Testimonio de agresión contra estudiantes de la Universidad Veracruzana
Este 5 de junio de 2015 un grupo de corte paramilitar fuertemente armado atacó con bates y machetes a 8 estudiantes de la Universidad Veracruzana en Xalapa, Veracruz, quienes resultaron gravemente heridos y con huesos fracturados. El gobierno veracruzano se ha caracterizado por sus políticas de corte fascista en el acallamiento a la prensa y en las agresiones contra los movimientos sociales y en general contra una población que es presa de secuestros, asesinatos y desapariciones masivas. En este entorno y dos días antes de la elección federal se dio una grave agresión a 8 estudiantes de la Universidad Veracruzana que realizaban una minifiesta de cumpleaños.
Transcripción del testimonio:
Yo les voy a platicar por que los compañeros no recuerdan lo que fue más conciente, y pues afortunadamente la que sufrió un poco menos de daño que las y los demás. Nosotros somos 8 compañeros, 4 hombres y 4 mujeres, que llegamos al domicilio de una de las compañeras, por que íbamos a celebrar el cumpleaños de su novio. Y hasta se nos hizo tarde por que estábamos viendo cosas de trabajo de la escuela y demás. Y llegamos en la nochecita ahí, y estábamos platicando bien, pensando que íbamos a ir a ver unas películas, partimos el pastel, comimos palomitas, teníamos una botella de agua mineral de peñafiel a medias, por que se le olvidó a la compañera comprar, hasta en servilletas comimos el pastel.
Estábamos sentados con un poco de la puerta abierta, por que éramos tantos en un cuartito, que teníamos un poco de calor. La reja estaba cerrada y estaba la puerta un tanto así abierta, cuando vimos que pasó una luz y se escuchó como que se estacionó algo. Una de las compañeras lo que hizo fue empujar la puerta para cerrarla, y cuando la estaba cerrando empezaron a romper el cristal de la puerta. Estaban de frente en la puerta, estábamos en el piso 6 de nosotros y 2 estaban sentados en la cama, habíamos marcado y mandando mensajes con otros compañeros a ver si llegaban un ratito a acompañar.
Rompieron la puerta, rompieron las ventanas, y se fueron sobre los compañeros, dos de las compañeras alcanzaron a aventarse hacia la cama, y las iban golpeando y ellas trataron de meterse a un huequito, yo quise hacer lo y no pude, yo no me pude meter. Ahí me golperon en la cabeza, me dieron una patada y me jaló un tipo. A la hora que me jaló me dió otro golpe, y yo me quedé quieta, yo no me quise mover, y los compañeros gritaban:
-Ya déjenlos, ya, ya déjennos. Y ellos gritaban y decían
– Malditos, pinches estúpidos, pendejos, se van a morir, se van a morir y pinches perras son unas zorras-, y ellas gritaban:
– Ya déjenos.
Nos insultaron, nos dijeron:
– Se los va a llevar la verga, ahora si ya valieron madres.
Yo medio me levanté y me aventé a la puerta, por que era un cuarto muy pequeño y pues daba. Cuando vieron, ellos llevaban palos, llevaban un palo con picos, clavos, no sé, y llevaban un arma. Me estaban golpeando, llevaban machetes, a mi me aventó uno un machetazo y sentí que iba a morir, yo tengo una hija, solo quería salir. Me golpearon y vi que estaban dos tipos y no sé, se imaginaron que les habían aventado algo o qué. Cuando se dieron cuenta que iba a corriendo hasta me empezó a seguir uno, pero otro gritó:
– Déjala, se va a morir, déjala, que se parte su madre.
Y el otro:
– Ya, ya que se largue, maldita perra. –
Y yo pensé que me iban a disparar. Y yo corrí y corrí y me escondí en un huequito, y ahí esperé. No se que tiempo pasó, me levanté y fui corriendo hacia el pasté que fue lo más que ví. Y me acerqué, y estaba una taquería y le dije:
– Por favor, llamen a la Cruz Roja, llamen a las ambulancias, acaban de golpearnos. Estábamos en una casa.
– ¿Pero qué qué pasó?
– Llamen por favor.
– Es que no sabemos qué pasó.
– Chinguen su madre, pinches putos- que les digo.
Y que voy al (inaudible) y le digo:
– Señora por favor, llámele a una ambulancia, por que nos acaban de golpear.
– Es que no tengo teléfono- pues jódete.
