Explotan a jóvenes jornaleros en León

JOSÉ TRINIDAD MÉNDEZ, León, Gto.

Con jornadas de 12 horas, de 7 de la mañana a 7 de la noche, decenas de jovencitos son explotados en campos agrícolas leoneses, donde trabajan de sol a sol por 137 pesos.

Sin equipo para la recolección de productos agrícolas, ni siquiera guantes para protegerse las manos; durmiendo en pequeñas “tiendas de campaña” soportando el fuerte calor de mediodía y el “sereno” (frío) de la madrugada, decenas de trabajadores agrícolas son explotados por líderes contratistas.

Juan José es un jovencito de apenas 16 años. Su físico denota una gran anemia, y en un envase reciclado de refresco toma agua que obtuvieron de un pozo cercado a Sapal, en la zona de Los Ramírez.

Junto con un grupo de poco más de 100 personas llegaron de Cuerámaro para la cosecha de “cebollín”, cebolla pequeña que luego trasplantan para la siembra de cebolla.

Trabajan ante la mirada inquisidora de los “capataces” que sólo les permiten respiro para beber agua, pues su tarea es llenar el mayor número de “arpillas” (costales) que se pueda de cebollín.

“Nos pagan 137 pesos al día. La mayoría venimos de fuera. En Cuerámaro y en otras comunidades rurales no hay trabajo, y se agradece que nos ocupen en algo para llevar algo de comida a la casa”, dice Juan José, quien acompañado de otro adolecente se cubre la cabeza con una sudadera para protegerse del calcinante sol de mediodía.

Juan José forma parte de un grupo de adolecentes que fueron contratados junto con más de un centenar de jornaleros. No terminaron de estudiar ni la primaria, y a su corta edad ya conocen sobre la dureza de la vida al trabajar en el campo.

Sus patrones les llaman la atención por estar platicando. Comen cuando terminan las largas jornadas de trabajo, sopa, frijoles y productos chatarra.

No cuentan con botiquín para una urgencia. Tienen que sacar el “cebollín” a mano limpia, entre la maleza, con el peligro de ser mordido por una víbora o algún animal ponzoñoso.

“Sí se han registrado mordeduras de víboras, pero no podemos ponernos exigentes cuando necesitamos el trabajo y es preferible ganar aunque sea poco que no tenerlo”, comenta José Manuel, mientras pide que le saquen una foto.

Teresa Gutiérrez Hernández, líder de la Confederación Nacional Campesina CNC en León, señala que lamentablemente muchos empresarios agrícolas se aprovechan de la necesidad de la gente del campo.

“Prefieren traer gente de otras regiones, como Cuerámaro o de otros estados como Chiapas, Guerrero, para pagarles menos, y en condiciones infrahumanas. Esto se ha denunciado mucho, pero las autoridades poco caso hacen.

“Sigue habiendo una explotación de la gente en el campo. Les pagan 100 pesos por largas horas de trabajo, sin ninguna protección, en condiciones deplorables. Esto no es sólo en Estados Unidos, o en Baja California, se da en el Bajío”, añade Gutiérrez.

La líder asegura que muchos jornaleros que vienen de fuera duermen hacinados, hasta 15 en un pequeño cuarto.

“Las condiciones para los jornaleros no han mejorado. Se les sigue explotando. Los candidatos sólo hacen promesas de campaña de mejorar el campo y las condiciones de la gente, pero luego se olvidan”, añadió.

Proponen programa integral

Un programa integral que abarque vivienda, salud, alimentación, educación, recreación y servicios jurídicos es lo que hace falta para mejorar las condiciones de los jornaleros que año con año llegan a León.

La dirección de Investigación de la Universidad Iberoamericana León y el Centro de Desarrollo Indígena Loyola (CDIL) trabajan en una propuesta para la atención pública de los jornaleros migrantes.

En marzo de este año se presentó un informe parcial de la investigación que concluirá en septiembre. De acuerdo con el director de Investigación, David Martínez Mendizábal, es necesario que los tres niveles de gobierno trabajen juntos.

“(La investigación) se da a raíz de un convenio con el CDIL, se percataron de que había una violación a los derechos humanos de las personas, las condiciones en las que viven distan mucho de ser adecuadas y comenzaron a atender en lo que podían, en 2012 y 2013 intervinieron de una manera humanitaria”, explicó Martínez Mendizábal.

Entonces los organismos comenzaron a trabajar en un proyecto de investigación para proponer a las autoridades un modelo de atención.

El informe señala que con los datos recolectados en 2014, los jornaleros provienen de comunidades de los municipios de Tlacoachistlahuaca en la Costa Chica y de Cochoapa el Grande y Metlatonoc de la Sierra de Guerrero.

De acuerdo con un censo de la Secretaría de Salud del estado, de 2011 a la fecha han llegado a la ciudad mil 47 jornaleros, de los que cerca de un 30% eran menores.

Según el académico, las autoridades municipales y estatales están reaccionando ante el problema, pero a nivel federal aún falta.

“Ahora comienzan a organizarse, ya hay una mesa de trabajado municipal, y una estatal coordinada por la subsecretaría del trabajo, nosotros queremos que no solo sea un trabajo punitivo, con eso no basta, sino que haya un modelo de atención integral”, explicó.

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