“México sustentable” como negocio de la familia Valenzuela Robles
Por: Miguel Ángel Casillas Báez
10 de abril de 2014.- Las comunidades alteñas de Acasico y Palmarejo reciben ayuda del gobierno federal. Ubicadas en Los Altos de Jalisco, las dos comunidades están emplazadas en superficies en las que el gobierno de México tiene proyectada la anegación por la presa El Zapotillo.
Palmarejo es una comunidad rural en un pequeño y fertilísimo valle que se abre en el cañón por el que viaja el río Verde, entre los municipios de Yahualica, Mexticacán y Cañadas de Obregón. Acasico está en el límite del municipio de Mexticacán y el de Yahualica, en la margen derecha del río Verde, por la ruta de rancherías que son bien conocidas entre los lectores de “Las tierras flacas” y de “Al filo del agua” de Agustín Yáñez.
La ayuda del gobierno federal que reciben las comunidades de Acasico y Palmarejo es a través de una asociación civil llamada Desarrollo Sustentable, proveedora de justificaciones para la Comisión Nacional del Agua en la construcción de la presa El Zapotillo.
Más allá de que México Sustentable sea parte de esa asociación civil, los pilares importantes en esta organización son personas con nombre y apellido, que coinciden con los de dos familias de políticos: los Valenzuela Corrales y los Robles Linares.
Por ejemplo, Hilario Valenzuela Robles, de Sonora, fue candidato a diputado por el Partido Verde Ecologista de México en el proceso de 2012, al igual que la jovencita de la familia, Flor Ayala López Linares candidata en el distrito siete de Sonora.
Hilario Valenzuela Robles tiene sangre de dos familias íntimamente ligadas a la política hidráulica en México, desde la ingeniería, en la oficina de planeación hidráulica de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA).
Como parte del gobierno y del proyecto hidráulico, es el vínculo entre el Estado necesitado de justificantes sociales y de la academia, proveedora de argumentos antropológicos e históricos. Hilario Valenzuela Robles es hijo de Hilario Humberto Valenzuela Corrales y de María Guadalupe Robles Linares Gándara.
Su padre, el ingeniero Valenzuela Corrales, es un político y notable ingeniero que se presenta como fundador y asesor de México Sustentable y de la Corporación Interamericana de Empresas Sociales S.A.P.I. de C.V. Actualmente, el ingeniero Hilario Valenzuela Corrales es director general adjunto de Planeación y Gestión en la coordinación de delegaciones de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, SAGARPA
México Sustentable, ADL Centro de Información y Tecnología para la Democracia, es parte de la Fundación Desarrollo Sustentable, que tiene oficinas en la ciudad de México, en Sonora, y es representada en Aguascalientes por Agustín Robles Linares Gándara, hermano de doña María Guadalupe, la esposa del ingeniero Hilario Valenzuela Corrales y madre de Hilario Valenzuela Robles. Doña Lupita es antropóloga, egresada de la Universidad Iberoamericana.
Firma como presidenta del Consejo Directivo de la Fundación para el Desarrollo Sustentable, A.C. Como un paréntesis sea dicho, la familia no sólo trabaja, a su manera, para que México sea sustentable. También tienen una fundación llamada Vamos a Leer, de la que son parte Hilario Humberto Valenzuela Corrales, Hilario, José María y Luis Valenzuela Robles Linares.
Lupita Robles Linares es hija de un ingeniero civil tan importante como su esposo, don Hilario Valenzuela Corrales.
Se trata de Luis Robles Linares, quien fue subsecretario de la entonces Secretaría de Recursos Hidráulicos durante el gobierno de Luis Echeverría Álvarez (1970-1976) y encargado del despacho con la creación de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos en el gobierno de José López Portillo (1976-1982).
Los proyectos hidráulicos en México eran conocidos en dos escritorios, como instancias principales: en el de Luis Robles y en el de Francisco Mendoza.
En el conflicto por la construcción de la presa El Zapotillo, en el río Verde, el gobierno federal y el estatal de Jalisco decidieron dividirse la adversidad social: Palmarejo y Acasico están bajo el tratamiento de la CONAGUA.
En el caso de Temacapulín, el gobierno de Jalisco resolvió su responsabilidad en la reubicación de la comunidad, ejercicio que convirtió luego en amenaza de desplazamiento; en motín para la corrupción con el presupuesto asignado para un nuevo centro de población; en un fiasco político frente al movimiento de defensa en Temacapulín, con el que perdieron la apuesta el gobernador Emilio González y sus consejeros en la Comisión Estatal del Agua en Jalisco, entre ellos Enrique Dau Flores.
En el caso de Acasico y Palmarejo, la Fundación Desarrollo Sustentable A.C., desde hace dos años es la proveedora de las facturas que paga la CONAGUA por motivo de atención psicológica de la población afectada.
Un psicólogo en un local rentado en Acasico fue suficiente para operar políticamente. Lino Leyva, un indio guarijío de Álamos Sonora, denunció a esta organización México Sustentable el 16 de marzo de 2012.
En su carta pública, Lino Leyva manifestó la oposición de su pueblo a la construcción de la presa Los Pilares, promovida no por un gobierno municipal, ni por un gobierno estatal, ni por la oficina técnica de la CONAGUA, sino por la Fundación Desarrollo Sustentable A.C.
Ellos tratan de convencerlo a uno comprando la conciencia con dinero-despensa”, relató Lino Leyva en sus argumentos. En las justificaciones de México Sustentable no estaba el respeto a los lugares sagrados, a los panteones, “el río abajo de la presa se va a secar, los árboles, no habrá medicina tradicional”, anotó Leyva sobre las cosas que no tomó en cuenta el desarrollo sustentable de la presa Las Cruces. En efecto, el 8 de febrero de 2010, Hilario Valenzuela expuso los beneficios de la presa Los Pilares y presentó el proyecto para reubicar a siete pueblos, con 220 personas, en un documento que tituló “Proyecto Integral de la Cuenca Hidrológica Los Pilares”.
No había licitación cuando la Fundación Desarrollo Sustentable anunció esa presa, sin ser entidad ni dependencia responsable para la obra.
Ellos son la ayuda que mandó el gobierno federal a Palmarejo y Acasico con un cometido:
Nosotros asumimos la responsabilidad de transformar la condición de Desplazamiento Involuntario por Desarrollo que sufría la comunidad de Acasico, a una situación de Reasentamiento Sustentable por Consenso, de forma tal que podemos asegurar que al menos esa comunidad tiene ya en sus manos la responsabilidad compartida y el control de su futuro”. Todo bajo firmas, con documentos que saben presentar, con argumentos útiles para los discursos políticos. Como suelen ser las promesas en este negocio de familia que se llama México sustentable, cualquiera que sea el beneficiario.