Y ya me voy al teléfono que estaba en la esquina, una y otra y otra vez marqué el 066, entró como a la cuarta o quinta llamada, y le dije:
– Por favor mande una ambulancia, por que nos acaban de golpear.
– ¿Quién?
– No sé… Llevaban palos, llevaban machetes, llevaban armas. Eran como 10.
– ¿Y cómo se llaman? ¿Y dónde están?
– Estoy en un (inaudible), pero llamen a las ambulancias a Ruiz Cortínez. Ahi está la Comex tantito abajo en la Ruiz Cortínez ahí van a ver todo está roto, pero por favor mándelas.- Y colgué.
Y saliendo para verlos, y había muchas patrullas, y adentro estaban los dos más golpeados, estaba una de mis compañeras y me gritó:
– ¡Sol, Sol, estás bien! Pensamos que te habían llevado.
Y yo:
– No, perdón, perdón por que me fui.
– No, está bien Sol, por tu niña, está bien.
Toño esta sobre la cama, estaba muy golpeado, Hugo estaba sentado y Nacho estaba junto a la ventana. Estaban todos hinchados, les escurría la sangre, y no llegaban las malditas ambulancias, no llegaban los malditos paramédicos. Pero eso sí, entraron a tomar fotos, y fotos y fotos, y que querían, nuestros, nombres
– ¿Para qué?
– Es que es protocolo.
Llegaron las ambulancias y disque nos iban a atender, y se los querían llevar a todos en una sola ambulancia, sin que nadie los acompañara, y dijimos:
– No, que llegue alguien, que llegue alguien para que los lleve.
– No, ¿cómo?, los vamos a llevar y no va a caber nadie más.
La ambulancia de la Cruz Roja no tenía placas. Uno de los compañeros se asomó y dijo:
– La ambulancia no tiene placas.
– ¿Cómo?
Y nos volteamos y dijimos
– ¿Cómo que no tiene placas?
– Es que nosotros no ocupamos placas.
– Es un vehículo, tiene que tener placas.
No se los quisieron llevar.
– ¿Ah, no quieren que los atendamos? Pues ni modo, nos vamos.
Se fueron todas las ambulancias, nos dejaron ahí solos. Estaban ahí los policías. Y llegaron unas personas, me acuerdo de uno de playera gris y pantalón de mezclilla, que quería tomar fotos.
– No, pues ¿tu quien eres o qué?
– De Derechos Humanos. – Y le grité:
– Pues si eres de Derechos Humanos ¿dónde está tu gafete? Identifícate.
Se fueron.
Llegó Julián, se llevó a los compañeros al hospital, por que nadie nos quiso atender, de los paramédicos. Se fueron 3 compañeros y una compañera y nos quedamos 3 mujeres y el compañero. ¡3 mujeres! Y de repente estaban 2 patrullas nadamás, ¡y se fueron! Y les gritamos:
– No nos dejen.
Por que ellos habían dicho que iban a estar hasta que estuviéramos seguros, y de repente se van. Y les gritamos:
– No nos dejen, no se vayan.
No escucharon nuestras súplicas y se fueron.
No sabíamos qué hacer, se llevaron nuestros teléfonos, se llevaron computadoras. Yo tenía este libro, cuando ellos llegaron. El libro está lleno de sangre, está todo doblado. Ahí fue donde tenía el libro en las manos, estábamos leyendo y luego quise… Y hasta el momento no he podido dejar mi libro, por que es lo que tenía en ese momento. Llevaron todo, rompieron todo.
Nosotros nos fuimos en un taxi al hospital, por que no sabíamos qué hacer. Nadie, nadie más nos ayudó. Y nosotros éramos 8 estudiando y conviviendo en una pequeña fiesta, partiendo un pastel con servilletas, leyendo libros, platicando de películas. ¡No estábamos haciendo nada! ¿Por qué nos atacaron? ¿Por qué? Era un pastel, imagínese, qué nos podemos esperar. ¿Por qué?
Ellas tienen miedo ¿sabe? Mucho miedo de hablar. Ya no confían en nada, en nadie. Yo no he podido dormir. Yo vine, si, sí vine. Y a todos lados voltéo a ver si no me siguen, a todos lados.
Yo le dije a mi mamá:
– Vete con mi hija, no las quiero cerca, yo no quiero que les pase nada, y otros hicieron lo mismo, tienen miedo, tienen miedo, ¿qué clase de seguridad?