan clausurado la empresa.

El ingeniero José Luis Contreras Becerra reconoce que eso sucedió luego de la tormenta del 20 de julio “porque el cárcamo está diseñado para lixiviados, no para agua de lluvia”. Por ello, la autoridad estatal los multó y le solicitó a Hasar’s medidas correctivas. La empresa informó que construirán dos cárcamos para que en caso de que uno esté por desbordarse, puedan bombear el líquido a otro. “Pero eso es para prevenir y no nos garantiza que en una gran tormenta lo podamos contener”, explica el ingeniero, quien insiste en que la empresa para la que trabaja sí cumple con toda la normatividad ambiental, mientras que en Picachos el manejo de los residuos no es correcto porque quienes han estado al frente del basurero son “políticos y no técnicos”.

De alguna manera, Contreras Becerra justifica que ningún relleno sanitario podría controlar los escurrimientos durante el temporal de lluvias que ocurre en esa zona de Zapopan y asegura que todas las afectaciones que han denunciado los pobladores son falsas. Por ejemplo, señala, los mangos barranqueños no se secaron por la contaminación del río Milpillas, sino porque faltaba remover la tierra; nunca pudieron demostrar que había ganado muerto; y su ojo de agua no se puede contaminar porque se encuentra mucho más arriba que el arroyo.

Sin embargo, en distintas visitas de 2009 a la fecha, el río Milpillas siempre está negro por los jugos de la basura. ¿Será que esto no tiene afectaciones, como aseguran los empresarios y el ayuntamiento?

En 2012, el entonces director de Ecología de Zapopan, Miguel Prado, declaró que los lixiviados no eran tóxicos, ni inflamables ni corrosivos, por lo tanto no eran peligrosos.

En noviembre de 2009, los pueblos de la Barranca dieron a conocer muestras de laboratorio que arrojaban que esos jugos contenían cromos totales, cianuro, arsénico y mercurio por encima de la norma.

Tanto de Picachos como de Hasar’s han dicho durante años que cumplen con la normatividad o que están en eso. Pero en realidad saben que es casi imposible controlar los lixiviados durante los meses de lluvia y, de alguna manera, para ellos, alguien tiene que pagar el costo de la basura que proviene de la ciudad.

Los pueblos de la Barranca del Río Santiago dicen no y mantienen su exigencia de que ambos rellenos sanitarios sean reubicados.

“Imagina cómo se pondrá esto, ambos vertederos seguirán expandiéndose, Zapopan empezó recolectando 800 toneladas diarias y ahora son mil 500. Nuestro miedo es que nuestros ojos de agua se contaminen o que tal vez ya lo estén y no nos hemos dando cuenta. Si esto continúa es el acabose para nuestros pueblos, porque con eso se acaba la vida para las familias de Huaxtla y San Lorenzo. Sin agua no hay nada”, concluye Alejandro Mercado.

Lugar Equivocado

En 2009, la entonces secretaria de Medio Ambiente para el Desarrollo Sustentable, Martha Ruth del Toro Gaytán, advirtió que si ambos basureros no cumplían con la normatividad en cuanto al manejo de residuos, serían cerrados definitivamente.

El predio de Picachos se adquirió para ser un relleno intermunicipal para la Zona Metropolitana de Guadalajara y Del Toro Gaytán llegó a declarar que la elección de dicho terreno fue un error por la geografía del terreno.

En 2012, el ayuntamiento de Zapopan también compró una planta tratadora, al igual que Hasar’s. Nada ha sido suficiente para resolver el problema, pues por el río Milpillas sigue corriendo agua con microorganismos patógenos y otros residuos peligrosos como plomo, cromo, hexavalente, cadmio, níquel y arsénico.

El campesino Enrique Hernández ha lamentado esta “desgracia, porque tenemos que llevar a los animales a tomar agua a otro lado y nosotros andamos con soltura (diarrea) desde que llegó esta hediondera”.

Más allá de los discursos y promesas, el manejo de residuos debe modificarse y esto involucra también a la población de la Zona Metropolitana de Guadalajara, considera el campesino Alejandro Mercado: “Donde se ponga un basurero, la historia será la misma. Es urgente que se separen los residuos, que se recicle y se reduzca la generación de basura. Si cada familia hiciera composta, imagínate, ayudaría mucho a resolver esto”.

Ante la indiferencia de las autoridades y los empresarios, tal vez sería importante que quienes vivimos en la ciudad nos preguntemos a dónde van nuestros desechos y a quienes afectan en otras partes. La situación es más o menos así, según otro campesino, Teódulo Orozco: “Estamos hartos de vivir como en gallinero, los de arriba (de la ciudad) cagando a los de abajo”.

http://cronicadesociales.org/2015/08/11/la-maldicion-de-nuestros-vertederos/